No sólo la bendita leche materna, no sólo ese néctar sin par con más de doscientos azúcares... No sólo el blanco licor de la suprema e inigualable ternura, en realidad ningún alimento natural se puede sustituir, ni emular y es bueno que reparemos en ello. Es asà como vendrá la rendición, es asà como nos alcanzará el agradecimiento desbordado. Reconocer la palidez de nuestras imitaciones ya es un gran paso. Ya hemos jugado a dioses más de la hora. Toca alejarnos de la errada tecla del "copy-paste". No sólo la leche y los alimentos, en realidad nada que Dios y su infinita cohorte de devas y elementales haya creado, puede ser sustituido y a nosotros nos corresponde contribuir humildemente a ensalzar esa Creación, a cantarla, a protegerla, nunca a dañarla. Hoy es portada en "El PaÃs" que la sabidurÃa de la Creación es infinita, mañana sea también primera plana que respetaremos por siempre esa Creación, que seremos con Ella, que la cuidaremos y glorificaremos por los siglos y los siglos. |