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Sobre el fracaso

El fracaso es imprescindible, tanto o más que los laureles. El fracaso forja en nuestro interior esa suerte de imprescindible acero. Hay un abismo entre fracaso y desesperación. El fracaso es sólo una coma, las desesperación tantas veces un punto final. El fracaso es necesario, la desesperación nunca. Cada día se alza el sol y el Misterio jamás nos abandona. El fracaso abre los ojos, nos detiene, nos permite dar con lo que erramos. La desesperación nos ofusca, nos ciega; no ayuda a nada, ni a nadie.

Nunca razón para hundirnos en nosotros mismos, si lo hemos dado todo. La desesperación ofende a la Vida, a la misma Vida que nos prueba. La Vida necesita probarnos, porque nos quiere cada día más y más a su servicio.

Mañana me levantaré, agitaré las alas y me haré de nuevo a los anchos cielos y sus compromisos y sus ideales. Hoy sin embargo apenas teclado, hoy me descalzo los pies, paseo la playa vacía, saboreo fracaso. Caminar la arena, pero sin que los pies se hundan. Hoy disfruto el fracaso como un regalo, pues me permite detenerme y llevar corales a mi oído y escuchar cada vez más lejano el sonido del naufragio; me permite callarme, recogerme y compartir con vosotros/as estas letras de breve invierno preñado de esperanza...

 
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