El cÃrculo aún no se habÃa completado, habÃa quien aún quedaba fuera, habÃa quien no era estrechado en aquel abrazo de los desposeÃdos...; sin embargo el internacionalismo proletario representaba ya un increÃble avance hacia nuestras más altas metas, encarnaba ya una conciencia sensiblemente madurada. Nos encontrábamos ya en la antesala de una conciencia fraterna sin lÃmites de ningún tipo. Era todo lo que daba de sà aquel tiempo, aquella convulsa época en la que, no sin cuota de dolor, se gestaba nuestro presente, sobre todo nuestro futuro. La espiritualidad era también al extinguirse un OM por los asfaltos sin incienso. A comienzos del XX los "tatamis" aún no se habÃan repartido por las ciudades. La espiritualidad de salón llegó en realidad hace tres telediarios. Antes no es que ignorasen o burlasen al Misterio, simplemente que no habÃa llegado la hora de descansar y sentarse en posición de loto. Cuando un dÃa miremos para atrás desde una privilegiada atalaya, cuando el alto ideal de fraternidad humana se consagre en el futuro en este bendito planeta, constataremos que el largo ascenso evolutivo no fue sólo posible merced a los grandes espiritualistas y mÃsticos, a los insignes maestros e iniciados, sino también a la generosa y desinteresada entrega de los lÃderes sociales, de los verdaderos socialistas y utópicos, que bajaron a la calle y unieron sus destinos al de los más desheredados, que alzaron y agitaron bien alto la bandera de la justicia social y de la hermandad planetaria. ¡Gloria! |
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