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Accidente y karma

Exploro y comparto con gozo en estos tiempos de prolongado retiro interior. No obstante subrayar que la reflexión sobre el accidente que ahora presento, más que otros temas que habitualmente exploramos a la luz de la Sabiduría sin tiempo, es pura elucubración. Apenas he hallado información en los manuales de sabiduría arcana, teosófica... sobre la cuestión. Comparto por lo tanto hipótesis susceptible de error, por más que trate de ser inspirada por una Verdad superior. Esta es la sola Luz que nos alumbra.

Nada de la conjetura que sigue a continuación goza de autenticidad y por supuesto no debe aceptarse sin particular y severo discernimiento. La autenticidad sólo será si halla eco en nuestro corazón, si en verdad el postulado se aviene a la Verdad con mayúsculas que siempre perseguiremos. ¿Por qué escribo entonces? Sencillamente porque esta reflexión me ha dado paz y alivio. Ojalá esa paz y alivio puedan ser en el interior de otros/as hermanos/as.

La sabiduría divina invita, por encima de todo, a un ejercicio de lógica. Ese ejercicio de cabalidad me guía para intentar desentrañar la incógnita. Por una serie de derivadas vamos a llegar a la conclusión de que el accidente es una situación, a veces dura, que somos llamados siempre a aceptar e integrar. El accidente, no sólo la enfermedad, puede ser un expoleador de conciencia.

He aquí, paso a paso, los silogismos a partir de una premisa inicial, que constituye la base fundamental: “La Justicia divina siempre es. Nada escapa a ella. El accidente se puede producir, pero es siempre equilibrado por la Justicia superior.â€

El accidente puede acontecer por más que no se encuentre necesariamente en el plan o contrato de vida. Puede hallarse una actitud proclive en base a un carácter inquieto. Que el Plan contemple el accidente, no quiere decir que sus consecuencias desnivelan la balanza kármica. Habitualmente un accidente es causado por una inconsciencia, por una actitud precipitada, por una falta de atención. Es aquí donde comienza la elucubración. Una falta de atención no se puede considerar, a la luz de la Ley, como una falta grave, luego y primera consecuencia, el accidente no puede aumentar nuestra deuda. No tiene peso kármico suficiente para desbaratar nuestra balanza.

Nosotros tenemos en la balanza un plato de felicidad por un lado y otro de necesarios sinsabores, como consecuencia del mal que hemos podido originar a terceros. Nosotros tenemos un plan de vida que no se establece más que en sus hitos más fundamentales, no se puede delinear al detalle porque entonces conculcaríamos nuestro propio libre albedrío. De la misma forma y por silogismo, no está establecida al detalle la forma de saldar nuestro balance negativo. En el discurrir de nuestros días y ésta es la principal conclusión que deseaba compartir, aún con el claro riesgo de equivocarme, los administradores del karma se sirven a no del accidente para contribuir a saldar nuestra deuda. La aportación sería por lo tanto: el accidente fortuito nunca supondría un aumento del karma, pero sí puede utilizado para saldar el karma pendiente.

Esta conclusión nos proporciona paz. A mí personalmente me la ha aportado y por ello comparto, aún a riesgo de equivocarme. Nos lleva a discernir que no hay dolor gratuito, que todo dolor equilibra lo pendiente, que puede ser emancipador y ayudarnos en definitiva a labrar un futuro más feliz.

Avanzamos aún con todos nuestros interrogantes, avanzamos unidos/as hasta que una Luz más clara se haga presente entre nosotros/as. El dolor traiga siempre su debida recompensa en forma de un acrecentamiento de nuestra conciencia.

Artaza 1 de Abril de 2020

 
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