Nos congregamos casi cuatrocientas personas persuadidas de que el otro mundo no es sólo posible, sino que aquà y ahora lo estamos ya construyendo. El ancho movimiento de las ecoaldeas está por doquier ganando reconocimiento como ejemplo de sostenibilidad práctica, sin embargo la noticia apenas arañó un reducido espacio en los medios de comunicación locales. Seguimos más preocupados por lo que se derrumba que por lo que emerge, por lo que tiene los dÃas contados, que por lo que manifiesta señales indelebles de futuro. Varios centenares de neorrurales, soñadores, ecoaldeanos, agentes comunitarios…, compartiendo experiencias y visiones no acaba de ser noticia en los grandes medios. Bioconstrucción, energÃas alternativas, naturismo, permacultura, procesos grupales, “arte de compartirâ€, nuevas formas de democracia horizontal…, no terminan de ser temas serios que atraen la atención de los consejos de redacción. ¿Cómo hacer más sonoro el eco de aquellas palabras, de aquellos cantos, cómo hacer para dar a conocer que un nuevo mundo está ya surgiendo, lejos de la pancarta, del estruendo, de las investiduras más o menos fallidas? Fueron cuatro dÃas intensos. Cantamos, danzamos, celebramos, conspiramos… El “aurresku†y su ceremonia de despedida nos cogieron con la palabra aún en los labios, palabra a medio camino entre la realidad y la utopÃa, entre los cimientos y la primera balconada de balas de paja. La Red Ibérica de Ecoaldeas (rie.ecovillage.org) es un movimiento ya maduro, coordinado a su vez con la Red europea y con la Red planetaria. El GEN (Global Ecovilage Network) nació en el año 1995 y está presente en los cinco continentes. Cuenta con un importante historial y bagaje experimental y tiene rango de organismo consultivo en la ONU. Su razón de ser es el apoyo y fomento de la evolución de los asentamientos sostenibles en todo el mundo. Tal como reza en su página oficial (gen.ecovillage.org): “Entre los miembros de la Red se incluyen grandes redes como: Sarvodaya (2.000 aldeas activos sostenibles en Sri Lanka), la Federación de Damanhur en Italia y Nimbin en Australia, pequeños ecoaldeas rurales como Gaia Asociación en Argentina y Huehuecoyotl, México, los proyectos de rejuvenecimiento urbanos como Los Angeles ecoaldea y Christiania en Copenhague, sitios de diseño de permacultura, como Crystal Waters, Australia, Cochabamba, Bolivia Barus, Brasil, centros educativos como Findhorn en Escocia, centro de tecnologÃa alternativa en Gales, Earthlands en Massachusetts, entre otros…†Resta seguramente convencernos de que nos habÃamos distraÃdo en exceso con teatros polÃticos e investiduras, que por lo demás no terminaban de llegar; que lo que restaba era la investidura de nosotros mismos como auténticos generadores de transformaciones, no precisamente en los escenarios palaciegos donde se concentran los focos, sino en los más discretos y alejados de los media, donde se mide nuestro anhelo solidario, nuestra fuerza de voluntad y creatividad. Hablar del nuevo mundo o hacer el nuevo mundo; en realidad he ahà la disyuntiva clave en la que nos hallamos las gentes inquietas, los servidores de todas las latitudes. Pegados al televisor, a la “teleserie†interminable de la confrontación polÃtica, a la disputada investidura o pegados a la Madre Tierra e “investirla†de todo nuestro amor, nuestra ternura y compromiso. El otro mundo sostenible, justo, solidario, comunitario…, puede ser motivo de conversación o puede ser eje de nuestras vidas. Puede estar en medio de nuestras tertulias de café o puede situarse como razón de vida. La Tierra no puede esperar mucho más y en algún momento habremos de responder a esta cuestión impostergable. En “Amalurra†dijimos que sÃ, que era ya la hora de apagar el televisor, de no esperar ya más a que las soluciones vengan de fuera; que era preciso tornar nosotros/as en auténticos agentes de transformación, sobre todo en exponentes, en testimonio de que la nueva relación de amor con la Tierra, las correctas relaciones entre los humanos son posibles aquà y ahora. Entre las verdes colinas de las otrora castigadas Encartaciones, hicimos un ancho cÃrculo y nos miramos a los ojos. En silencio nos dijimos que ya no habÃa nada que esperar, que el tiempo era llegado y los medios, las herramientas habÃan acudido a nuestras manos. Elevamos un canto, balbuceamos un rezo y formulamos nuevos códigos de funcionamiento horizontal y participativo. Después sólo restaba distribuirnos los mapas, las geografÃas, las tareas… No juramos sobre leyes pasajeras, encendimos un fuego sagrado y sellamos alianzas más allá del tiempo. * Imagen de todos los participantes en el encuentro de Julia (Amalurra) tras la ceremonia de cierre. http://www.KoldoAldai.org |
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