En el camino está la meta, en el fracaso bien asumido nace la fuerza para la victoria. Nuestros gestos y comportamientos dibujan horizontes. En la polÃtica como en la vida, hay que saber perder; hay que abrazar al adversario, cuando éste se lleva la mayor parte del pastel electoral, por mucho que duela su interesado ejercicio del poder. Hay que saber perder a sabiendas de que la liza es a largo plazo y más pronto que tarde la confianza y los votos serán para la polÃtica honrada, noble, desprendida, para las polÃticas sostenibles, solidarias. No, no queremos volver a las urnas. No se tostará mañana mismo el verde de nuestros jardines. La madre naturaleza nos explica con soberana claridad que los colores no cambian de un dÃa para otro. No lo hacen los de fuera, tampoco los de dentro. Las conciencias no mutan de otoño a navidad. Las conciencias progresan poco a poco cuando sabemos encender y hacer brillar los horizontes; cuando somos capaces de demostrar que el otro mundo posible funciona y lo hace de forma eficaz y desinteresada y lo hace para todos y no deja a nadie en la estacada. Deje el señor Sánchez la batuta a don Mariano, si no ha sabido o no ha querido gestar esa unidad necesaria; mientras tanto sigamos fuera de las urnas y su alboroto, sin desaliento, con alegrÃa, fe y determinación ganando corazones y voluntades para ese ya cercano alba. A la postre seguramente no era tan importante una papeleta electoral u otra, sino la otra papeleta más cotidiana, la responsabilidad que personal y colectivamente deseamos abrazar ante nuestra comunidad, nuestro paÃs, nuestro planeta y su amenazado futuro. No conviene abrirse paso a codazos hasta la Moncloa. El poder no ha de ser a cualquier precio. A la postre el otro mundo puede esperar a estar más ubicados, más entrenados para un dÃa tomar sin apegos, con inquebrantable ánimo de servicio, esas codiciadas riendas. |
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