No entra el vértigo por esos años que avanzan alocados, sino por no haber culminado lo acordado. Cinco-cinco y cierta pena por los pétalos que no llovimos, por las nubes que detuvimos, por las zarzas que sembramos... Cinco-cinco, y alegrÃa por el poema en nuestros otoños, por la sonrisa en sus inviernos, pero escozor también por no haber agradecido y amado lo debido. Amar es abrazar, pero es sobre todo olvidarnos de nosotros mismos. Voluntad de hacerlo mejor en lo que pueda restar de partida, más allá del cinco-cinco. |