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MOCIÓN DE CENSURA

El teatro de hoy del Congreso de los diputados nos es ajeno, no va con nosotros. En su privilegiada tribuna no hablarán hombres y mujeres desnudos de ego o que anhelan privarse de él. Sólo serán los “otros” los que lo hacen mal y yerran y esa cantinela nos aburre.

Deberíamos reparar más en la imprescindible censura interior, de forma que se nos quitaran las ganas de criticar fuera. Mantener el dedo permanentemente señalando hacia otras personas, arruina nuestras posibilidades de evolución en esta encarnación, malgasta la preciosa oportunidad de nuestros días en la carne. Si el dedo nunca torna hacia nosotros y nosotras, estaremos perdiendo el tiempo. No habremos entendido nada del sentido profundo de la vida, del campo de experimentación y prueba que representa.

El problema de las mociones de censura es que con ellas señalamos a los demás, raramente las presentamos ante nosotros mismos. El problema de nuestro mundo es que sólo los demás son objeto de censura, no se nos ocurre pensar que hemos de observarnos, analizarnos y, llegado el caso, censurarnos a nosotros mismos.

Si el mal sólo mora fuera, nunca progresaremos. Si los errores nunca son con nosotros, nos mantendremos evolutivamente paralizados. Pobre del que sólo se halla a la caza de la sombra ajena, de quien nunca presenta mociones de autocensura en la prioritaria oficina de su íntimo registro.

Málaga 21 de Marzo de 2023

 
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