"Vuelvo del mar con poema y salitre en los labios… Siquiera un alba a la vuelta del desvarÃo, siquiera un alba para enjuagar el alma… Siquiera una cala desierta cargada de nueva luz, batida por el oleaje y la esperanza. Era aún muy temprano. Apenas el sol calentaba el aire de la mañana. Los cangrejos huÃan bajo las rocas a cada paso. Inmensa mar, inmensa luz, inmenso gozo… Cuento los granos de arena de la playa escondida, pues dicen que son los planetas que parpadean en los cielos. Cuento las olas que mueren en las rocas, pues dicen que son nuestras vidas que también se suceden y van callando. Abrazo los rayos de un placer que no osa aún perpetuarse. Empapados de tantas playas y rocÃos, vamos tras el temple del Gran Sol. ¿Cuántas mañanas hasta esa cala sin tiempo? ¿Cuántos eones hasta la Gran Playa sin desvarÃos que lavar, sin rocas que se clavan en los pies, sin heridas que lamen el océano infinito...? El mar abre sus misterios al alba, se alegra al mediodÃa con las gentes en sus orillas y se acuesta en el lecho de un horizonte cargado de "txipironeras". Latido con latido, saco con saco, dormiremos en la alta colina callada, contaremos la arena que brilla en el firmamento y al amanecer iremos juntos tras el susurro de las olas de la esperanza, tras el Sol que nunca calla, tras la cala pura, salvaje, sin nombre, sin tiempo..." |
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