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Las enseñanzas de Ahmadineyad

Nadie niega que en origen la semilla era pura y las avenidas anchas y los cantos nobles… Ayer decíamos "Nicaragua" y se nos iluminaba el rostro y se abrían los horizontes y hacíamos mochilas y una chica con coletas nos anudaba el fular rojinegro… Mañana Daniel Ortega tomará de nuevo el poder del país en compañía de Mahmud Ahmadineyad. Dios mío…, todo lo que se ha llevado Tus Vientos. No cabría mayor frustración si nos hubiéramos quedado expectantes, pendientes de lo que se gesta en la tarima "revolucionaria". Gracias a Dios, cayó el puño, desnudamos el cuello. Nos ganó una Causa sin nombre, sólo motas de rojinegro.

Anclemos bien hondo nuestras semillas, nuestros cantos y avenidas de siempre. Treinta años más tarde ya no permitimos que nadie juegue con nuestros ideales. Los Palacios de invierno están al fondo de los asfaltos más íntimos... No hay atajo para nuestras grandes y acariciadas metas de fraternidad humana. Perseguiremos siempre la unidad, pero al día de hoy aún no es posible la alianza con quienes violan derechos, cercenan libertades y lanzan violentas cruzadas hacia la ciudadanía que no viste larga barba, siente y reza como ellos.

Ojalá el abrazo del “socialismo†latino de estos días con los ayatollahs que cierran las ventanas, los ojos, los cielos… que postran a las mujeres, que persiguen a todo/a demócrata… sirva para la reflexión de bienintencionados… Alerta pues, ante quienes nos hablan de emancipación y en realidad nos invitan a pasear por una Edad Media de las hogueras y las renovadas inquisiciones. Alerta, ante el populismo religioso que no considera la mayoría de edad de sus pueblos, que aborta a sangre el empuje liberador de sus gentes. Alerta ante un populismo político que merma las libertades y los derechos inalienables de nuestros hermanos. Alerta, pues para construir una tierra fraterna y pura es preciso liderazgo entregado y desinteresado, ancho de miras, ancho de corazones…

El presidente iraní ya no frustra, ni mancha nada. Acompañando la "revolución" de Ortega, mejor que nadie Mahmud Ahmadineyad nos ha mostrado que que las revoluciones son por dentro. Algún día, triunfantes nuestras almas, mano con mano, moderando la carrera, entraremos sí, en los verdaderos Palacios de justicia sin mácula, de gloria sin gritos, de paz sin tiempo.

 
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