Ruedan ya descaradas las castañas por los senderos, pero el recuerdo se agarra a los dÃas ardientes, a las manos estrechadas, al aro de hermanos. La memoria se ancla en las auroras y sus cantos, en las estrellas que se fueron y osamos bautizar con el dedo... Todo fue tan rápido. Apenas unas cumbres, unas brazadas en los lagos y ya están de nuevo aquà esas bolas cargadas de pinchos, invitándonos a olvidar las astros y a encender un fuego. Vamos ahuyentando otoños, descolgando sus manzanas, desnudándole sus musgos. Vamos cubriendo su hojarasca de arena cálida y brillante. Alguien salga a la encrucijada de los tiempos, alguien detenga los frÃos vientos, que aún estamos bailando danzas de paz en medio de un eterno florido.¿Quién osará inaugurar el otoño? Alguien lo encierre, a dieta de nueces y membrillos, en su más húmedo armario. |