No diré su nombre. No puedo. No le dan la ciudadanÃa a quien es ejemplo ciudadano. Cuando le conocà hace ya más de un año, pensaba que esa sonrisa, ese espÃritu siempre positivo eran sólo tarjeta de presentación. El tiempo fue pasando y demostrando junto a la equivocación, la fortuna de su amistad. Estuvimos mano con mano trabajando duro, construyendo esa cabaña de madera que ayer nos cobijaba, ayudándole muy poco también con la suya. Pese a sus jornadas interminables su sonrisa nunca, ni por un instante se apeó. No olvidaré la sola linterna en mitad de la cerrada oscuridad que iluminaba aquel bricolaje tan devocional como interminable. Trabajaba noche y dÃa para crear un hogar cálido para su amada que atravesó también ancho océano y desembarcó en la cabaña de al lado, justo ahora hace un año. Jamás una palabra de cansancio, de desgana, de abatimiento. A lo largo de todos estos meses ha cogido en la comarca los trabajos que nadie quiere. Ha limpiado cuadras, hundido las piernas en el estiércol de inmundos establos, ha llenado leñeras, ha segado los enormes campos, subidos a los andamios que movÃan los mismos y provocadores vientos... Cuando llegaba siempre de noche, sudoroso, agotado a la comunidad tras jornada agotadora, nos volvÃa a obsequiar su sonrisa redonda, entera, admirable. Yo le llamo el “hombre sin grietasâ€, porque no se las he encontrado, por más que le he observado. De seguro que las tiene, porque sino no habrÃa vuelto a la escuela de sonrisas y corazones limpios que constituye esta tierra, pero deben de estar bien escondidas. En las situaciones más lÃmites y delicadas no han aflorado. Siempre discreto, siempre prudente y equilibrado, siempre elogioso de los demás, jamás una palabra negativa del prójimo en medio de la vida siempre intensa y azarosa de la comunidad. El “hombre sin grietas†es ejemplo, es buena nueva y por eso lo traigo a este muro. Espero que no se entere. No me lo perdonarÃa. + En al imagen, comunidad de O Couso donde las cabañas. |
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