De tantas ganas que tenÃamos de musgo y de bosque a poco acampamos bajo la lluvia incesante... ¿Cuántos años ya sin cerrar el sagrado aro a la vera de las hermanas hayas…? Será que hemos de consumir toda la rebeldÃa hasta que en el primero de Mayo vuelva a brillar el sol sobre la montaña. ¿Qué es lo que nos sigue atando a ese frÃo frontón que tan gentilmente nos ceden en la verde ladera? A veces nos llueven para que brotemos belleza en medio de los más inhóspitos recintos, a veces nos jarrean para prenderla en mitad de la gélida nada… Por eso las mujeres se colocaban rosas en su pelo y los niños acercaban margaritas al altar…; por eso cantamos con todo el pulmón y oramos con todo el corazón. Tantos años refugiándonos bajo cobertizos, carpas y toldos, que ya no recordamos cuando el sol templaba nuestro cÃrculo sagrado junto al dolmen. No olvidamos el brillo del Astro, sólo opositamos a su eterno abrazo, algún Mayo allá en las alturas. |