Tienen derecho a querer ir más lejos, a querer avanzar en pos de más anchas libertades, siempre que lo hagan con respeto, con no-violencia, con diálogo, con la razón y con los brazos abiertos, tal como lo están intentando hacer ahora, aún con todas las dificultades que para ello encuentran. Tienen derecho a seguir caminando más a su modo, simplemente porque necesitan más aire y menos asfixia. A la vuelta de todas estas trifulcas nos volveremos a encontrar los pueblos y las personas que ahora nos hemos separado. Es la Ley superior de la fraternidad, es la Ley de la Unidad y la Solidaridad Universal a la que estamos destinados y que obra en el Plan Superior de Amor para esta Tierra bendita. Nada puede detener ese avance, más o menos acelerado, hacia nuestro fin único e incontestable, hacia esa entera comunión humana, sin fisura de ningún orden. Nos volveremos a encontrar en unión libremente asumida, en unión florecida en diversidad, unión que absolutamente nada, nada podrá fragmentar. Estamos en las manos de Dios. En ellas deseo de nuevo entregarme esta mañana. En estos tiempos convulsos estamos siendo especialmente medidos y graduados. Esta hora la miraremos en la recapitulación final con particular lupa. En las manos de Dios está el discernir quienes hicieron más por la fraternidad humana, por la unión de los pueblos de España: quienes tutelaron la puerta de salida o quienes creyeron que debÃa permanecer abierta aún con todas las consecuencias. Quienes apostaron por mantener el estatus quo actual, con lo que ello conlleva de forzamiento, con leyes promulgadas en otro contexto y circunstancias, quienes apostaron por dar más importancia a ley antigua que al latido de ahora o quienes creyeron y creÃmos que el otorgar plena libertad a quienes quieren ejercerla, aun con riesgo de equivocación, es la única garantÃa para poder abrazar un dÃa de forma indisoluble a otras gentes y pueblos, de asumir por propia y no ajena voluntad, el principio de verdadera unidad y fraternidad. Clareará un brillante amanecer tras estos dÃas confusos. Cada vez hay más voluntades por el diálogo, aumenta el consenso en favor de la reforma de la Carta Magna y ello es alentador. Aunque tÃmido, ello ya es un primer paso. No perdamos jamás la esperanza. |
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