En el cementerio sólo olvidamos unas viejas lágrimas a poner al sol y secar. Se acerca el "dÃa de los muertos", pero las mejores flores no las colocaremos en el frÃo mármol, sino en el altar de la vida. Mármol para los que carecen de techo y de casa, no para los que vuelan. Lo último que desean nuestros seres queridos es asirnos a esa piedra negra, a esa honda pena. Se acerca el "dÃa de los muertos", pero teclado en mano queremos cantar a la vida. Es, se consuma, encarna, se realiza aquello que nosotros y nosotras cantamos. Ésa es la Ley insoslayable. No existe aquello que no cantamos, que no creemos, que no alumbramos. |