Ahora que estamos reconociendo todas las constelaciones que nos alumbraron e influyeron. Ahora que retornamos al pasado desnudos por fin de rencor e ira, nos descalzamos e hincamos la rodilla ante los cirios ya gastados, ante el altar polvoriento y olvidado. Somos ese pasado, esa tradición ardiente, esa fe entregada. Somos esa historia y damos gracias, siempre gracias… Ahora podemos disfrutar de una letanÃa que memorizaron los labios, de una pizarra que cobijó generaciones, de una ermita que sobrevivió a todos los vientos. Estamos aún acarreando esas piedras sagradas, cincelando sus esquinas, encalando sus paredes…, sobre todo agitando sus campanas. Somos esas campanas ya durmientes, rendidas que antes inundaron el bosque con su llamada poderosa. La Obra continúa, la llamada nunca se acaba. Hemos vuelto para abrazar y agradecer al fiel árbol guardián, para agitar esas campanas en lo profundo del valle, para subir a la torre castigada y llamar sin distinción de credo, ni fe. Ahora nuestras campanas hablan idiomas, son universales. Allende musgos y helechos, alcanzan otros valles y montañas, otros corazones ya no importa la tradición, la nación, la raza… * La ermita en cuestión está en Fonsagrada (provincia de Lugo, municipio colindante con Asturias), en el denominado “Valle de los pintoresâ€. |
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