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La bendición del ayuno

A veces hay que pegar un delicado golpe en la mesa interior. Es preciso dejar claro quién manda, la voraz ansiedad o el alma que desea recobrar su herencia, el pleno gobierno sobre el cuerpo adjudicado en esta encarnación. Tiempo de estrictos confinamientos y coches clavados, momento de enfrentar pendientes. He aprovechado este finde de nevera vacía y de campos aún fríos, de agenda en blanco y espíritu urgido de chimenea, de molestia antigua y necesidad de apagarla. La firme guardia del alma ha durado el fin de semana.

La contienda entre naturaleza superior e inferior a veces se dirime en el estrecho espacio de la cocina. Hoy el más Íntimo ha gozado de su colorida ensalada tras cincuenta y un horas de batalla. El sabor desagradable en la boca era la prueba evidente de las toxinas que había que expulsar. A veces no hay que consultar médicos externos. Basta con el despistado de adentro. Uno sabe de sobra qué es lo que le hace bien, cuándo hay que darle al “pause” de la máquina digestiva.
El ayuno es terapéutico para el cuerpo físico, pero sobre todo es el alma el que sale ganando, el que tiene que reafirmar su autoridad, so pena de que las cosas se le vayan de mano. Hay que afianzar la fuerza del alma, so pena de esclavitud de las inferiores pulsiones del cuerpo, so pena de quedar reducidos a un saco de deseos. Es increíble además lo que se puede estirar el tiempo sin ponerte el delantal de cocina, ni prender el fuego.

Me siento vencedor de un batalla nimia. Da pudor exhibir públicamente un trofeo de mofa, pero de alguna forma había que entretener la mente hasta colocarse de nuevo ante el colorido plato…



EL AYUNO Y LA SEXTA

Es la puerta que a menudo deberíamos dejar más cerrada y sin embargo tanto nos cuesta. Hay que ser fuertes para mantenernos, siquiera de vez en cuando, sin abrir el frigorífico, alejados de la despensa. Reconozco que me cuesta vencer ese atavismo, cobrar pleno gobierno sobre la ansiedad y sin embargo tanto nos jugamos en ello. Pido a Dios esa fortaleza que quisiera y no tengo.

El ayuno bien secuenciado y controlado trae paz y salud a nuestras vidas. Por lo general y salvo excepciones, nos hace mucho bien, no sólo a nuestro cuerpo físico, sino también al resto de nuestros cuerpos. Al cuerpo físico le procura descanso, la posibilidad de regenerar sus células, órganos y tejidos. Al cuerpo etérico le agotan nuestras comilonas y agradece también el reposo que le permite revitalizarse. Por lo demás el ayuno nos ayuda a enseñorearnos, a cobrar pleno gobierno sobre nuestros instintos y deseos. El ayuno acompañado de otras prácticas procura claridad mental y paz espiritual. No decimos nada nuevo; sólo lo que han postulado desde siempre todas las corrientes naturistas de salud y las espiritualidades serias.

La secuencia más recurrida es de un día por semana. La práctica del ayuno está avalada por todas las tradiciones espirituales rigurosas de todos los tiempos. Era a todas luces recomendable para la salud de nuestros sobrecolmados e intoxicados cuerpos, sólo hasta ayer, hasta que vino la Sexta. Ayer a la noche emitieron un programa en la popular cadena dedicado en exclusiva a arremeter contra esta práctica inmemorial. Lo vi un poco por curiosidad. Constaté con tristeza tamaña pérdida de norte de nuestra sociedad consumista y materialista actual.

Cinco jóvenes modernos, desenfadados y guapos denostaban este gran aliado de la salud humana. Se metían en sus casas y sólo daban cuenta de lo fatal que se lo estaban pasando disminuyendo la ingesta. La falta de seriedad gobierna muchos medios. La superficialidad al servicio de una insaciable sociedad que por nada del mundo debe parar de consumir, se extiende sin freno. ¿Quién pondrá coto a la frivolidad? Se ha perdido el respeto por la sabiduría antigua, por lo que el conocimiento sin tiempo susurra también al humano de hoy con tripa saturada. La ciencia divina nos invita a una mesura siempre sana, a sumirnos en la ley equilibradora del ritmo. A un tiempo de ingesta continuada ha de suceder un tiempo, siquiera breve, de descanso. La sabiduría inmanente a todas las tradiciones no sabía que un día llegaría la Sexta a cuestionarla, ridiculizarla y tratar de acallarla.

La cruzada mediática empeñada en tumbar las prácticas naturales es ya sin cuartel, ni respeto. "El País" también se ha sumado a esta actitud irresponsable. De alguna forma hay que vender la “artillería pesada” para combatir después las enfermedades, las que siempre han sido y las que ahora están surgiendo. El mundo frívolo poco sabe del poder del ayuno y del recogimiento unidos, pero cuanto menos debía respetarlos. Sin respeto a tan antiguas y sagradas pautas de vida natural no podemos ir muy lejos. A menudo las televisiones no nos forman, sino todo lo contrario, hinchan de lo que no debieran mente y estómago. En este caso la Sexta y País abanderan la incomprensible batalla, pero la verdad se irá haciendo. No tenemos de ello ninguna duda, por más que la ignorancia acapare ahora foco. Ojalá esa imprescindible luz logre avanzar sin tanta cuota de dolor, enfermedad y extraños virus…
Lo sobrio y natural, lo austero y por ende solidario con los que nada encuentran en su plato, con los que no han de resistirse a abrir una puerta que no tienen, ganará el futuro.

 
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