La polÃtica no es para nada un campo vedado, un geografÃa ajena a los servidores de la luz. La polÃtica constituye uno de los siete campos principales definidos por la JerarquÃa (Maestro Tibetano) para el servicio a la comunidad. Por muy denostada que se halle en el presente, la polÃtica es sana si la trabaja un espÃritu noble, un corazón puro. He aquà el presente artÃculo alguno de nuestros afanes, de nuestras cuitas en la esfera polÃtica. Se hallarán nombres propios, casuÃsticas particulares, pero tras ellos un mismo trasfondo común. En el interior de muchos protagonistas late una misma intención universal. Me atrevo a decir que estarÃamos hablando de la misma Obra, el mismo e inmemorial empeño de los humanos de alcanzar mayores cotas de comunión, de unidad en la diversidad, de fraternidad humana. Estamos hablando al fin y al cabo del progreso del mismo Plan superior en diferentes geografÃas... ------------------------------------------------------------------------------- La unidad en la diversidad siempre es una meta superior, sin embargo no debiera exigir el sacrificio de básicos principios éticos. En nuestro paÃs las alianzas demandan también su chequeo. Tanta sangre derramada reclama su cuota de contrición. No dudamos del loable itinerario que ha realizado la izquierda abertzale desde el arropamiento de una dura violencia, pero ese camino dista aún de haber terminado. HabrÃa de madurar con el tiempo alguna suerte de arrepentimiento y perdón en el corazón de los más acorazados. El escozor en la conciencia en un futuro habrÃa de superar cierta altivez guerrera. Hace falta coraje para revisar las crudas consecuencias de la violencia empleada o apoyada. No todo por lo tanto es sumar, ni se limita a cantidad de votos en las cada vez más cercanas autonómicas. No todo es agregar ceros. HarÃan falta también “unosâ€, harÃa falta calidad, entendida ésta como valor para superar los propios lÃmites, como audacia para rebasar las inercias y barreras del entorno. No todo es ganar las próximas elecciones y conseguir lehendakari. HarÃa falta valentÃa para afrontar un necesario proceso interno que desemboque en la autocrÃtica, entereza para encarar el pasado y sus fatales errores. Ezenarro y su gente hacÃan bien en pedir tiempo para la boda con quienes antes de ayer jaleaban la violencia. Echarse a los brazos de una izquierda abertzale que no ha culminado su itinerario de revisión, que no ha encarado aún su pasado, conlleva consecuencias. Lo importante no serÃa llegar cuanto antes a Ajurianea, sino hacerlo con paso firme y conciencia despejada, sellando el ayer empañado de dolor propio y ajeno. Las máximas cuotas de poder ya llegarÃan después, con los deberes éticos cumplidos. Nos apena la deriva de Aralar, la forma y los métodos empleados para deshacerse de tan cabal disidencia. Los fines están también en los medios. Aralar representaba eje de encuentro, otra forma de hacer polÃtica, de empujar paÃs con audacia y buen hacer; defensa de lo propio pero también visión alternativa, programa de progreso. PodÃamos disentir de su aspiración independentista, pero de cualquier forma se trataba de un nacionalismo abierto, colorido, flexible. Entiendo que la Aralar de Ezenarro también simbolizaba las ganas de construir hogar para todos/as, de acercar las diferentes ideologÃas en torno a principios y valores comunes. La ortodoxia les quito el aire, les impuso una disciplina férrea, les planteó exigencias inasumibles. HabÃa que retornar a trinchera. Zabaleta admite que ha sido un trago difÃcil. Su semblante serio, incluso desencajado puede ser prueba de la lucha librada también en su interior. Esperábamos más de quienes en su dÃa tuvieron la valentÃa de decir no a la barbarie desde la propias filas radicales abertzales. Esperábamos más de quienes encarnaban una esperanza que bien podÃa desbordar las propios márgenes del partido, esperanza de una defensa amable de lo propio, desde una apertura de espÃritu, desde principios solidarios, desde actitudes armonizadoras. Los grandes partidos parecieran dispuestos a tragarse esa esperanza que simbolizaban más propiamente Ezenarro y su gente. Semejara que no hay espacio para vÃas puente, para formaciones que enlazan. Probablemente la izquierda abertzale llegue a Ajurianea cuando López desaloje, ¿pero quién le recordará, desde sus aledaños, que tiene deberes pendientes, que aún su itinerario de revisión no ha culminado? La vara del verdadero poder sólo se podrÃa blandir desde la inigualable fortaleza que concede reconocer el equÃvoco. La autoridad sólo se podrÃa ejercer desde la altura moral que proporciona una severa autocrÃtica. Sólo el sincero perdón nos unirá, sólo quien lo albergue podrá aspirar a un gobierno duradero. Ceda en el futuro otra mágica y emblemática montaña su nombre a la voluntad creciente de este pueblo de superar frentismos, de construir, desde el gran amor al solar, a la lengua y cultura propias, una casa definitivamente para todos/as. |
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