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Ruidos

Siempre me ha vencido, siempre me ha derrotado en todos los terrenos y circunstancias. Cada vez que he querido hacerle frente con mi equipo de cascos, tapones de caucho, de cera… ha salido ganando. Hablo del ruido tan temible, como omnipresente. Vengo de la última derrota. Escribo frente al mar, pero vengo del infierno. Obras en la casa de mi madre, puro taladro mecánico y martillazo…

Podría escribir un libro sobre mis experiencias huyendo de los altos decibelios. Los innumerables cambios de casa y de trabajo que he debido hacer en esa huida sin tregua… Doy gracias a Dios por el bosque silencioso que hoy por fin me rodea, pero a veces hay que bajar al asfalto, a veces en ese asfalto te encuentras con el temible martillo mecánico…

¿Por qué unas personas son inmunes al ruido y otras no? ¿Por qué la ciudad y sus ruidos se hace tan llevadera a unos y a otros no? ¿Por qué un joven puede llegar a pagar por oír “heavy metal†y otro pagaríamos por no tener que escucharlo en los ambientes en que somos obligados a soportarlo?
Éste es un espacio para enriquecernos mutuamente. No he encontrado ninguna explicación al respecto en los manuales de Sabiduría. Estamos por lo tanto en el terreno incierto de la conjetura. Las olas ordenan los interrogantes que ahora me decido a compartir en esta Red fraterna. Comparto las conclusiones a las que he llegado, que evidentemente pueden estar erradas. No todas las personas acusan, ni mucho menos, una misma afectación al ruido. La vulnerabilidad al ruido implica sufrimiento y éste en la mayoría de las ocasiones, tiene un origen kármico. ¿Será por lo tanto esa vulnerabilidad una cuestión kármica, la moneda de cambio de un pago?

Contemplo otra opción que por cierto en ningún caso representaría lo que me acontece. ¿Será esa vulnerabilidad consecuencia de la opción de encarnar en misión de servicio? Esa alma tendría su origen en regiones de la luz donde reina el silencio y la música más sublime que podamos imaginar. El alma embotada en un cuerpo sufriría en medio de un contexto a menudo tan desagradable. No veo otra razón para ese sufrimiento, pero por supuesto puede haberlas… Se abren apuestas. Ojalá alguien pueda aportar algo interesante al respecto. Muchas gracias por adelantado.
Sé que pisaré el acelerador... Termina esta larga estancia en la ciudad. Mañana marcho ya al bosque. Hay que cultivar las relaciones humanas; hay, por supuesto, que cuidar con cariño y dedicación de nuestros mayores…, pero cuánto añoro el silencio, la paz y el despertar de los pájaros. Aquello que fervientemente anhelamos, si en verdad lo merecemos, será nuestra eterna heredad…

Donostia 5 de Septiembre de 2018

 
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