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¡Gracias hermana!

Él pintaba la Luz, ella decidió asaltarla. Él traía la Luz al lienzo, ella entró en el marco, corrió en Su búsqueda. A veces vencen las nostalgias. Todos los lienzos de la tierra no pueden contenerLa. Por esa Luz desnudamos ventanas, corremos una y otra vez las cortinas de nuestros días, por esa Luz decidiste apresurarte en el albor de la primavera. Sólo lograremos ahogar en servicio y entrega esas nostalgias gigantes, ese anhelo insobornable…

Venzamos juntos/as aquí en la tierra las nostalgias de los Cielos para no correr hacia fulgores vacilantes. Juntos de la mano avancemos por el laberinto de la vida, sin necesidad de tentar vacíos. Las redes se hicieron sin darnos cuenta a golpe de sol compartido, de sudor y de cintas de colores, de noches bajo las estrellas y senderos en el día. La fraternidad ya es, ya ha florecido y no deseamos se despiste nadie en laberintos con caída.

No sé nada, no escuché el teléfono, no oí ninguna noticia… Olvidemos los abismos, las brutas olas que sacuden las rocas, los metales viles que callan latidos, los atajos locos, los laberintos sin salida… Venzamos juntos las nostalgias en una alianza de compromiso cada vez más firme y sostenida. Venzamos juntos las melancolías en la consagración al instante y al prójimo en el seno de una red, de una hermandad cada vez más ancha, sólida y elevada. Venzamos con la ayuda del Cielo juntos a la muerte y su espejismo. Las redes son, pero no es preciso se rompa la mañana, no tienen que llegar esas llamadas para recordárnoslo. A veces se encarga el dolor de avisarnos de los lazos sellados. Si alguien deja el hueco, si a alguien le vence la nostalgia, sentimos su ausencia.

Nadie nubló la luz inmensa de esta mañana. Quizás no te bastaron todos estos rayos juntos, toda esta primavera condensada. Estamos en nuestro derecho de pedir más Luz, pero los relojes de verdad cuelgan Arriba y nosotros no movemos las manecillas de nuestros días…

Nadie llamó en medio de la luz inmensa de esta mañana. Vives en nosotros. En el centro del laberinto te encontramos, allí te recordamos. Buscamos en los bosques de hoy las piñas y piedras preciosas del mañana. Los colocamos a tus pies, ahora ya leves, para que nunca más te venza el dolor, te venza el recuerdo, para que no olvides que mañana iremos contigo entre senderos siderales.

Corremos por el laberinto del tiempo para llevarte flores que no caducan, nuestros perfumes de esta tierra, pese a todo también bendita, flores por la vida con que nos honraste, por la sonrisa que nos contagiaste. Sí, es cierto, tu sonrisa nunca terminaba de explotar, siempre añoró una Sonrisa más grande. Pero a nosotros nos llenó en toda su magia y amor, en toda su infinita nostalgia y entera pureza.

Gracias de corazón hermana. Agita tu sonrisa contenida, tus cintas de colores. Deja guijarros brillantes en los laberintos del mañana.


Koldo

 
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