Política y paz | Una sola humanidad | Espiritualidad | Sociedad | Tierra sagrada

Hoy, más que nunca, el arte.

El día pasado, los yihadistas comenzaron a saquear y arrasar con topadoras y excavadoras la ciudad asiria de Nimrud, joya arqueológica del norte de Irak, una semana después de destruir valiosas esculturas preislámicas en Mosul. Pensábamos que había muerto para siempre el "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!" de aquel desafortunado general franquista. Pensábamos que tras el grito de aquel triste 12 de Octubre de 1936 en la Universidad de Salamanca, todos, cada quien en su forma y medida, amábamos la cultura.

Se nos pide un plus de compasión al contemplar como los fundamentalistas destruyen todo rastro de cultura y de arte en los territorios ocupados por el denominado Estado Islámico. Plus de compasión para aquellas almas tan dormidas, incapaces de apreciar la belleza. Plus de compasión para volcar sobre esos seres que arremeten mazo en mano contra tan valiosos legados. Plus de compasión para quienes se emplean tan a fondo en la destrucción y la muerte.

Elegimos encarnar justo cuando las fuerzas que construyen y las que destruyen alcanzarían ambas un gran potencial. Las fuerzas que destruyen no son sólo las arrasan Nimrud, sino las que arremeten también, por ansia de lucro, contra la sagrada naturaleza, contra los derechos de nuestros hermanos. Elegimos venir al mundo en este tiempo, en esta geografía, a la vez que los señores de la barba y el mazo, a la vez que se levantarían las banderas negras, al tiempo que quienes las enarbolan se tornarían tan ferozmente agresivos.

Intentamos verter la luz de las leyes superiores para poder comprender lo aparentemente incomprensible. Nos ayuda la ley de la evolución. Constatamos que sobre el planeta se reúnen seres con importantes diferencias evolutivas. Nos ayuda la ley suprema del amor, el verter luz y compasión sobre quienes han llegado a tamaño grado de ceguera. Nos ayuda finalmente la ley de consecuencia. Todo se reordenará. La belleza volverá a brotar de las arenas del desierto y quienes destruyeron tan absurdamente, habrán de reconstruir para que la cultura en su más ancha diversidad, la armonía y el respeto, vuelvan a reinar sobre esta tierra bendita.

Sobran esos mazos, esas excavadoras y topadoras. El arte nos acerca a los humanos. La belleza nos eleva, nos une en un mismo sentimiento del alma. Aunque se encuentre medio enterrado en la arena, aunque lo amenacen tan torpes martillos, hoy más que nunca urgimos del arte, arte capaz de unir al humano con su semejante, arte de capaz de salvar todos los abismos, de reunirnos de nuevo en una sola y diversa raza para siempre hermanada.

 
   |<  <<    >>  >|
NUEVO COMENTARIO SERVICIO DE AVISOS

 
  LISTA DE COMENTARIOS