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Ola de calor

El frescor no acudió a su cita diaria con la mañana. Ni la oscuridad fue alivio, ni siquiera la noche trajo su debida tregua. Los sueños huyeron también a la vera de alguna astral orilla.

Aquella mañana de temprano estío, nos despertamos pronto y la tierra ardía. Sin descanso en el cuerpo, sin aire en los pulmones, sin rencor en el alma, nos acercamos a un teclado para compartir que algo habíamos hecho mal. Era preciso volver a empezar: Debíamos establecer un vínculo de mayor cuidado y respeto para con la Tierra, nuestra Madre.

El progreso desnortado, la producción y sus gases descontrolados, el expolio y la contaminación debían cesar. El futuro debía ser sobre otra base, para no volver a despertar otro día, sin descanso en el cuerpo, sin aire en los pulmones, sin esperanza en el horizonte... "Amalurra" merecía otro trato. Aún estamos a tiempo de que la suave y fresca brisa acuda a los despertares del mañana. ¡Así sea!

 
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