Política y paz | Una sola humanidad | Espiritualidad | Sociedad | Tierra sagrada

EL DOLOR DEL MUNDO

Podemos escuchar y sentir el dolor del mundo a través de nuestra propia e íntima caracola, de nuestra propia y sensible Red interna. La experiencia del dolor puede ser un ejercicio de olvido de nosotros y de sintonización con el de la humanidad.

El dolor particular nos puede acercar al dolor del mundo, a ser uno con él, a vivirlo en nuestras propias carnes, a redimirlo. En estos momentos en que los misiles vuelven a surcar los cielos, en la que las altas alambradas se tiñen de sangre, en el que la crisis hace estragos en la economías más carenciadas, en el que la enfermedad clava a tantos hermanos en su lecho..., podemos ser agentes de sanación. Hay demasiado dolor en el mundo, el dolor propio de una humanidad en trance de volver nacer. Si lo ofrendamos, nuestro dolor puede ayudar a nacer a la humanidad.

Podemos invertir la experiencia del dolor particular. Se trata de superar la barrera del lamento y de la queja, de instalarnos en el cuerpo de los que sufren seguramente más que nosotros/as. Se trata de salir de nuestro propio dolor, conscientes de que éste es una experiencia compartida. El dolor entonces mengua. Podemos en esos momentos colocar fervientes nuestras rosas blancas en el centro del dolor del mundo. Pedimos para que merme, pedimos sobre todo para que salgamos de él con conciencia aumentada. ¡Así sea!

 
   |<  <<    >>  >|
NUEVO COMENTARIO SERVICIO DE AVISOS

 
  LISTA DE COMENTARIOS