Las Grandes Almas nos indican que nuestra palabras desafortunadas son como criaturas malcriadas que sacamos al mundo y causan daño, pero desde que han salido de casa ya no podemos retenerlas, ya no podemos evitar el daño que generan. Dios nuestro, enséñanos a callar, a modernos la lengua cuando sea necesario, a tragarnos la crÃtica gratuita, la que no va a ninguna parte, la que sólo hiere y no sana, la que sólo satisface un afán inferior. Que sólo, sólo palabras de bendición, de elogio, de halago y admiración salgan de nuestra boca. Dios nuestro enséñanos el correcto uso de la palabra, para que no malgastemos ese poder inmenso que has colocado en nuestros labios, para que no dilapidemos el caudal infinito de Tu Verbo en nuestra boca; para que cada una de nuestros mensajes creen, adornen, embellezcan; para que cada uno de nuestros vocablos acerquen, unan, eleven; para que sean siempre para Tu Gloria y en Tu Nombre. ¡Asà sea! |
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