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VUELO, SOBRE TODO NIDO

Vuelo, pero a esta edad, sobre todo nido. Uno no se hace viejo con los años, sino con la felicidad con que gira, después de muchos días fuera, la llave de su hogar. Repaso las fotos del viaje por el mundo, pero cada vez me acerco más al fuego que quema sus últimos leños de primavera en el centro de mi habitación.

Empiezo a sentir, como nunca hasta ahora, la peligrosa dependencia de esta ancha ventana sin limpiar, de este teclado gastado, de esta paz hoy tan cara. Colgaré en mi curriculum las noches en los aeropuertos antes que cualquier otro diploma. Conviene esperar el primer avión que aún rueda en la oscuridad, para después agradecer infinitamente a Dios el gozo de un hogar, de sumergirte entre las sábanas de tu lecho silencioso. Conviene intentar dormir en el duro banco, con el ruido del ajetreo y los altavoces de fondo, para después gozar la dicha de un plácido sueño sin interrupción.

A fuerza de mucha compañía, los hermanos erguidos terminan atrapando… En medio de las multitudes de la gran ciudad era en mitad del hayedo. Marchar pero sobre todo dar gracias a Dios porque el viaje fue bien, cruzar el umbral de tu casa de nuevo con la satisfacción de la misión cumplida. Salir, pero sobre todo volver, saborear inmenso sosiego tras el ajetreo, deshacer mochila, reunir ramas secas, llamar a la pareja y la familia, abrazar a los vecinos y descubrir sus sonrisas al sacar la “tau franciscana†de Asís para colgar en sus pechos.

Amo viajar, conocer mundos y gentes, pero empiezo a disfrutar más abriendo la puerta de mi casa tras todo ello. Nadie cargará el té como a ti te gusta , ni le pondrá la pimienta y el clavo en tu proporción, nadie sabe de la música que quiere llegarse a tus oídos…

Hemos conocido almas maravillosas. No hubieran sido ahora en mi interior si no me hubiera separado de la llama. Ahora tengo el fuego y el recuerdo de esos seres extraordinarios. Ahora cargo con experiencias que se me revelan imprescindibles. Todo me alimenta y me calienta, todo se reúne en este hermoso instante que es un continuo, incesante y profundo dar gracias a Dios.

Seguiremos preparando ligeras mochilas, pese a la creciente pereza de alejarnos de la llama. Sístole y diástole, viajar y volver, nacer y morir, vivir la experiencia en la Tierra y retornar al verdadero Hogar en los Cielos. Nos gane el Ritmo y su alternancia, imprescindible y siempre reveladora enseñanza.

Artaza 16 de Abril de 2024

 
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