En el dÃa de hoy, al igual que toda la comunidad católica, que el entrañable Papa Francisco, nosotros también perfumamos el recuerdo de la Madre Teresa de Calcuta. Hemos estado en sus "cuarteles" de Madrid, Calcuta y AdÃs Abeba. Hemos acudido a establecimientos en los que el fuerte olor apenas nos permitÃa permanecer allà unos minutos, cuando las hermanas permanecen ahà toda su vida. Fuimos a hacer el payaso a orfanatos en los que nuestras voces quedaban ahogadas por el ruido infernal de los coches de la calle… A lo largo de mis dÃas cuando mi fuerza y mi fe flojeaban, sólo tenÃa que visualizar a dos hermanas avanzando juntas con su impoluto shari blanco, con su rosario en ristre por un paisaje de desolación. Su testimonio sin par generoso, ejemplarizante siempre me ha acompañado.
Asà pues nosotros también perfumamos esa memoria, ese nuevo altar católico recién inaugurado. También llovemos nuestros pétalos sobre esa santa que se entregó por entero a los últimos de entre los últimos. Recién hoy pone, con sobrado merecimiento, su pie en los altares de Roma, en el sagrario de nuestros corazones.
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A Coruña 4 de Septiembre de 2016 |
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