ConocÃamos cada uno de los ascensos, pero sin duda el que pasaba por el "Cementerio de los ingleses" era el que más respeto imponÃa, el que más ecos contenÃa. Ya arriba, correteábamos entre sus cañones felizmente varados, detenidos en la historia. ConocÃamos todos los rincones, nos habÃamos agazapado en todos sus escondites. Privilegio diario de pan y chorizo ante aquel panorama imponente. IntuÃamos un dolor pretérito, pero semejaba sobradamente lejano. SÃ, habÃa habido guerra, allà estaba el fuerte, las baterÃas, las lápidas de los caÃdos, el ambiente cargado de las batallas pretéritas…, pero nosotros gozábamos hasta que la oscuridad ganaba el campo de nuestra inocente batalla, hasta que el sol se ponÃa en medio del horizonte marino y habÃa que retirarse a la “retaguardia†familiar. Ya en la edad adulta, una fe tan tardÃa como incontenible, una sed de altura y de inmensidad, nos puso de nuevo al pie de aquellas escaleras de nuestros primeros años, nos invitaron a la ascensión de la pequeña montaña cargada de significados. Nada allà recordaba a atropello, a abuso. El franquismo nunca logró campar en nuestras alturas. La ideologÃa marchita las relaciones en el seno de la ciudanÃa, los valores nos vinculan. La ideologÃa no debiera intentar borrar nuestra dulce memoria. La ancha memoria histórica está hecha también de nuestras pequeñas memorias y descubrimientos, por ejemplo de la suma de nuestros juegos, de cuando nos hicimos pequeños hombres, de cuando encontramos verdaderos camaradas… Quisiéramos un Urgull entero, sin “recortesâ€, con su gran Corazón presidiéndolo todo. Jesús el Cristo no era ningún tirano a arriar al término de su ejercicio. En la cumbrera del montÃculo se reúne la memoria de nuestros antepasados; se cita igualmente el anhelo de una espiritualidad enraizada en la tradición, pero también cada vez más decidida a desbordarla. En ese “puro corazón†no queda huella alguna de “los vencedoresâ€, tal como han demostrado los expertos en historia local. Resta la impronta de quienes a lo largo de décadas han subido hasta su altar para postrarse y recogerse. Permanece una religiosidad honda, sincera, esforzada en renovarse, alejada de cualquier connotación polÃtica. El "Sagrado Corazón" no gasta "yugo y flechas" bajo su túnica gigante, no tiene un pasado franquista, como erróneamente se le ha atribuido. Oró cuando las tropelÃas. Sencillamente compartió años con la dictadura, de forma silente, como ahora lo hace en democracia. De cualquier forma, nuestras mentes generosas sean capaces de modelar nuestras más granÃticas piedras, también sus significados. Respetar el "Sagrado Corazón" de Urgull es mantener el respeto debido a nuestros mayores y los sÃmbolos más icónicos de su limitada geografÃa. En cualquiera de los casos, resignificar es frenar la máquina demoledora; pintar el recuerdo con más luz y color, empoderar al presente y su mirada siempre más sabia y consciente, menos banderiza. Es afirmar el derecho de observar el pasado con ojos definitivamente diferentes. La ideologÃa no debiera acabar con la sencillez y la inocencia. Siempre estaremos con aquella República audaz, valiente al tiempo que verde, prematura, impetuosa…; siempre con aquel tiempo joven, cargado de esperanza y bárbaramente clausurado. Nadie en el PaÃs Vasco acercó además cerillas a ningún retablo, ningún campanario regaló el humo del rencor a los cielos. Nuestra particular República fue por lo tanto más civilizada y por ende digna de halago. Las estatuas que no cayeron cuando el conato revolucionario, no se pueden tumbar ahora. Siempre estaremos con los últimos, con los perseguidos, con los torturados por el franquismo, con los pasados por las armas. El mayor homenaje que les podemos hacer a quienes cayeron por la justicia y la libertad es la maduración de una sociedad que encarne consideración y armonÃa entre los diferentes. Concretamente en lo que se refiere a este contencioso, serÃa respetar ese pétreo gran corazón de nuestra ciudad en el que holgadamente cabemos todos. Velouriz 5 de junio de 2025 www.velouriz.org www.aroa.eus www.koldoaldai.org |
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