El latido jamás se troca por cadáver. Bajo ningún concepto se podrá caer en la grave confusión de comparar contenido y continente, esencia y forma. Los cuerpos sin vida en Gaza no desaten nueva guerra. “La casa está vacÃaâ€, reza el axioma hermético a propósito de la urna corporal ya abandonada. Son deshechos que cumplieron ya su misión. En su dÃa estuvieron “habitadosâ€, animados por unas almas. Parece ser asà en todos los tiempos y lugares, también en Gaza, también para las almas cuyas personalidades profesaron fe judÃa, también para los rehenes muertos. No conviene apegarnos a unas formas pasajeras que además se tasan tan desmesuradamente. Ni la carne, ni el ladrillo deberÃan repentinamente y sin justificación “deshabitarseâ€. A la postre, “el pueblo elegido†prefirió colocarse a la cola de la civilización. Los pueblos civilizados nunca exhiben tanta equivocada artillerÃa, tan confundida fuerza bruta. ¿Cuántas viviendas y edificios llenos de vida no vació el ejército de Israel? ¿En cuántos apagó el aliento? ¿En cuántos sólo muerte, dolor y humareda? No conviene desalojar "casas habitadas", cargadas de futuro, de esperanza en un mañana definitivamente diferente. Con la llamada muerte, las almas se aprestarÃan a volar a su morada correspondiente en el más allá. SerÃa únicamente esa urna corporal la que reposarÃa. En el caso de los cadáveres de los rehenes judÃos, estos se hallan bajo montañas de cascotes. No dejan de ser meros vehÃculos de carne, en estos momentos muy difÃciles de rescatar y en última instancia destinados, como todos, al subsuelo o a las llamas. Son sólo desechos corporales y los cadáveres de los muertos de ninguna forma pueden ser “casus beliâ€, motivo para reanudar la cruel e injustificable batalla entre los vivos. Todos los cadáveres reunidos nunca serán argumento para apilar otros más, nunca justificarán una sola bala disparada contra el supuesto adversario, a la postre siempre hermano. ¡Ojalá un poco de voz para los muertos que hoy son aviesa justificación para renovadas barbaridades! Todos sus silencios amontonados jamás llamarán a reanudar la batalla. Representan en realidad el más atronador clamor para la rúbrica de la genuina y definitiva paz. La infamia de Hamas aquel aciago 7 de octubre de 2023 no puede justificar el estruendo y el “vaciado†de después; excusar los 67.000 hombres, mujeres y niños palestinos cuyos cuerpos Israel “desocupó†de vida, las ciudades que redujo a nada, la ingente cantidad de moradas que convirtió en escombros. Se ahorre Netanyahu más “ataques contundentes†para tapar sus cuentas con la justicia, sus propias miserias, su incapacidad de gestar un futuro de paz y de casas soleadas para los suyos y sus vecinos. “Deja que los muertos entierren a sus muertos; ¡tú ve y anuncia el Reino de Dios…!â€, pone el médico y evangelista Lucas en boca de Jesús, también Mateo lo narra a su manera. Sin embargo, el Reino de Dios era la antÃtesis de la Gaza hoy devastada. Tanto polvo levantado en dos terribles años no permite a la luz aún aventurarse. Ese Reino de dicha sólo se podrá comenzar a edificar cuando imaginemos a los muertos de todo signo sentarse a la misma mesa, compartir un mismo Cielo sin alambradas, ni fronteras. Sobre todo, cuando reparemos en que jamás reivindicarán aquà abajo más sangre, invitarán a renovar antiguas inquinas y rencores. |
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