Durante tiempo he querido imaginar, no sin cierto temor, cómo serÃa la ciudad sin ellas, nuestras "amatxos" que ya se arrancan en vuelo y se alejan de nuestra bahÃa, cómo podrÃamos pasearla sin un carrito que empujar, sin una misa en la que fichar, sin unas esquelas que leer en el banco de Alderdi-Eder... Más temprano de lo que auguré, esa hora ya ha llegado.  Quizás no frecuentemos la iglesia, no nos santiguemos necesariamente en el oficio de las doce, pero de alguna forma habremos de colarnos en el templo cuando las voces entonan, con devoción desbordada, el “Gure Aita†o finalizan la eucaristÃa con el recio “Agur Jesusen Amaâ€. Por más que recelemos de fronteras religiosas, que prescindamos de cristalizadas y algo anacrónicas liturgias…, de alguna manera habremos de mantener viva una suerte de fe. No cargaremos con el carro, pero habremos de llenar el bolsillo de monedas. Siempre habÃa parada allà donde la necesidad obligaba a alargar la mano, por más que en los últimos años a la mendicidad se le habrÃan caÃdo los nombres y los rostros. Ya no era fácil distinguir a los últimos y desposeÃdos.  Su entrega, gozo de vivir y positivismo perduraron en medio de un mundo que ya no se esforzaban en comprender. Tanto léxico extraño, tantos vocablos anglosajones, tanta virtualidad devorando tertulia… La realidad se les escapaba, pero se sobrepusieron a lo desconocido, no se apocaron ante lo que sabÃan a la postre pasajero. La vida siempre fue mucho más grande que el reducido tamaño de un “smart-phoneâ€. Van marchando “sin épica alguna†como dirÃa Xabier Lete. Nos van dejando huérfanos en medio de la ciudad que de repente se torna ajena, no sólo porque ya nos falte el hogar familiar, no porque ya dudes hacia dónde dirigir tus pasos al salir de la hoy moderna estación de tren, sobre todo porque siempre fueron uno e indiviso, los progenitores y su urbe acogedora.  Adolecemos de su discreta “épica†de hierro, salitre y silencio. El mundo para ellas también tornó ajeno, pero siempre atesoraron dentro de sà los mentados principios de los que la modernidad carecÃa. SÃ, máximas con perfume de incienso, adobadas en la sacristÃa, evocadas por una letanÃa algo cansina, pero principios superiores y eternos, si es que algo dura por siempre… Cuando mañana estemos de lleno metidos en esa Inteligencia, en ese mundo de artificio, no olvidemos nunca esos valores encarnados, personificados que empujábamos sobre ruedas junto a la barandilla universal. Los podremos privar de doctrina y formas caducas…, pero no prescindir de su esencia.  El turismo uniforme y masificado añade otro plus de distancia con respecto a la ciudad, pero el coreano que contempla el Cantábrico inmenso desde la "BaterÃa de las Damas" tiene también derecho a sus minutos de contemplación y maravilla. ¿Ahora que la ciudad es tomada por desconocidos, que nosotros mismos no terminamos de conocernos plenamente..., dónde pondremos la épica? Huelga ponerla en nuestros ombligos, en una “independentzia†tan imposible como innecesaria, tampoco en un arañar callejero constante, en una reivindicación permanente que pide y pide más para sÃ, pero que se resiste a dar, en una reclamación interminable cuyos dividendos nos hunden más y más en el sofá anestesiante... Bastará con dar recorrido actualizado a esos valores que nuestros mayores nos mostraron, ahora en medio de unas circunstancias absolutamente diferentes. La épica y con ella un relevo a digna altura, la podremos poner en la contribución a una sociedad más justa, responsable y sostenible, más amable y solidaria, más unida en su diversidad...; un nuevo mundo en el que por fin haya un sitio para todos sin excepción.  Perseguiremos de nuevo el tren, pronto con morro de AVE. Desembarcaremos ilusionados a la vera del rÃo. Volverá a brillar la Perla. Pasearemos la ciudad, viajaremos a otras sin empujar sus carros, sin entrar en sus confesionarios, sin detenernos para “estudiar†las esquelas bajo el tamarindo… Intentaremos rehacernos sin su presencia fÃsica, pero nunca sin los principios que en silencio, a menudo incluso con exceso de recato, felizmente nos contagiaron. Velouriz 5 de septiembre de 2024 www.velouriz.org |
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