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Rendir la pluma

"El discípulo cuida que su palabra esté llena de inteligencia, de luz, pero también de calor, de amor y de la plenitud del amor. Sólo en este momento se convierte en poderosa"
OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Tratemos de cumplir nuestra parte con humildad, con alegría. Uno siempre creerá que su obra es digna de más recorrido, que sus letras debieran de llegar más lejos, a más corazones. A veces nos creemos dignos de más “elevadas” misiones, sin reparar que es el “ego” canalla el que en realidad oposita para atraer foco y reconocimiento.

Todo está bien. Estamos junto a la porción de humanidad que nos corresponde. No más, pero tampoco menos. No nos perturbe la prisa, adquiriremos crecientes responsabilidades, sin en verdad nos hacemos dignos y merecedores. Nuestro perímetro de influencia no es casual. Nada está sujeto a un azar que no existe. Hasta en los más nimios detalles, cada quien goza del eco que le corresponde.

Lo importante es alumbrar palabra con cuidado y amor. ¿Qué sabemos en realidad del recorrido de la letra, de sus meandros, de sus rápidos..., menos aún de su final destino? Éste no nos compete, tampoco nos preocupe. Abandonemos también la pluma a una Voluntad que no necesariamente es la nuestra.

 
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