El mayor desafÃo que atiende el ser humano es la superación del ancestral paradigma de la confrontación. No conviene entregar nuestra energÃa, nuestra fuerza, nuestro corazón a quien alimente cualquier género de humana contienda. No conviene otorgar nuestro apoyo a quienes hacen causa de la disputa con sus congéneres. Nuestra causa es la hermandad humana, nuestra máxima es la unión de todos los seres por encima de sus credos e ideologÃas. No nos dejaremos seducir por el renovado llamado a las batallas en las que ya participamos. Esas batallas han muerto para siempre. Enterramos en el mismo agujero banderas y nostalgias. La inercia del pasado no tomará las riendas de los nuevos dÃas. Hemos renacido a una nueva vida y nuestra causa es ahora la de la no ofensividad, la de las correctas relaciones, la del cooperar y el compartir. SÃ, es cierto que Jesús sacó a los mercaderes del Templo, pero su firmeza era ante la usura, su ira no era para con los usureros. No nos confundamos. No arrimemos al Cristo a nuestra particular "kale borroka". Él jamás concibió barricadas. Si para algo vino, fue precisamente para desmontar todas las barricadas humanas. |