El de ahora, es demasiado blanco y brillante, demasiado coche para mÃ, sin embargo pedà el más elemental. Aún asà el vendedor se las apañó para meterme el aire acondicionado. Estreno vehÃculo, el más económico del mercado y aún y todo me escuece. No sé si todos mis hermanos planetarios pueden volar, no sé si a todos los conciudadanos da para coche nuevo a la vera de su casa, bajo un encino ya desnudo de bellotas. Quizás por ello no termino de pisar el acelerador, el contento no me termina de inundar. Con tantas heridas de guerra en su carrocerÃa el viejo coche estaba ya impresentable. Sólo conmigo habÃa rodado dieciséis años. A saber cuántos antes. Ya me habÃa sometido a sobrada incertidumbre en la carretera. Ahora querÃa paz, ahora deseaba poner rumbo a la compañera sin nudo en la garganta. La tranquilidad en los numerosos desplazamientos que realizo parece que pasaba por la visita al concesionario. Espero no ser de los que se molestan por las rayaduras sobre su metálica epidermis, de los que distinguen la piel del vehÃculo, de la piel del propio cuerpo. Asido al poderoso volante, pienso en el admirable “mequetrefe en pañales†(Wilston Churchill). No sé cómo verÃa el Mahatma esta nÃvea adquisición, no sé que dirÃa al respecto Ghandi, ese santo que se desplazaba a pie, bastón en mano, con una cabra por compañÃa. ¡Ojalá algún dÃa nos perdone a cuantos raudos en exceso volamos! Artaza 3 de diciembre de 2025 www.koldoaldai.org www.velouriz.org |
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