En realidad no estoy solo. ¿Cómo, si estoy junto la higuera que me proporciona el más dulce fruto cada mañana? ¿Si estoy junto al castaño que ya empieza a rodar su carne con espinas por toda la pradera, si estoy junto a la huerta desbordada de puerros y calabazas? ¿Cómo, si estoy junto a una creación que especialmente nos colma con su generosidad estos dÃas? Un perro ladra muy lejos recordando una alianza que se extiende por supuesto a los hermanos que no leen, ni teclean. ¿Cómo estaré solo, si ella puede venir en cualquier momento y abrazarnos con cariño y traer noticias de los amigos e inundar la cabañita con su sonrisa? ¿Cómo estar solo, si escribo en el teclado y puedo hablar contigo y nos podemos comunicar de alma a alma, que en definitiva es lo que importa? ¿Cómo estar solos si tratamos de servir al mundo, si formamos parte de una familia enorme, maravillosa, multicolor, sin siglas, ni marca, que trabaja por unir a toda la humanidad, por encarnar el supremo espÃritu de la fraternidad, por traer el Reino de Dios a esta bendita Tierra…? Es en realidad en la soledad cuando estamos más acompañados, más cerca de todo. Es la llamada soledad la que nos permite respirar a fondo, sentir con intensidad, acariciar esa ancha Comunión que no tiene nombre, que no conoce fronteras. Groba-Arteixo 26 de Septiembre de 2016 http://www.KoldoAldai.org |
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