Me consta que nunca viene de capricho, nunca nos alcanza por antojo. Sé que tiene su razón de ser y aguijonearnos en precisa y exacta medida. Desconozco las razones más ocultas, se me escapa la causa primera. Ignoro por qué llama intempestivo a la puerta, pero se la abro y le doy de corazón la bienvenida, es el viejo hermano que aún nos acompaña, el inconfundible maestro que conocemos como dolor. TodavÃa le necesitamos para poder crecer, purificarnos y evolucionar. Podamos cuanto antes despedirle agradecidos/as, prescindir de su presencia siempre incómoda, siempre sagrada. La casualidad no existe. La buena o mala suerte es puro invento humano. Dios no acostumbra jugar a los dados. Tren Alsasua-Donosti, sábado 27 de Octubre de 2018 |
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