ETA se acaba. Salimos de un túnel de violencia que viene de muy atrás. Miraremos al pasado para aprender de él. No nos entretendremos más de lo debido en los charcos de sangre y dolor del reciente ayer, sobre todo pensamos en las calles, plazas y avenidas del futuro despejadas para siempre de esos charcos. Se abre una nueva era, un amanecer que seguramente nunca habÃamos conocido. ETA nunca debió haber existido, tal como ha afirmado el lehendakari. Ello no implica necesariamente tiempo perdido. ETA nunca debió haber irrumpido, desembarcado en nuestras vidas, pero llegó, mató y desapareció y desapareciendo nos dejó bien alto colocado el listón del perdón y la reconciliación. Tienen razón los autores de su triste epÃlogo al afirmar que la organización surgió de nuestro pueblo. Restaba apostillar que emergió de la parte de su alma más atávica, visceral, intransigente. Ahora que ETA se “disuelve en el pueblo†estamos también en mejores condiciones para comenzar a sanar esa parte sombrÃa de nuestra propia alma. Casi sesenta años de ETA nos han vacunado no sólo frente a la violencia, sino igualmente frente a todo tipo de fanatismos y totalitarismo. El sufrimiento que colectivamente hemos padecido ha obrado también como factor de evolución grupal. Los valores de perdón y reconciliación que significan a una sociedad madura han comenzado a calar hondo en nuestra psicologÃa colectiva. La violencia nos ha sacudido, pero el proceso de crecimiento como pueblo que está posibilitando el final de ella, es también buena noticia en la que será necesario reparar. Algo ha granado en lo profundo de muchos corazones que se han sobrepuesto a la mecánica del odio, que han desbaratado su ancestral inercia. Hasta el sufrimiento bárbaro e injusto puede a veces traer su insospechada y escondida enseñanza. La memoria hila despacio, pero fino. La verdadera memoria terminará colocando a cada quien en su debido lugar. El perdón de los otrora violentos se irá poco a poco ensanchando, alcanzará como no podÃa ser de otra forma, también a los a los magistrados, polÃticos y uniformados, a los ertzainas, guardias civiles, policÃas y militares muertos. El dolor de tantas vÃctimas traerá su debida recompensa en forma de paz y armonÃa definitivas. Todos muevan hoy su correspondiente ficha. Todos cumplan con su cometido en esta hora decisiva. Las cárceles se acerquen a casa, el rencor no rija ya la polÃtica penitenciaria. Ese trueno nunca debió haberse desatado. Ese caja de dolor nunca se debió haber abierto. Ese metal nunca nadie debió asirlo. Esa noche no debimos haber transitado…, pero bendecimos la primavera que ya nos ha alcanzado. Sin olvidar a quienes cayeron, la injusticia de tanto dolor sembrado en aras de un supuesto ideal, es hora de mirar al futuro y hacerlo cargados/as de fuerza e ilusión, es hora de avanzar sobre el mañana colmados de esperanza y de fe. Enterrado para siempre ese hacha y su lacerante pasado, vamos a escribir ya otra historia. Vamos a despejar el futuro para siempre de goma dos y de plomo. Vamos a inundar el mañana de luz, amor y vida. Artaza 3 de Mayo de 2018 * Imagen del "lauburu" creado con flores en el marco de la ceremonia de hermandad y de luz celebrada el pasado 1 de mayo del 2018 en Baraibar (Navarra) (Bajo la Sierra de Aralar) |
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