"AHORA CORRO, SALTO, VUELO..." "Cómo deciros que soy en gozo a este otro lado de la Vida. Yo ahora corro, salto vuelo. Os agradezco el maquillaje, mi vestido azul de verano, mis "joyas de mercadillo" dentro de la caja, el ánimo de presentar mi cuerpo saludable…, pero quisiera deciros que no soy eso, que no estoy allÃ, que ayer sólo enterrabais un vehÃculo deteriorado cargado de llagas. Me sirvió para acompañaros y crecer juntos en esta encarnación para mà recién culminada. Si yo pudiera deciros que no yo soy ese receptáculo tan marchito al que dabais cristiana sepultura a la mañana en Polloe; que esa urna corporal, ya limitada a los huesos, sólo me albergó circunstancialmente. Ahora soy alma libre, sin lastre de carne. La comunión perdurará. Seguiremos cantando, evolucionando y compartiendo a lo largo de los siglos hasta por fin tornar todo amor, todo bondad, todo compasión. Cómo deciros que no debéis penar por mÃ, que la esquela se volvÃa a equivocar, que la vida nunca se acaba, que los lazos de amor perduran por siempre. No moro esa esa caja de pino tan bien labrada. Si yo pudiera deciros que nunca me encerrará un ataúd de madera, que nunca seré pasto del tiempo y los gusanos. Soy en la luz. Estoy agradecida para con ese cuerpo que me cedió la Madre Tierra, pero no me identifiquéis con él. Vestiremos muy diferentes vehÃculos materiales en nuestra eterna carrera de desarrollo, mas no somos esos vehÃculos. No podrÃa haber soñado nada más bello... Hemos vivido una fiesta de reencuentro en un escenario de paz sublime. Me hallo en compañÃa de seres celestiales, de nuestros seres queridos al otro lado del Velo. Un dÃa nos volveremos a reunir en la gloria de alguna de las infinitas estancias de Dios Padre-Madre, tras nuestras carreras en la tierra de momento finalizadas. Nos volveremos a encontrar, volveremos a juntar nuestras copas, nuestros corazones y esperanzas. La muerte no existe, la vida palpitará por siempre..." Eskerrik asko amatxo! Hil betikoz bizi! PAKITATXO “IN MEMORIAM†PAKITAXO BETI GURE BAITAN Os participamos de un extracto del semblante que leÃmos en el funeral que se ofició en la Iglesia de San Ignacio de Donosti en recuerdo de la amatxo. Aprovechamos para agradecer sentidamente desde aquà la gentileza y amabilidad que nos brindó en todo momento el párroco de la Iglesia, Patxi Aizpitarte. ¡Seguimos unidos a uno y otro lado del velo construyendo un mundo nuevo y fraterno en el que haya un lugar para todos! ------------------------------------------------ Rueda el carrito por la ciudad engalanada, que no enlutada. Saludamos sonrientes a los amigos y vecinos de toda una vida. Al final de la Libertad y su vertebral Avenida estaba la brisa del Cantábrico, el océano de un amor sin lÃmites sobradamente meritado... ¿Nos durará la provisión que se apagó el pasado viernes? ¿Nos habremos nutrido lo suficiente de esos ojos azules henchidos de amor y compasión sin fronteras, de esos ojos cada vez más acristalados y por lo tanto tiernos?... Somos los hijos de los que marchan sin épica, de esos silencios, de esa discreción suprema, de ese hacer bien si mirar a quién. Podamos heredar, no sabemos si el dogma y el catecismo, sà por lo menos ese sentir personal, ese latido secreto, ese aliento casi camuflado; esa misma convicción Ãntima sin alardes, ese anhelo de mejorar el entorno, de construir un mundo más amable para todos. Cuando éramos pequeños, los “trabajos no remuneradosâ€, la militancia cristiana del “aita†y sus reuniones vespertinas le obligaban a volver diariamente tarde al hogar. A menudo oÃamos ya acostados su llave entrar en la cerradura. La amatxo nos decÃa que era el sonido del mundo que más le agradaba. Ahora es él que aguarda, eres tú amatxo la que te has “entretenidoâ€. Recupera los anillos deslizados por unos dedos en los huesos. Descálzate los tacones, gira con cuidado y silencio la cerradura ya sin tiempo, ni blindaje. Preparamos olimpiadas de risas sin ceremonia de clausura. Levantamos las copas de un “vermouth†sin principio ni final. Recordaremos siempre los mejores momentos que compartimos, las veces que reÃmos juntos/as. Recordaremos toda la felicidad que nos acompañó durante tantos años. Si en algún momento nos asalta la nostalgia, recordaremos también que la vida nunca se acaba, que los lazos de profundo y genuino amor perduran por la eternidad. Se nos ha arrugado un poquito el alma, pero hemos planchado las camisas para venir a recordarte. Por ti casi hasta calzamos corbata… Nuestros ojos sólo se empañan, querida amatxo, de infinito aprecio. Hoy vuela ya alto el alma noble sin lastre del cuerpo marchito. Podamos nosotros mañana amar como tú amaste en todos y cada uno de tus dÃas. “Pajarillo, pajarillo…, pajarillo baranqueño…â€, cantabas en tu tiempo de madre joven. “Pajarillo, pajarillo…, pajarillo baranqueño…â€, seguÃas cantando con la misma voz dulce al tiempo que lozana ya metida en años. A lo largo de toda tu vida dilatada, siempre sostuviste el mismo trino alegre y esperanzado. Las esquelas se han vuelto a equivocar. ¿Quién dice que tú has muerto? Tú siempre serás el pajarillo; tú siempre serás el rÃo, las olas, el viento… que seguirá cantando alegre, en medio de un mundo atribulado, todas las mañanas por el resto de nuestros dÃas. Ez adiorik amatxo maitia, gero arte besterik!! SÓLO LA FE Los calles y asfaltos se hicieron al ancho de entre sus ruedas. La ciudad no se anda, no se camina, se rueda con su carrito. ¿Cómo es el mar sin su mirada, sin su banco bajo el tamarindo, sin su compañÃa…? ¿Cómo la vida sin su presencia que aún sólo balbuceando llenaba tanto…? Sólo la fe puede gestionar la ausencia fÃsica. ¿Cómo encarar el sillón vacÃo, la colcha plana, la nevera sin luz, la casa sin alma…? Sólo la fe podrá con todo ello; sólo la fe nos sostiene y alumbra. ¡Qué suerte tienes en creer..!, me decÃa con los ojos empapados un ser muy querido tras haber abandonado la caja de pino en la sepultura. Yo quisiera ser feriante para regalar esa fe sin corte, ni medida. Y sin embargo la fe no se regala, ni se rifa, ni se reparte en los casinos. No hay "suerte" alguna, la fe es oxÃgeno siempre presto a inundarte, es urgencia, imperativo. El teclado tiene un resorte de seguridad que impide cultivar cualquier suerte de lamento. Aún con su pulso recién detenido, sólo cantaremos a la luz y a la esperanza. Pinta esa fe del color que quieras, métela en el templo que te resulte más agradable, cultiva sus plegarias más significativas, diseña el altar más a tu gusto…, pero sostenla como puedas, no te vayas a encontrar una mañana de agosto huérfano y desnudo, no vayas a creer que nadas en la nada. Sostén la fe, o lo que es lo mismo la certeza de que el amor siempre triunfará, siempre traspasará todas las barreras, incluso áquellas que no conocemos. Ella no era ese cuerpo, sólo se sirvió de él para rodar sus ojos azules, inundados de compasión, a la vera de la bahÃa. La fe nos invita a anclarnos en un amor que prescinde de las formas, que trasciende el tiempo, la geografÃa. No dudemos, ni por un instante, que los lazos de genuino amor perduran por la eternidad. ¡MONTONES DE GRACIAS! MILA ESKER! Es de ley devolver amabilidad con amabilidad, atender de forma personsalizada todas vuestras muestras de cariño por uno y otro medio que nos han llegado estos dÃas. Gracias de corazón por todas y cada una de ellas. Vaya en esta ocasión sin embargo el agradecimiento general, ante la imposibilidad de responder individualmente a todas esas muestras. Recordamos que la Vida no nos ha quitado nada, nos ha colmado con muchos años en su inmensa compañÃa. No hay pésame, no hemos perdido a nadie, una nueva y resplandeciente luz fulgura en lo alto de nuestro firmamento. Seguramente ha vuelto a burlar nuestro estrecho control. Quizás tan sólo puso alas al carrito para marchar ya al encuentro de los tan queridos que le precedieron. Algo se mueve en nuestro interior al contemplar una colcha plana, al entrar ya sin llamar en su cuarto vacÃo, sin embargo, la desolación acampa bien lejos, pues estamos tan colmados de ella, de su llana y sencilla bondad, de todo lo que continua representando y significando en nuestros dÃas. No lloramos por lo tanto su ausencia fÃsica, nos sentimos colmados con cuanto fue y nos regaló. Ya no podremos salir a la calle ligeros de metal. Habrá que pasear como ella con los bolsillos cargados de monedas para dispensar a todas las manos extendidas por la necesidad. Nos quedamos con sus cuentos desgranados a una y otra generación, con sus cantos de monjas y toreros en un primitivo seiscientos; con su ingenio y creatividad para hacer una gran fiesta con unos simples bocadillos de chorizo. Nos quedamos con esos ojos azules, tiernos que siempre miraron al mundo cargados de amor. Nos quedamos con su listÃn de teléfonos en el que subrayaba la persona olvidada. En la hora de la veloz comunicación ella cogÃa un banco y se sentaba a llamar y regalar su tiempo. Al otro lado de la lÃnea un familiar, una amiga descolgaba y se encontraba con una colección de palabras sueltas y silencios, pero con un afecto desbordado. Cuando las palabras se escondÃan, cuando se quedaba muda no asomaba protesta alguna. Aceptó esa memoria vacÃa sin lamento. Nos quedamos con esa mesa que a menudo se ensanchaba ante nuevos comensales; con los colchones debajo de su cama, los lechos improvisados que tantas veces se desplegaron para quien llamó a un hogar siempre abierto. La amatxo siempre fue pomada, alivio, caricia, ternura… Sus labios no supieron jamás de la crÃtica, menos aún de la ofensa, tampoco pronunciaron queja, ni lamento cuando la llaga se hizo con tanta piel. Regaló sonrisas indiscriminadas y vendió en la mercerÃa familiar agujas e hilos variados colores. HabÃa que remendar, habÃa que unir, siempre unir, puentear, acercar a los humanos ya cercanos, ya más lejanos. Las matriarcas tienen esa capacidad de ensanchar y extender aleros, de aunar y conglomerar en torno suyo, pero los pechos sin fondo tienen también un dÃa que descansar. En noventa y tres años has abrazado todo lo que tenÃas por abrazar, amatxo maitia. Liberada del lastre de ese cuerpo ya tan castigado, descansa en esa paz y gloria que sobradamente has conquistado. Los lazos de genuino amor, con otros vehÃculos, con nuevas manifestaciones fÃsicas en nuevas carreras evolutivas, perduren por siempre. REENCUENTRO DE LAS ALMAS Más almas queridas dejan el cuerpo, más difuminada la frontera entre uno y otro lado del Velo, más familiar torna la otra y genuina Realidad. Más almas queridas aletean, más conciencia de lo efÃmero en la materia, más nostalgia de la Patria verdadera. Más almas queridas se desvisten de su vehÃculo corporal, más querremos revestirnos de luz, vapor y nueva vida; más nos desapegaremos de los labios, los dedos y las manos para comunicarnos. Más almas queridas AllÃ, más conciencia de eternidad aquÃ, más afirmados en el poder de un amor que acaba con todas las distancias. Más nutrido el otro lado del velo, más sensación de habitar en el exilio, en la diáspora de la carne. Más almas queridas detienen su pulso, más anhelo de un latido más sosegado, de una paz imperturbable. Hay Otra Realidad en la que los cuerpos no pesan y en la que las almas se redescubren y abrazan. No han muerto, sólo nos invitan a amar sin formas, sin fronteras, sin lÃmites de ningún orden. No han muerto. Han pasado a la Otra Orilla, a Ésa a la que un dÃa todos viajaremos, en la que todos nos reencontraremos. Van y vienen, vamos y venimos. Allà descansamos, pero sólo aquà se nos brinda la oportunidad de devenir más amor, más brillo. ESTRELLAS Y SERES QUERIDOS Después de la cena nos reunimos en medio de la pradera inmensa para danzar. Los cuerpos vapuleados por el Camino reservarán sus últimas fuerzas para cerrar en honda comunión la jornada. Las sombras van cubriendo el espacio y poco a poco las estrellas empiezan a tachonar el firmamento con su fulgor. La noche se apresta a acercar en su mágico zurrón los más preciados recuerdos. Pienso en nuestros seres queridos que van dejando sus cuerpos sobre la tierra, pienso que escuchan y contemplan con placer nuestros cantos y danzas de amor y de paz. Nos cuidamos de subir el volumen de forma que a uno y otro lado del velo nos fundamos en una sola melodÃa. Nos cuidamos de dejar abiertas las puertas de los cielos para que nuestro sonido llegue alto, para que Arriba sepan que seguimos, aún con todos nuestros errores, construyendo aquà abajo un mundo diferente; para que sientan que seguimos levantando una civilización mejor en la que haya un lugar para todos sin exclusión. En ese nuevo mundo, al atardecer, todos tendremos una pradera ancha y cercana, podremos cerrar el dÃa con un cÃrculo, con un aro sagrado que rece, cante o dance. Detrás de cada estrella podemos esconder un ser, una historia, una aventura humana compartida. Cada estrella nos puede acercar ese recuerdo. Por eso acarrearemos colchonetas uno y otro atardecer, por eso pasaremos noches enteras tumbados en la hierba recordando todo lo inmenso que esos seres nos regalaron. NO MORIRÃN, NO MORIREMOS No morirán, no moriremos. Nuestro canto a tantas voces apenas está ensayado, nuestro cÃrculo sagrado apenas se ha dibujado. Dios, el Misterio, la Vida han querido que nuestra fraternidad se vaya afianzando, nuestros lazos fortaleciendo. Ahora que estamos saliendo de la larga noche de confrontación humana, ahora que se anuncia el alba de la Gran Comunión, no podÃamos morir. HabÃa que burlar de alguna forma el luto, habÃa toda una nueva civilización por construir. Dejo Galicia a todo correr y me postro ante su sofá de terciopelo verde y sus ojos azules me dicen que no hay motivo alguno de preocupación, que vamos y venimos en el intento de Ser más, que el amor vencerá todo incluso la mal llamada muerte, que si cierra definitivamente esos ojos no nos alarmemos. Vengo corriendo hasta la bahÃa pero ella me dice que una y otra vez nos hacemos a la aventura; que buscamos Refugio, pero que es preciso forjarse entre las dificultades de este mundo… Come poco porque el alma quiere aletear ligero y lejos. Duerme mucho porque, cuando apaga los párpados, siente ya una ternura que no es de este mundo. No nos preocupemos, no nos alarmemos. Esa Ternura nos abrigará un dÃa a todos, mas tampoco olvidemos que nos aguardaba aquel nuevo Humano, el Alba sin ocaso. |
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