Puedo pedir paz, pero nadie me puede dar la paz. Nunca ha estado a la venta. La paz, por mucho que queramos, no puede ser otorgada, a lo sumo, en alguna medida, contagiada. La paz sólo puede ser una conquista del alma, nunca una prebenda del Estado. Durante los últimos siglos hemos debido salir a la calle a reclamar derechos cabales y razonables, pero hay reivindicaciones Ãntimas que nunca podrán satisfacer las instancias de gobierno. La paz es un logro Ãntimo. Si media el dolor puede ser heroico, pero en ese desafÃo habremos de estar solos, no entra la Administración. La pancarta tiene sus grandes limitaciones sobre todo cuando hemos de observar nuestro estado de cuentas. HabÃamos quedado que ninguna hoja se movÃa sola, nuestro deshojar, nuestro padecimiento tampoco será aleatorio. La casualidad no existe, la punzada del dolor jamás es casual ni durante, ni al final de nuestros dÃas. Asumirlo y vivirlo en paz es camino de virtud y probación. |