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Peregrino en los tiempos del COVID

Crónica de un peregrinaje por el Camino primitivo  
Con la frente en la ventanilla del vehículo que te retorna, habrás de olvidar los mares de nubes, el robledal de cuento, la fraternidad del alma tejida con otros caminantes. Un autobús en Fonsagrada pone fin al esfuerzo, punto y aparte a estas notas. Escribo desde un cómodo teclado, mientras las piernas descansan, la mochila duerme y la lavadora da vueltas sin parar. El cansancio está metido en el cuerpo, pero también, con no menos hondura, el éxtasis en el alma. Uno paga el ticket sin saber cuál es su verdadero destino, aquél que te lleva al confortable hogar o el que dejas atrás en tantos albergues que te dieron puntual y acogedor techo.

CAMINO PRIMITIVO

OVIEDO-ESCAMPLERO

- “No puede estar Vd aquí. Ha de bajar a los andenes o salir a la calle.”

Obedezco y me levanto. Los andenes de la estación de Coruña están llenos de humo y ruido y en la calle hace frío. No me puedo sentar. Después durante cinco horas y media permaneceré en un autobús lleno de gente, sin asientos vacíos. No se guardarán las distancias preceptivas, pero ahora no puedo sentarme en el suelo, sobre mi esterilla enrollada en medio de un inmenso “hall” vacío para escribir mis reflexiones matutinas.

Los absurdos se multiplican en este tiempo extraño, por lo tanto, nuestros asombros, por lo tanto, nuestros silencios, pero los silencios pueden ser sonoros, más poderosos que las protestas. El guardia capta mi sorpresa. Toca convivir con los pequeños y grandes absurdos, sacar toda nuestra capacidad de comprensión.

Ningún interés en darle chance al rebelde que siempre me ha acompañado. Disfruto del sosiego, de la distancia de un ego que antes me pondría firmes y me obligaría a enfrentarme con el guardia. En otro tiempo hubiera protestado, hubiera hecho valer ostentosamente mi inconformidad.

Ahora callo y no me encuentro incómodo. Me siento en paz con mi silencio. ¿De dónde nace esa satisfacción? ¿Será esto algo de la "metanoia", de la imprescindible y siempre desafiante transformación interior? Llamo a las puertas de dentro, rebusco. No termino de encontrar al rebelde que siempre he sido. Se halla huido. No saldré a perseguirlo.

No comparto la orden, pero la aceptación me proporciona inmensa, nueva y desconocida paz. Deseo asirme a ella. ¿De dónde esa absoluta falta de interés por enfadarme, ese comienzo de compasión por el funcionario que debe cumplir con tan sombría tarea?

Crece una distancia con respecto al teatro de la vida. Cobra fuerza el convencimiento de que todo este inmenso escenario es un juego en el que cada quién cumplimos diferentes roles y en el que lo único que se pone a prueba es nuestra capacidad de comprender y de amar.

¡Menuda peregrinación esa que hubiera empezado con una discusión! Los arranques son muy importantes. Obedezco, mantengo sólida la ilusión de empezar a caminar.

ESCAMPLERO-CORNELLANA

Caminar es rendirte a la sorpresa segura en cada alto, en cada curva. El Camino es Naturaleza, fusión en su magia. Ahora ya por fin lejos del asfalto, puedo sumergirme en esa magia por la que suspiraba. Todo el mundo me pasa y me quedo el último. Menos mal que acabo de ver un vídeo sobre las excelencias "slow living", "slow eating", "walking" ...

Parece que llevara media Europa a mis espaldas y sin embargo sólo son dos días caminando. Cojeo. El menisco que no me quise operar protesta en las bajadas. Parece que hubiera sido curtido por innumerables ataques de hambre, rachas de viento y golpes de frío. Parece que este andar renqueante fuera el de un peregrino a las puertas de su redención y salvación... y sin embargo acabo de empezar a peregrinar. Sí, la enésima peregrinación, pero antes de ayer dormía en cama.

Alberge a rebosar en Grado. El Covid ha cerrado muchos establecimientos. Cometo la locura de seguir caminando hasta Cornellana con el cuerpo muy cansado. Esa luz de atardecer, esa Asturias de hórreo, perro y calma justifican todas las locuras. Inmensa paz también al llegar al Monasterio de San Salvador ya de noche.

Gracias Dios Padre-Madre por darme la oportunidad de caminar, pese a todas las dificultades y sinsabores, sobre esta Tierra bendita.


CORNELLANA-LA ESPINA

Ayer fui padre siquiera por unas horas. No busco desesperadamente los hijos que no traje al mundo, a veces salen al paso. El "hijo espiritual" me vino al atardecer en forma de un noble chaval portugués de veintiún años. Le hablé desde lo más profundo del Ser y él quería escuchar.

Todo comenzó cuando en el comedor del albergue sacó unos pesados botes de cristal con verdura. Ese gesto unido a una mirada limpia, precipitaron mi pregunta de si era vegetariano. Recién se arrancaba en el camino espiritual. Estudiante de agricultura ecológica en Coimbra, enseguida me compartió las dificultades de persuadir en el Sendero. Se halla rodeado de amigos que están a otra cosa, plenamente insertos en este mundo. A veces las dudas se ciernen y no se le hace fácil avanzar tan solo.

Le animé a que por nada del mundo dejara el noble Camino, que persuadiera siempre a pesar de todas las dificultades. Le sugerí que no se rindiera a esa prueba a la que estaba siendo sometido. Que no dudara en que saldría victorioso... Una vez terminé la perorata, le pedí disculpas por ella. Me di cuenta del atrevimiento cuando nos acabábamos de conocer. Él me dijo que le hacían bien las palabras y entonces ya no me frené. Le compartí que jóvenes como él con conciencia y responsabilidad constituyen el futuro de este mundo, que nuestras esperanzas están puestas en ellos, que tiene toda una vida por delante para emplearse en su crecimiento y el servicio a la humanidad... Le seguí hablando a corazón abierto hasta que llegaron el resto de peregrinos que venían de cenar en la tasca cercana.

A la mañana temprano, en un oscuro rincón del dormitorio compartido, con la espalda bien erguida él meditaba. Yo en la descarada horizontalidad le observaba. De vez en cuando, no sin pudor, asomaba un ojo de entre el calor de las mantas. ¿Quién guiaba a quién? Por un momento quise tragarme al instructor petulante, borrar toda charlatanería barata de la víspera...

No me volveré a encontrar con este providencial y avanzado hermano, que no alumno. Uno se apropia hasta de lo que no merece. Tras el desayuno nos hemos dado un abrazo fraterno, deseado lo mejor y despedido para siempre. Él va a cuarenta kilómetros al día con sus pesados botes de verdura por esta Asturias agreste. Yo con suerte hoy haré la mitad. Allá donde vaya, que Dios le bendiga y abra los caminos...


LA ESPINA-TINEO

Frío, viento y lluvia. Pido por los que no se pueden comprar como yo unas botas formidables en Tineo, por los que avanzan sin Santiago, ni flechas amarillas, por los que no les aguarda, al final de su jornada, colchón seco y cena caliente... La isla de Lesbos y los pasos errantes de los refugiados se dibujan entre la niebla.

Se anuncia agua. La lluvia me quiere por compañera. En estas condiciones el desafío consiste en caminar y elevar el sol de entre los montes de adentro, manar contento a pesar de ese horizonte de nubes tan oscuras.

Continuamente estoy repasando todos los "pilotos" de este cuerpo quejica. Hago una monotorizacion rápida de cómo se encuentran las constantes vitales, sobre todo cómo responden los achaques y "goteras" múltiples a esta sobreexposición al esfuerzo físico. Hay sin embargo un "piloto" que siempre me coge desprevenido e indefenso. Poco puedo hacer cuando sobreviene esa inevitable melancolía que generan los cielos repentinamente ennegrecidos. De cualquier forma, el valiente y esporádico rayo de sol que se cuela y asoma entre las nubes cuando estás calado hasta arriba, sabe a suprema gloria.

Fatales previsiones para los próximos días. Con la ayuda del Cielo, pueda seguir caminando. Con el nuevo calzado "water-resistent" ya no he de andar burlando charcos y barros.
....

Es sencillamente un misterio más por el que un día preguntaremos suplicantes. ¿De dónde viene ese gozo al lanzar nuestra mirada sobre amplios y verdes horizontes? ¿De dónde ese bienestar difícilmente definible al penetrar esos robledales de ensueño? Desconocemos de qué manera la sencilla contemplación de la belleza influye en nuestro cuerpo emocional, así como en el mental y los espirituales.

En nuestra supina ignorancia sólo podemos levantar y agitar la mano en agradecimiento a la Madre Naturaleza, a su Reinos, con el consiguiente peligro de que si alguien nos ve, nos tome por tarados. Sólo podemos dar eternas gracias al mundo angélico que construye todo el escenario para nuestro regocijo. Sólo podemos elevar nuestro pensamiento reverente hacia los devas y elementales que han dado forma a cuanto nos rodea, a cuanto necesitamos para la conservación y desarrollo de nuestro cuerpo físico, así como de todos los que conforman nuestra anatomía invisible.


TINEO-SAMBLISMO


"Oh Dios de verdad, desde estas soberbias alturas astures bendigo a los seres visibles e invisibles, a los caminantes de todas las latitudes, a los peregrinos con Rumbo, sobre todo a quien carecen de él, a quienes no anhelan la gloria de "volver a verte" (Lanza de Vasto). Te pido fuerza en estas piernas flojas. Te pido contengas el agua en sus negras nubes, al viento en su guarida, al frío en su aún lejano Enero... Bendice también a Javier, el hospitalero de Samblismo, que tan amable, generosa y fraterna hospitalidad me ha dispensado. Que su noble y valiente empeño de cálido refugio salga adelante..."



Llegar a un refugio cansado y mojado y que el hospitalero te ofrezca un té caliente, amén de agradable conversación y suave música de fondo es una de las gratas sorpresas que ofrece el Camino.

Javier de Samblismo me compartió además la historia de la casa y la razón de su presencia allí al pie de las altas montañas. Hospitaleros de auténtica vocación como él devuelven el alma al Camino.



La soledad física en el Camino torna a menudo un apremio del alma. No tanto una huida del mundo como un anhelo de explorar, de cavar dentro paso a paso. No tanto una separación de los hermanos, como un acercamiento a nuestra Real Naturaleza, de ser con el otro mundo, el verdadero, el sutil e invisible que reclama su exigente cuota de interiorización y silencio.

Ese contacto requiere también sobriedad de hábitos. La comida procuro que sea en la paz de la Naturaleza. Busco los mejores lugares para el ágape del mediodía. Sin embargo, no sé qué atávica gula se despierta al entrar en las tiendas de alimentación y supermercados. A la Presencia le restan aún muchos dominios insubordinados. Llego a la caja y ya me estoy arrepintiendo con una cesta tan nutrida. Con todo ese exceso de peso en la mochila, maldigo la gula que acapara en demasía. Rígido control se impone en el próximo aprovisionamiento.


SAMBLISMO-BERDUCEDO


Había sed de alturas y por eso ante la disyuntiva de dos opciones desde Samblismo, me decanté por la ruta montañero. Pero ese día estaba destinado a la aventura. El bocadillo que generoso me ofreció Javier el hospitalero, así como los cielos nubosos conteniendo toda su agua, me empujaron cuesta arriba. No duró mucho la tregua porque al poco el castigo se empoderó de las alturas. Fuerte viento, frío, lluvia y niebla comenzaron a mofarse del peregrino que osaba avezarse por esas crestas asoladas. El viento se reía de mí mala capa mientras que el agua iba calando hasta la ropa interior. El peso del agua en los pantalones me los tiraba para abajo y tenía que sujetarlos.

Gracias a Dios alguien había señalizado la ruta a perfección. Las gafas las tuve que guardar por la lluvia, pero no había perdida. En mitad de la niebla cerrada se agradece a quien puso uno tras otro tan oportunos hitos. Podamos ser nosotros también hito en medio de la niebla espesa, en el tramo tan confuso de nuestros días.

Los dedos temblorosos finalmente atinaron con el número del rescate. Nunca he pagado más a gusto un taxi. El que subió en mi búsqueda me sacó del aprieto, me libró de pulmonía y me bajó al templado albergue de Berducedo, donde escribo estas líneas. El agua de la ropa se evapora junto a la calefacción y doy gracias al Cielo de estar junto a un té bien caliente escribiendo estas letras. Mañana, si Dios quiere, espero seguir caminando.



BERDUCEDO- LA MESA

Sí, hoy contemplo feliz desde la altura, rayo los cielos, intimo con los molinos de viento..., pero ayer fueron cuatro kilómetros, cuatro ridículos kilómetros. Me perdí, deambulé despistado entre vacas de altos prados y largos cuernos, me dio un buen azote un pastor eléctrico... Así hasta que llegó el vaquero y me indicó cómo volver al mundo. Al bajar de la cima vi la palabra "albergue" y allí culminó la jornada.

Peregrinos con los que me he cruzado ya estarán a las puertas de Santiago y uno sin salir de esta "patria querida" por nombre Asturias. El compañero polaco con el que he compartido habitación ha hecho en un día lo que servidor en tres. No por ello dejo de agradecer cada aliento profundo, cada paso maravillado; no por ello dejaría de querer seguir toda mi vida caminando.

No maldigo este cuerpo gastado que me hace sudar cada kilómetro. Nuestro vehículo físico es exactamente el que merecemos, sólo me queda ofrendar cada sufrido paso y pedir merecer para una próxima venida a la tierra un cuerpo por lo menos como el del polaco.

Por eso callé ayer. En realidad, hay tantas cosas por contar en esta ruta sagrada, pero uno no sabe exactamente cuándo se emplea en el sano compartir, en el texto que ayuda y enriquece y cuándo comienza el vano "strepteese", cuando la carnaza para el engreimiento, cuándo literatura en buena medida al servicio de un ego siempre agazapado, cuándo deviene títere de un orgullo sagaz, entrenado en vestirse del más elevado místico. No debemos, ni por un momento, olvidar el real y verdadero motivo de nuestra presencia en este mundo.

Por eso callé aún con toda la tarde libre. La jornada fue un aleccionador fracaso y además tenía que discernir esa confusa raya antes de volver al teclado. Necesito saber qué es lo que en verdad sirve, ayuda y enaltece y qué es lo que constituye escaparate de nuestra personalidad siempre exhibicionista. Seguramente somos un poco de todo. Ángel y demonio se llevan cada cual su legítima tajada interior. Seguramente mientras las letras sean sostenidas por un mínimo de verdad y buena voluntad, habremos de seguir escribiendo.

Tengo meditación para toda la jornada. Las montañas astures quieran susurrar alguna clave...


LA MESA - GRANDAS DE SALIME

Uno quisiera anclarse en las alturas, inundarse de Cielo. Transcurre el tiempo, me pasan todos los compañeros peregrinos, pero sigo aquí sobre este mar de nubes, atrapado en la contemplación, maravillado por la inmensidad, incapaz de moverme...

Si deseas emprender el Camino en solitario deberás hacerte con buen calzado, adecuado equipamiento y suficientes provisiones. Pero no olvides, y Eso es lo más importante, deberás llevar siquiera un trocito de Aquello dentro.

Vendrán grandes desniveles, vientos huracanados, lluvia que te calará hasta los huesos... y entonces lo que verdaderamente te será útil es, por encima de todo, ese fragmento Inombrable que guardas en el interior, esa Esperanza sin fondo, esa Fe inagotable, ese Pan que no emhoece y que nunca podrás cargar en el macuto...

GRANDAS DE SALIME-FONSAGRADA*
Fin de la Peregrinación

Con la frente en la ventanilla del vehículo que te retorna, habrás de olvidar los mares de nubes, el robledal de cuento, la fraternidad del alma tejida con otros caminantes. Un autobús en Fonsagrada pone fin al esfuerzo, punto y aparte a estas notas. Escribo desde un cómodo teclado, mientras las piernas descansan, la mochila duerme y la lavadora da vueltas sin parar. El cansancio está metido en el cuerpo, pero también, con no menos hondura, el éxtasis en el alma. Uno paga el ticket sin saber cuál es su verdadero destino, aquél que te lleva al confortable hogar o el que dejas atrás en tantos albergues que te dieron puntual y acogedor techo.

No es buen cambio éste del horizonte inmenso por la pantalla tan limitada, pero uno no puede quedarse eternamente en las alturas jugando con las nubes, alejado del mundo. El Camino estrecho, sencillo, solitario, desembocará un momento en el gran Camino compartido de la Vida. Nos reunimos en esta ancha avenida, a veces más desarbolada, para secarnos los sudores y arreglarnos mutuamente las gordas ampollas, para aprender a avanzar unidos, cooperantes, sin que nadie se quede atrás, sin que nadie sufra a causa de los otros. No podemos permitir que nadie quede rezagado, sin disfrutar de los mínimos que otros gozamos…

Cuesta volver a un otoño sin hojarasca, a una meseta falta de señales amarillas, sopa y cobijo, a una actualidad especialmente complicada y confusa. Cuesta retornar al noticiero de incansable luto, embozarse de nuevo mascarilla, volver a la sociedad de las mamparas y los temores que tanto nos alejan los unos de los otros. Cuesta entender este mundo de justicia loca y sentencias incomprensibles...

Lo siento… Los campos son hermosos, pero tenemos el compromiso de llevar también la hermosura y la equidad a este mundo. A lo segundo tampoco podemos faltar. Uno no puede cantar eternamente la belleza, sin evocar la justicia que es otro valor superior igualmente a perseguir, por más que difícil de alcanzar. Jamás nos quejaremos de todas formas de este tiempo intenso, duro, pero único y grande que elegimos para encarnar. Por si fuera poco el bordón siempre estará a mano y la Senda compostelana, las otras Sendas Sagradas siempre abiertas. Las guías se renuevan puntualmente cada primavera…


30 de Septiembre de 2020
www.koldoaldai.org

 
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