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El principio de Myriam

Más allá del cuestionado valor literario, del virtual abuso de la ficción histórica de su autor, Dan Brown; más allá del mayor o menor acierto de su versión celuloide, resulta evidente que el “Código da Vinci” se ha convertido en fenómeno de alcance histórico. Nos hayamos ante todo un acontecimiento planetario: un legado espiritual, una serie de claves esotéricas, que durante siglos han atesorado de forma exclusiva las sociedades secretas, ahora, en no escasa medida, merced a la habilidad de Brown y al desarrollo de los medios de comunicación, se popularizan, llegan de forma masiva al conjunto de la población.

He ahí el valor de la obra. Lo oculto se devela, lo reservado hasta nuestros días se hace masivo. No hay vagón de metro que no tenga, cuanto menos, un par de “Códigos” abiertos en las piernas de pasajeros deseosos de hacerse con las claves desconocidas.

Trama novelesca a un lado, no hay originalidad, como el propio autor de la misma se apresta a confesar, en el contenido sustancial del “Código”. Hay habilidad de componer una narración de misterio sugestiva, rápida y con tensión.

El Código más allá de sus eventuales excesos, ha tenido la cualidad de acercar al gran público, cuestiones de calado, como puede ser: el cuestionamiento de los evangelios canónicos como la vía exclusiva de acercarnos a la figura de Jesús, la invitación al retorno a una espiritualidad interna, la universalización de parte de un conocimiento privativo y la rehabilitación de la figura María Magdalena, aspecto que deseamos especialmente subrayar.

No es la polémica suscitada con la Iglesia y el Opus la que desea centrar estas líneas. El boom mediático y la controversia que ha acompañado al “Código” no debieran hacernos olvidar la importancia de otras cuestiones que la obra ha universalizado. Lo accesorio puede acaparar más atención en detrimento de lo medular.

La historia va siendo marcada aparentemente a base de excesos. Estos son los que llenan sus titulares. Los aspectos más estridentes, más morbosos de la obra, a la postre podrían haber constituido reclamos para poner sobre la mesa planetaria temas más sustanciales como el de la transmisión del “espíritu de María Magdalena” y el subsiguiente cuestionamiento de las estructuras patriarcales y autoritarias.

Un acontecimiento mediático de estas dimensiones es digno de una reflexión más en profundidad. Aspectos controvertidos en la historia de la cristiandad, como la imagen difundida hasta nuestros días de la “discípula amada”, como adúltera y pecadora, salen a la luz de un potente foco que en algunos aspectos puede llegar a quemar. Avanza la teoría de que María en realidad era un apóstol al cual Jesús le reveló profundos conocimientos y que además pudo haber jugado un rol muy importante en el desarrollo del cristianismo primitivo. Según este argumento que han albergado tantos grupos esotéricos, María habría entendido las enseñanzas de Jesús mejor que ninguno de los otros discípulos y las habría compartido con especial entusiasmo y compromiso.

En este gran debate mundial suscitado con la obra, todos podemos emitir nuestra opinión. Es cierto que la artillería contra el Opus Dei puede resultar excesiva. El ensañamiento contra la Iglesia y su ala más conservadora por haber combatido las sociedades secretas otro tanto. Probablemente sobran los golpes contra esta institución humana con sus aspectos tanto positivos, como negativos. De cualquier forma, tal como está ocurriendo en nuestros días, tarde o temprano se acaba dando cuentas de los monopolios. El de las verdades absolutas puede resultar a la postre bien caro. Nuevos tiempos reclaman nuevas actitudes y habría ya llegado el momento de claudicar de esa posición de superioridad, con respecto a la espiritualidad no controlada, de abrir también en su seno las puertas a la circulación de la perseguida energía femenina.

“El Código da Vinci” en sus versiones de libro o film puede ser síntoma de nuestro tiempo, pero no Biblia. No nos corresponde tanto precipitar el viejo orden, sino encarnar el nuevo. No nos corresponde ensañarnos con las estructuras e instituciones en declive, sino dar vida a las nuevas estructura más cocreativas y coparticipativas.

La cuestión no es qué hacemos con el Opus, por supuesto tampoco si Jesús de Nazareth reposó en la cama con María Magdalena, entre otras cosas porque la mística de esa unión nos sería inaprensible… No nos corresponde escrutar en la alcoba de Jesús, nos corresponde seguir sus enseñanzas de amor fraterno. El mayor “best seller” de nuestros tiempos es el signo evidente de que un plan superior de creciente revelación se cumple, de que, tal como estaba anunciado y profetizado, muchas de las valiosas enseñanzas ocultas trasmitidas hasta nuestros días por la fraternidades esotéricas se hacen manifiestas.

Cabría más preguntarse por la validez de ese conocimiento que a duras penas ha alcanzado el presente, por el despertar universal de esa poderosa energía femenina que encarnaría María Magdalena y que se desborda por doquier en nuestros días. Cabría más interrogarse si no hemos de poner fin a esas interminables conspiraciones secretas de los unos contra los otros; si no debiéramos nutrirnos mutuamente, ahora a la vista de la gran necesidad planetaria, con las claves y fundamentos de una conspiración ya no particular, sino por fin de causa común, la causa del bien y el progreso de la humanidad en su conjunto.

Recientemente tuve la ocasión de entrevistar a uno de los autores que más ha escrito sobre María de Magdalena, Daniel Meurois Givaudan. Hablamos con él de la mujer histórica y del arquetipo; de quien cargaba en sus óleos sanadores el perfume de las flores y del principio de Myriam de Magdala, que es el de una visión no conformista, inclasificable y, a menudo, desconcertante, de la espiritualidad.
Entre sorbo y sorbo de un rico café en un hotel de Madrid, el escritor francés, aludía a un Jesús que prometió que, al cabo de dos veces mil años, el fuego femenino de Myriam crepitaría en multitud de corazones. M. M. habría significado el temprano anuncio de la mujer revestida de todo el poder que se le ha negado, pero a la vez cargada de inmensa ternura. La nueva M. M., “no la mujer de vida ligera”, sino “la que bendice todos los vértigos que ayudan a traspasarse a uno mismo” sería así rebautizada como la heredera de Isis, o la encarnación del fuego femenino de acuario que ya quema, que despierta una necesidad de autenticidad y llama a flamear también en el interior de los hombres.

Nadie mejor que el propio Jesús podría definir el alcance de ese fuego. Meurois Givaudan le atribuye estas palabras en su libro "Visiones esenias": "Todos aquellos que aceptan zarandear el árbol de sus costumbres son los hermanos y hermanas de Myriam de Magdala…" Prosigue el Maestro con las palabras que pone en su boca Givaudan: "Ese fuego es una espiritualidad de ruptura y comunión. La ruptura es con las convenciones, los dogmas y sus petrificaciones; la comunión con el redescubrimiento de un Amor sin artificios y de reparto sin regateos…"

Por si quedara alguna duda, subrayaría el Mesías: "¡Qué el principio de Myriam os habite, si habéis decido contaros entre los que emprenden reformar el mundo en sí mismos!". Según el prolífico autor afincado en Quebec, cuando nos atrevemos a lo que jamás hemos osado, cuando la no-convención opera tranquilamente en nosotros, cuando percibimos que la audacia y la intrepidez asaltan el alma, cuando vemos que la hipnosis social ya no tiene efecto en nosotros, mientras que la compasión y la ternura nos tocan y comienzan a expandirse, sería señal de que hemos sido prendidos por el fuego de Myriam de Magdala.

La nueva mujer, madre, esposa, se colaría por todas las grietas abiertas, quizá incluso también por algún resquicio de la mente del propio Brown… Despertaría así el principio de Myriam; lo haría como puede, haciendo uso de todas las estrategias, incluso las regidas por el puro comercio, porque de una u otra forma estaba llamado a inundar el mundo en nuestros días con su fuerza, con su fe, con su ternura.

K. A.
Equipo de Portal Dorado




Al hilo de la publicación de su último libro sobre la "discípula muy amada" de Jesús.


La eterna pecadora asciende por fin a los altares de la era de acuario. La figura de María Magdalena adquiere un nuevo rostro en nuestros días. Secuestrada, apocada, cuando no difamada por un puritanismo decimonónico, la primera discípula de Jesús, va poco a poco recuperando su dignidad usurpada, su verdadero puesto en la historia sagrada.

M.M. representa mucho más que un personaje bíblico lastrado por una dudosa fama. Se acerca a nuestros días revestida de su auténtico manto, el de una fuerza envidiable, de una lucidez adelantada al tiempo, de una entrega que sobrepasa nuestros parámetros. Simboliza el nuevo arquetipo de mujer llamada a cumplir con su más elevado destino.

Cada uno de sus pasos por el Sur de Francia son hoy objeto de investigación. Se multiplica la bibliografía de esta adelantada alumna del Maestro, cada día menos enigma, cada vez más gigantesco testimonio de ternura y amor encarnados entre los hombres.

Nosotros también hemos ido tras sus pasos. Para ello nos hemos procurado un excelente guía: Daniel Meurois Givaudan. No en vano acaba de dar a luz un nuevo libro que ha titulado: "El evangelio de María Magdalena". (Luciérnaga. Barcelona . Octubre del 2001) . En él, este curtido escritor de temas espirituales, resucita el manuscrito apócrifo inspirado por quién cada vez se manifiesta más como la "amada discípula de Jesús". Este texto fue descubierto a finales del siglo XIX y apareció amputado de una parte importante de sus páginas. El evangelio original fue redactado en lengua copta y data aproximadamente del año 150 de nuestra era. Se conserva desde 1896 en el Departamento de Egiptología de los Museos Nacionales de Berlín.

Poder y ternura
Desconocemos si Daniel Meurois es el guía más documentado para una exploración de la figura M.M., lo que sí estamos persuadidos es de que es buen conocedor del significado que adquiere en nuestros días esta santa marginada, así como de su auténtica y gigantesca dimensión que sobrepasa el contexto meramente histórico. Sentencia el escritor: "Myriam de Magdala encarna un símbolo que sólo nuestra sociedad actual es capaz de empezar a considerar en toda su amplitud".

En todos sus libros de carácter evangélico ("Camino de aquellos tiempos", "El otro rostro de Jesús" y "Visiones esenias" escritos junto a su ex-compañera ) hay un lugar para una M. M. que no se queda postrada y llorando a los pies del Maestro. Lejos de esa imagen estereotipada, en esos textos, fruto de su capacidad de conexión con otros planos, "la plañidera" se manifiesta imbuida de una fe descomunal, de un amor desbordante y activo contagiado por Su compañía. La veremos preparando sus hierbas y aceites, curando a todos cuantos llaman a su puerta, acogiendo en su casa a los hermanos de blanco (esenios) y no blanco, sin importarle lo que de ella se diga. La veremos compartir ese amor cegador entre lo campesinos de la Galia aún romana en muy oportunas dosis, con prudentes pero a la vez espontáneas formas. No hay María Magdalena avergonzada, ni ñoña en la mujer que ha investigado Meurois Givaudan en sus constantes excursiones a los "registros akásicos" (archivos grabados en un "éter" imperecedero, también llamados por la ciencia esotétrica "archivos de luz"), sino, todo lo contrario, una apóstol que salta al mundo autoempoderada de toda la fuerza y la compasión que le había invitado a desplegar el Hijo de Dios en la Tierra.

Huelga decir que no hallamos rastro de promiscuidad en la María Magdalena que nos presenta el escritor francés, más bien encontramos el ímpetu incontestable e irrefrenable de una mujer con plena aspiración de libertad, que no se somete a los dictados de un marido tirano y borracho: Saulo de Tarso. Su huida de Tiberíades con su hijo no es la de una joven en búsqueda de la satisfacción de placeres que no le proporciona el lecho conyugal, sino la de un ser vejado que toma conciencia de un más elevado destino en libertad. Ella simplemente se negó a ser de las que se asfixian e incluso mueren antes de salirse de la fila.

Pero la menor de las intrepideces conllevaba la pública condena en aquellos días. En medio de la plaza, a orillas del lago será señalada con el dedo, los sacerdotes exigirán a sus seguidores que rodeen su casa, mas todos esos agravios no harán mella en ella. Rezando al Eterno se percata Myriam de Magdala que sólo "lo que es", sólo la verdad puede tener importancia, por eso no concede energía en su interior a las habladurías. Lejos de apocarse, verá agrandarse a sí misma: "Entonces conocí un poco el orgullo, lo confieso. He querido afrontarlo todo, desafiarlo todo porque me creía mejor, más verdadera. Tenía la fuerza de la independencia, la intrepidez, pero me faltaba esa calidad de Amor que todo lo apacigua y que el Rabí vino a tocar en mi ser, cuando el momento hubo llegado".

El Fuego de Myriam
Jesús prometió que al cabo de dos veces mil años el Fuego Femenino de Myriam crepitaría en multitud de corazones. Ella habría significado el temprano anuncio de la mujer revestida de todo el poder que se le ha negado, pero a la vez cargada de toda la ternura que jamás dejó en el camino. La nueva M. M. es así rebautizada como la heredera de Isis, o la encarnación del Fuego Femenino de Acuario que ya quema, que despierta una necesidad de autenticidad y llama a flamear también en el interior de los hombres.

Nadie mejor que el propio Jesús puede definir el alcance de ese Fuego. Así lo describe en el libro de Meurois "Visiones esenias": "Todos aquellos que aceptan zarandear el árbol de sus costumbres son los hermanos y hermanas de Myriam de Magdala…" Prosigue el Maestro con las palabras que pone en su boca Meurois: "Ese Fuego es una espiritualidad de ruptura y comunión. La ruptura es con las convenciones, los dogmas y sus petrificaciones; la comunión con el redescubrimiento de un Amor sin artificios y de reparto sin regateos…" Por si quedara alguna duda remata el Mesías: "¡Qué el principio de Myriam os habite, si habéis decido contaros entre los que emprenden reformar el mundo en sí mismos!".

Cuando nos atrevemos a lo que jamás hemos osado, cuando la no-convención opera tranquilamente en nosotros, cuando percibimos que la audacia y la intrepidez asaltan el alma, cuando vemos que la hipnosis social ya no tiene efecto en nosotros, mientras que la compasión y la ternura nos tocan y comienzan a expandirse, es, según apunta el Rabí Jesús, señal de que hemos sido prendidos por el Fuego de Myriam de Magdala.

El alcance de ese llama que empezó a fulgurar hace dos mil años es imprevisible, a decir por este llamado del Maestro que encontramos en el mencionado libro: "Que surja pues la Mujer, la Madre, la Esposa, la Matriz tras cada mirada que poséis sobre el universo…, porque no es simplemente a vuestro cuadradito de sociedad al que concierne todo esto. Es en efecto al Universo en su totalidad, tan seguro como que no se toca un árbol en un jardín sin modificar el equilibrio de este último".

Nos hemos acercado a Daniel con motivo de su última visita a Barcelona. Hablamos con él de la mujer histórica y del arquetipo; de quien cargaba en los óleos sanadores el perfume de las flores y del principio de Myriam, que es el de una visión no conformista, inclasificable y, a menudo, desconcertante, de la espiritualidad.

La M. M. que el escritor nos pinta en su último libro es el de una mujer madura con un rostro en el que las mejillas se habían hundido, pero que sin embargo conservaba una belleza "que había ido replegándose y concentrándose en los ojos". La sitúa en su última etapa de la Galia. Allí sigue bendiciendo todos los vértigos que ayudan traspasarse a uno mismo:


En el Sur de Francia ¿Qué le empujó a M.M. más allá de Tierra Santa?
- Es el Maestro Jesús en persona quien encargó a Myriam de Magdala ir a Galia acompañada de algunos discípulos en medio de los cuales se encontraba José de Arimatea. El objetivo era establecer un puente con la cultura y la religión célticas y también idealmente, crear lazos con las pequeñas ciudades habitadas por judíos al borde del Mediterráneo, en dirección hacia Nimes y Lunel.


¿Qué labor desplegó en el Sur de Francia?
- Casi estaríamos tentados de afirmar que “evangelizó” el sur de Francia pero sería falso, ya que la noción de Evangelio no existía aún. Ella no quería convertir a nadie, pues Cristianismo no significaba nada por aquel entonces y nadie hablaba de crear una religión. Se trataba únicamente de evocar la existencia de Cristo, de dar testimonio y de reunir seres humanos alrededor del Principio que Él representaba, respetando las creencias y costumbres locales, así como la fe druídica.

¿Por qué fascinaba su personalidad?
- Su personalidad fascinaba porque encarnaba precisamente la enseñanza de Cristo. No hablaba de Él, sino que Le hacía revivir en cada uno de sus gestos. Su sonrisa, la simplicidad de su persona y su espontaneidad se conjugaban para hacer de ella la mejor embajadora.

En este y en anteriores libros vuestros, indicáis que se aplicó en la fabricación de aceites curativos, ¿podéis dar detalle al respecto? ¿Qué escondía en la profundidad de sus grutas?
- No puedo decir gran cosa acerca de los aceites curativos ya que trabajaba sola, un poco a la manera de un alquimista. Sin embargo sé que estos aceites se podían combinar con agua. Tengo conciencia también que creó un aceite muy particular, llamémoslo “universal”, que lograba elevar al paciente a diferentes niveles vibratorios en función del tipo de desorden a tratar.

Mujer de hoy
¿Está hoy de forma más masiva encarnada la mujer libre, audaz e intuitiva cuyo arquetipo representó M.M. ya hace 2000 años?

- Sí, es incontestable que las mujeres de hoy en su conjunto, encarnan de manera más notoria que en el pasado, el arquetipo de Myriam de Magdala como “mujer libre”. La sociedad occidental de hoy, les concede una independencia y una libertad de acción que no tenían en el pasado. Sin embargo, no podemos establecer vínculos entre Myriam de Magdala y los movimientos feministas. Era libre porque se desenvolvía fuera de las convenciones sociales, como un soplo de aire puro, como un perfume. Su libertad residía en la manera de seguir audazmente su intuición, riéndose de las ideas preconcebidas y de ciertas reglas humanas.

¿Cuál es su mensaje para la mujer de hoy?
El mensaje de Myriam de Magdala para las mujeres de hoy podría seguramente ser el siguiente: “Tomad conciencia de vuestro papel como motor de vuestra sociedad. Los cambios pasan por vosotras”. Es necesario no olvidar tampoco la sensibilidad femenina que duerme en cada uno de los hombres y que es generalmente negada.

En tu libro evocas el "andrógino ideal", ¿no hay peligro de que al manifestarse éste, el hombre y la mujer renuncien a sus esencias vitales, complementarias?
La noción de andrógino ideal no supone el abandono de las esencias vitales masculina y femenina. El andrógino las sublima, no las anula. Las hace fusionarse en un estado de conciencia del cual no tenemos idea aún.
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Comunión de almas
¿Cuál era el papel que jugaba M. M. en el teatro en torno a Jesús?

- Jugó el papel del primer discípulo de Jesús, aquél que goza de la ventaja de tener conversaciones privadas con él. La Iglesia Católica ha ocultado este hecho en sus Evangelios canónicos, porque quienes estructuraron sus dogmas eran patriarcas que negaban a la mujer la equidad con respecto al hombre. Así, todos los fragmentos que la ponían en primer plano, han sido sistemáticamente suprimidos.

He ahí también la razón por la cuál los Evangelios oficiales conceden muy poco espacio en sus textos a Myriam de Magdala. Ella era en realidad todo un “estorbo”.

¿Por qué durante tanto tiempo "la prostituta"?
- Ha sido identificada como prostituta en razón de su gran libertad de movimiento y de palabra. Ella se atrevió a abandonar un marido violento, algo absolutamente fuera de lo común en aquella época. Se ha utilizado su reputación de mujer atrevida para fabricar el arquetipo de la pecadora arrepentida, así como se hizo de Tomas el arquetipo del incrédulo, lo cuál no tiene nada que ver con la realidad histórica.

¿Su relación era de Maestro y discípula o había algo más? ¿Hasta dónde piensas que llegó la intimidad entre Jesús y M.M.? ¿Proximidad sólo de almas?
- Opino, pero esto no es más que mi convicción personal, que la relación que unía Jesús a Myriam de Magdala, sobrepasaba aquella que une maestro y discípulo en su concepción clásica. Estoy cada vez mas convencido que esta relación era de tipo tántrico en el sentido más elevado de la palabra. Esto supone, por supuesto una unión carnal íntima, dictada por la comunión de las almas.

Puro Amor ¿Cuál es el sentido noble de la sensualidad que M.M. representa?
- Myriam de Magdala representa para mí la sensualidad en el más noble sentido del término, porque vivía en un estado de fusión casi permanente con lo más bello que existe en la naturaleza: los perfumes, los colores, las formas y los sonidos. Bebía la vida por todos los sentidos de su cuerpo y no establecía ninguna ruptura ni frontera entre el mundo palpable y los mundos sutiles. Para ella, los sentidos podían ser un puente entre lo Divino y lo Humano, si sus funciones eran bien comprendidas y guiadas por el amor.

¿Dónde radica la verdadera pureza del amor, que por ejemplo tú evocas al mencionar la relación entre Jesús y M.M.?
- El amor que unía Jesús y Myriam de Magdala se caracterizaba por una no-posesividad absoluta, un estado de comunión de almas que les permitía plena autonomía, conservando un vínculo energético entre ellos. Vivían en el estado de “no-frontera” que se menciona en el Evangelio de M.M..


¿Cómo manejó M.M la continua “tempestad” que se cernía sobre ella?
- No era ella quién dirigía la “tempestad” que la acechaba, sin embargo sabía bien cómo conducirse. Al fin y al cabo el movimiento permanente era su manera natural de ser. Vivía cuanto la rodeaba con una gran calma interior. No había problema para ella en la cercanía de esa “tempestad”, puesto que tomaba conciencia de que era “el centro dentro del cambio”, tal como lo afirma su evangelio.

Presente y futuro
"Su esencia de Luz no nos deja" dice M. M. a propósito de Cristo. ¿Cómo se manifiesta esa Esencia en nuestros días?

- La esencia de la Luz de Cristo se manifiesta hoy gracias al ingreso progresivo de nuestro mundo en mutación a un nuevo “campo de conciencia”. Esto puede abarcar cada vez más seres y no únicamente los discípulos más próximos. Somos nosotros los que debemos abrirnos a esta realidad interior, invitándola plenamente en nosotros.

¿Qué vigencia tiene hoy el Evangelio de M. M.? ¿A la luz de su Evangelio, cuáles son los motores del nuevo ascenso de la humanidad?
- Los motores del mundo que se abre hoy son la osadía, la confianza y el descubrimiento de una nueva forma de amor más grande. De manera general, se trata de aceptar una verdadera metamorfosis y no una simple reactualización de nuestros viejos valores.

Vemos en los ojos pequeños de nuestro gran interlocutor algo del hechizo que ha obrado en él la discípula adelantada, la magia contagiosa del testimonio sin rumbo, ni fecha de la "bienamada". Nada podía hacerle callar en su relato apasionante, sin embargo, aquí sobre el papel, el espacio tan breve…: "Lo siguió a todas partes…Myriam aprendió a no vivir más en la rebeldía frente al orden del mundo, sino en el centro de sus desafíos personales. Es así como se convirtió en ese tipo de almas que tiene la misión de construir con sus manos ese 'imposible' por medio del cual todos crecemos a nuestra vez…".

Más que una entrevista al uso, una unión de almas en torno a una grabadora. Él remata con estas palabras de la santa, de esa maga de ayer y de siempre a la puerta de la cueva donde prepara sus hierbas: "Amar es la unión del puño que sabe alzarse y del corazón que no expresa sino ternura… Aquél que me enseñaba sigue hablándome e instruyéndome". Seguramente no se trata del diálogo privilegiado entre Él y ella, sino más bien de un Eco que llama a cada oído, una Voz omnipresente a veces aporreando, a veces puro susurro, pura ternura…

 
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