Hemos de abrigar la flexibilidad mental suficiente para cuestionar nuestros esquemas cerrados o enquistados. No nos dicte la moda, sino las máximas y patrones de largo recorrido, que no mutan, ni caducan. La modernidad no debiera ordenar entre otras razones porque nuestras percepciones sobre lo que consideramos progresista o evolutivo puede diferir sustancialmente. Hay quienes por ejemplo creemos que representa una contribución evolutiva defender valores como fidelidad y familia. Hay quienes sólo por esa defensa harán valer su asombro y desconcierto. Hay quienes por ejemplo cuestionamos la peligrosa dinámica reivindicativa gremial, funcionarial, profesional que obvia la más amplia colectividad y sus necesidades, y hay quienes sólo por esa afirmación nos tildarán de "carcas" irredentos. Corremos el riesgo de que el criterio moderno o "progresista" se globalice y asfixie, de que el pensamiento polÃticamente correcto modele nuestra obra. De esa forma, nuestra contribución a la comunidad queda menguada. Confieso ciertos niveles de autocensura, pues uno quiere desayunar tranquilo, conservar amistades y en el fondo y, pese a las apariencias, uno siempre preferirá coleccionar más “likesâ€, que invectivas más o menos ariscas. Estamos al servicio de valores universales. Ello otorga razón a nuestro diario teclear, pero reivindicamos nuestra plena libertad para vivir y entender esos valores, su plasmación en el quehacer colectivo y cotidiano. Entre otras razones, ésa es la mejor forma de avanzar hacia esos hitos, de servir a esos valores pilares que consideramos de referencia. Uno no busca complicaciones, pero sà poder expresarse de forma sincera. No podemos renunciar a nuestra identidad en medio de la tribu, si queremos gestar verdadera y variada comunidad. Hemos de quitarnos todo temor a dar a la luz reflexiones no ajustadas a los estándares que ordena el modernismo. Lo moderno a veces es cuestionable, en ocasiones no es lo más solidario, no siempre defiende la vida en todas sus formas… Lo “progre†a veces no es coherente, no es centrado y ponderado, no se atiende a la las Leyes superiores y hemos de objetar con riesgo de ser encasillados en la caverna. La realidad tiene muchas caras y hemos de intentar acercarnos a todas ellas a la hora de interpretarla e intentar comprenderla. Lo polÃticamente correcto no nos puede conducir a una triste autocensura. La edad madura nos reconcilia con una mirada más afinada y poliédrica, sobre todo con la libertad de no tener que rendir cuentas ante ningún “politburóâ€. De jóvenes necesitábamos una verdad única, urgÃamos de una causa sin complicaciones por la que batirnos y derrochar por ella toda una generosa juventud. No merme en la edad adulta la generosidad, pero nos necesitamos con nuestros matices y observaciones más afinadas, con nuestras acotaciones a pie de página, con más comas y paréntesis. Nos necesitamos con nuestras diferentes percepciones, con nuestra mirada más ancha, dinámica y menos anclada para siempre. Nos necesitamos enteramente libres. Hay aportaciones que te quisieras quitar de la cabeza, que sabes a ciencia cierta que sólo te rendirán problemas y estériles polémicas y sin embargo más al fondo cuesta renunciar a ellas. También son tu humilde firma, también te representan. Si plantamos cara a otras dictaduras, ahora no podemos resignarnos al dictado ambiental, a la última prescripción de la nueva ortodoxia imperante. Sólo siendo realmente nosotros y nosotras podremos aportar, nunca siendo como los demás quieren que seamos. Artaza 7 de Febrero de 2021 . |
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