Viendo la imagen de la gigantesca nueva sede del emporio informático, quedaremos persuadidos de que, siquiera en pequeña medida, algo del futuro ya nos ha alcanzado. Desde su anfiteatro se acaba de dar a conocer al mundo su nuevo smartphone. Corre impaciente la ciencia y la tecnologÃa, sin embargo aún hay demasiadas gentes que nunca deslizarán su dedo por el cristal de “retinaâ€. Por más fiel a la manzanita que seamos desde hace muchos años, no correremos a ponernos a la oreja el “IPhone†recién anunciado. Están ya ahà los últimos y siempre sorprendentes teléfonos de la compañÃa. Sólo resta democratizarlos. Será preciso una vez más preguntarnos si la meta estriba en estar a lo último de la tecnologÃa o más bien que los últimos puedan también disfrutar de lo mÃnimo y elemental. Hoy por hoy la economÃa no nos da para esos dispendios. No me refiero a la economÃa de quien suscribe, que tampoco; me refiero a nuestra economÃa global, planetaria. Primero comer todos, primero pizarra delante de la mirada inocente de todos los niños, primero agua limpia, potable y cristalina en todas las aldeas…, después nuestras manos acariciando la suave superficie del último dispositivo de la compañÃa de Cupertino. Antes es arriesgado. No conviene encariñarnos con un futuro que, al dÃa de hoy es sólo para una privilegiada minorÃa; no conviene apegarnos a una manzana cuyas prestaciones, ventajas y sabor aún son tan inaccesibles para la mayorÃa de la población planetaria. Quizás en vez de correr tanto hacia la tecnologÃa venidera, deberÃamos acercarnos todos un poco más a la raya de salida. Tienta esa nave, la nueva sede del gigante tecnológico en cuyos tejados se refleja ya el brillo de otro mundo. Quisiéramos subir a esas naos galácticas del mañana, poder instalarnos en esos espacios de ensueño. Quisiéramos refugiarnos en ese futuro ya algo hecho realidad en la tierra. Se universalice cada dÃa más el privilegio. Que puedan subir los de piel oscura, los que se echan al mar con una peligrosa embarcación buscando otra costa, otro porvenir más halagüeño que incluya “IPhone X†en el bolsillo. Ojalá se pudieran enganchar a ese mañana los que pasan hambre y privación, quienes no tienen cubiertas sus necesidades más elementales. Luz verde para accesar a la amable galaxia, que entre otros, soñó y esbozó el genio visionario que fue Steve Jobs. Hizo bien en encerrarse primero en garajes, después en acristaladas oficinas y comenzar a arañar el mañana. Era su cometido. HabÃa que explorar utopÃa, trazar sendero hacia ella. A nosotros nos toca ensanchar ese sendero, restar impedimentos para que el mayor número de seres pueda disfrutar de ese mañana. Subrayado este anhelo democratizador de los futuros y sus “retinas†de alta definición y sus anchos universos en la punta del dedo, sepamos valorar también esa utopÃa que tiene una de sus primeras y tangibles estaciones en "Apple park". ¡Suban los de todas las pieles y colores, los de todos los bolsillos, mordiscos y variedades de manzana. Abróchense bien los cinturones. Vamos a intentar despegar…! |
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