Cada quien cumpla con su misión en la nueva tarea colectiva. Nadie suplante la labor de otros. No queremos nuevos mesÃas. Eso era cuando no sabÃamos que habÃamos nacido, que estábamos llamados a ser los dueños de nuestros destinos. Un nuevo mundo es confluencia de colores, aportaciones, visiones, sueños… En el nuevo mundo nadie puede tener la última palabra, porque se gesta a cada instante, se descubre en cada momento, se ilumina en cada mañana, se enaltece en cada inspiración. El nuevo mundo es ensayo y error, voluntad de hacerlo cada dÃa mejor, de intentarlo sin desfallecer. El nuevo mundo hace camino al andar, lleva su meta en el instante. Se gesta desde abajo, no se impone desde arriba. El nuevo mundo sólo puede ser libertad, pues no nos podemos quedar sin palabra en los labios, sin propuestas bullendo en el interior. Dicho sea con todos los respetos, con Fidel ha de morir ese socialismo de “aceite de ricinoâ€, de tragártelo entero, sin rechistar; socialismo de “ordeno, mando y a callarâ€. A estas alturas no se puede ya gestar un socialismo que no cuente con el humano, que se levante para él, pero sin él; que le mantenga obediente y no le empodere. El nuevo mundo no se puede gestar a la contra, no se puede erigir en oposición a algo, por más que Trump facilite para ello ahora todo tipo de excusas. Debe de tener una actitud positiva, emprendedora, creativa… El nuevo mundo nunca será consigna, sino objetivo que se construye a cada paso, sumando corazones y voluntades; nunca será dictado, sino proceso compartido; nunca puede ser decreto que viene de fuera, sino responsabilidad que nace de dentro. Estamos haciendo poco a poco realidad en los más diferentes ámbitos de la actividad humana el otro mundo posible. De forma casi silente, pero universal está surgiendo el otro mundo más justo y feliz, están brotando por doquier nuevos espacios cocreados, compartidos, solidarios... Ese nuevo y prometedor escenario no queremos que nos caiga encima de repente, queremos prepararlo y decorarlo despacio con todos nuestros colores, hasta en su última, perdida y seguramente errada esquina. El nuevo mundo surge ya de la entrega fraternal, de la mente colectiva, de las almas concitadas…, ya no más del antojo de un caudillo y su aparato. Somos hombres y mujeres libres. No nos vendemos a ningún lÃder por antigua y audaz barba que luzca, por luminoso amanecer que nos prometa. No queremos que nadie haga por nosotros un trabajo tan imaginativo y apasionante, como propio e intransferible. |
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