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“Colombia, cien años de ensayo y un trópico de esperanza”

No sabía que el Cielo me iba a deparar tanta maravilla en tan poco tiempo. El esplendor de las altas cumbres de la tierra clavado en mi retina, debía de hacer sitio para la fronda y la rumba, para el trópico y el colibrí, para los lagos de cristal y los jardines de ensueño. Del techo del mundo, volé a miles de kilómetros, al corazón de la esperanza del mundo, allí donde la balacera calla, porque está naciendo el nuevo humano.

Que pues sino agradecer, antes de recordar, antes de esbozar breve testimonio. Que pues sino que los lagos se ensanchen, que los jardines y sus colibrís canten en la eternidad, que pues sino que la balacera calle por siempre. Terminaron los encuentros de luz, culminó la oración aunada de centenares de personas de multitud de naciones en Buga, estampamos nuestra sinfonía policolor en el éter, enterramos los cristales en las montañas, en los lagos, bajo la espesura selvática de nuestros corazones… y a las horas buena parte de la guerrilla colombiana calló, casi mil armas fueron entregadas a las autoridades de Medellín. A primeros de Diciembre, los paramilitares volverán a entregar más metal… Poco a poco las espadas arados y los más elevados sueños carne en la tierra. Poco a poco avanzamos herman@s en el Amor Supremo, poco a poco cumplimos nuestro compromiso de inaugurar una Nueva Tierra.

Lo intenté repetidas veces en hogares lejanos , en cibercafés inundados de música rokera, en aeropuertos y terminales. Apenas salieron breves y fríos reportes, apenas pude hilar palabras ante las máquinas que busqué. Uno tiene que desembocar en su ventana, clavarse en el silencio más absoluto, acariciar su propio teclado para empezar a compartir desde más adentro. Uno tiene que calzar las botas, ponerse de barro hasta la cintura, caminar los campos desnudos para sentir avalancha de imágenes y lecciones, respirar este fugaz otoño para inundarse del glorioso verano aparcado al otro lado del Atlántico. Uno deberá tomar breves días de perspectiva para afrontar la crónica de lo vivido y las enseñanzas que se le echaron encima. Prometí reportar y a ello me dispongo al son del crepitar de la estufa a toda marcha en esta enorme tarde de un invierno adelantado, en la que Cielo nos inunda de todo lo bello transcurrido.

Para cuando se desnudó la higuera ya había dado media vuelta al mundo, para cuando callaron los campos y se creció el río desembarcaba con la mochila cargada de momentos inolvidables y de seres extraordinarios. Llevo casi dos meses sin teclear y ahora no se por dónde empezar, cómo poner orden a lo vivido. Ansiaba llegar junto a la ventana y empezar a hilar, pero antes, como decía, será preciso agradecer. Uno no deberá prender los leños sin agradecer las tiritonas en las altas cabañas del Himalaya, uno no puede paladear esta “soledad” al borde de los campos yermos sin agradecer la orquesta de grillos en la selva tropical, saborear la crema de calabaza junto a la estufa sin agradecer la comida que nunca quiso haber comido, los animales que no deseó ver en su plato… Se torna imprescindible agradecer al redescubrir tus caminos, tras haberte perdido en las sendas de horizonte confuso, sentir la paz y tranquilidad más absoluta tras haber atravesado geografías de gran alerta.

Nepal, en la “casa de las princesas”
Antes de partir al Nepal, demandaba al Cielo señales, signos que justificaran la partida dejando aquí no pocos compromisos. Sigo torpe para leer esas señales, aun no sé a ciencia cierta la razón oculta de ese vuelo al techo del mundo, aleteo de seguro imprescindible.
Los verdaderos maestros se hallan siempre en los lugares más imprevisibles, uno da con ellos donde menos se lo espera. Escalaba la montaña en busca de largas barbas blancas, de santones a las puertas de inaccesibles cuevas, pero pequeños-grandes maestros me aguardaban abajo, en el valle. Les buscaba en los templos inciensados y resulta que me esperaban en los barrios más miserables de Katmandú, en medio de olores poco soportables, a la orilla de su río. La enseñanza se encontraba no lejos de los estercoleros de la capital, en el corazón de sus barrios más depauperados. En poco menos de un cuarto de hora pasaba del hotel más lujoso de la ciudad, el “Yak &Yeti”, un establecimiento neocolonial dotado de todo tipo de comodidades, piscina, grandes y cuidados jardines, a la geografía urbana más sórdida y carenciada que uno pueda imaginar.

La sorpresa del amor y su enorme poder en acción me aguardaba en las calles más pobres de uno de los países más pobres de la tierra. Toni Aguilar y su fundación “Direct Help Fondation” con su accionar alegre y comprometido, su coherencia a imitar, su eficacia difícilmente superable, era una de las grandes lecciones que me aguardaban en el viaje nepalí. Cada uno de los niños y mujeres acogidos en su “Kumary house” (La casa de las princesas) rebosantes de gozo y sonrisa, bien podían conformar la enseñanza que yo en mi ingenuidad ponía en la boca de elevados seres, identificaba con una túnica y ungía de inmaculada santidad. Nepal me enseñó que los maestros dejan los pedestales, abandonan los oropeles, más a menudo de lo que nos podamos imaginar; que las enseñanzas asaltan a uno cuando menos se lo espera.
A veces los seres iluminados no ocupan pedestales, ni largan solemnes sermones, a veces enseñan inglés a los niños abandonados, les buscan lápices y techo, tres platos al día y un sueño de dignidad al anochecer .

Vi a los niños de la calle y sin futuro conquistar su nuevo mañana a fuerza de inclinarse sobre el cuaderno y apretar con fuerza un lápiz que hasta hace bien poco no conocían, aprendiendo en las aulas de “la casa de los príncipes y princesas” a leer y a sumar, a convivir y compartir. Vi a las mujeres, que en el pasado vivían de la mendicidad o soportaban malos tratos, llenar las cuartillas de caligrafía y esperanza con lento, pero seguro trazo. Las vi ensayarse con la calculadora, ese aparato que hasta hace bien poco era casi privativo de quienes se beneficiaban de su trabajo esclavo, de quienes se aprovechaban de su analfabetismo a la hora de la compra. Las vi iniciarse con pesas y medidas en el pequeño mercado de “Kumary House” para que ya nadie les engañara después en el auténtico mercado de la vida.

Quien desee apoyar la encomiable labor que desarrolla Toni Aguilar y su equipo puede hacerlo ingresando su contribución en la siguiente cuenta : La Caixa: 21003363142200112245 (Swift: caixes BB) Personalmente doy fe de la eficacia del trabajo de “Direct Help Fondation”, cuyo objetivo primordial consiste en ayudar a los niños y mujeres desamparados de Katmandú y avalo la absoluta transparencia económica que caracterizan su labor humanitaria. Encontraréis detalle de la tarea de este valiente catalán y su equipo, además de todos los pormenores de sus cuentas en (http://tdhf.ibernet.com).

La pobreza pelea con el exotismo en las calles de Katamandú. En cada esquina uno no sabe si dar gracias a Dios por lo bello que le asalta o huir de la miseria y suciedad que también se manifiesta por doquier. La misma puja se reproduce en el aire. Los olores de incienso compiten con los de las basuras que se acumulan en los rincones y nuestro olfato es testigo de esa pugna eterna, allí particularmente cruda.Una pequeña avioneta nos saca de esas nubes de incienso y fuertes olores y nos transporta a una geografía sagrada, virgen, aún y con todos los miles de montañeros que la hollan en cada temporada.

A una hora de vuelo inolvidable desde la capital nepalí, esplendor, hermosura en dimensiones insospechadas, montañas gigantes, capaces de prender el asombro y de agotar los cuerpos. Pero esta es otra historia, otro relato, que si Dios quiere abordaré con más calma y menos premura, cuando el invierno avance. Dejo el paseo por el techo del mundo para días más sosegados, para cuando hayan mermado los muchos centenares de mails que se me agolpan en la bandeja de entrada. Tan sólo aludir la visita al gran monasterio budista de Kopan y la audiencia con su abad el lama Lubdrub.

En este lugar, origen de la expansión del budismo tibetano por occidente, pudimos constatar la pujanza de la religión sin Dios. En su colina sagrada, en sus jardines bien cuidados, en sus instalaciones confortables…, pudimos ver la vigencia y fortaleza de la religión de la compasión humana, irradiando en todas las naciones.
Completo las reseñas de este breve viaje a oriente, dando cuenta de mi más sentido agradecimiento al grupo con quien compartí sendero y techo, té y oración, chaparrón y días intensos cerca de la morada de los dioses: Marta, Kathy, Isabel, José Ramón, Marcos, Josetxo, Jorge, Diego y Joaquín. Agradecimiento por supuesto a Toni Aguilar quien me demostró tanto bien que se puede hacer con tan pocos medios y a Mangu el sherpa que cogió mi petate y me acompañó durante tres días montaña abajo, cuando mi cuerpo ya no podía seguir a mi espíritu en su anhelo de conquistar altas cumbres.

Colombia, en “petit comité”
Breves días de en Madrid, retomando fuerzas, respondiendo correos y cambiando la ropa polar por la tropical y vuelta a subir al avión, esta vez en dirección poniente.
El calor tropical fue el primer regalo para los huesos entumecidos. En el aeropuerto de Bogotá Enita Zirnis y Silvia Murillo, nos recogían a Maite Pardo y servidor el 8 de Noviembre. En la misma noche, celebración en una Maloka, construcción tradicional, de Tabio, a las afueras de la capital, con primera incursión en la cosmovisión indígena, gastronomía del lugar, danzas incluidas.


A la mañana del día 9 iniciábamos nuestro itinerario por carretera hasta Cali. Tras los “vidrios del carro” se nos manifestaba una geografía exuberante, rica, luminosa que nos fue deslumbrando a cada minuto del largo viaje. Fue un oportuno baño tropical pues al día siguiente comenzaba un largo encierro en el interior de la Universidad de Santiago de Cali. Mantuvimos tres días de intenso trabajo, con los compañeros y hermanos del comité internacional, a la sazón Abaindu (Chile), Grace Argüelles (Argentina), Ricardo Ocampo, Balo Ortega y Juan Francisco Treviño (México), Thamy Aldelán, Abjini Arraiz y Patricia(Venezuela) , Sonia Caamaño (Costa Rica), Enita Zirnis, Sandra Cortés, Jorge y María Elena (Colombia) y Maite Pardo y servidor por España. No abundaré en los resultados, ya que se pueden constatar en las actas finales adjuntas. Resaltar quizá el grado de unidad alcanzado tras crisis pretéritas, unidad por la que desde estas líneas hacemos sinceros votos de cara al futuro.


La concentración cuasi espartana en aquel torreón blindado permitió que fueran abundantes los frutos de la reunión. Entre los logros más reseñables de este cónclave que lideró Ricardo, está la creación de diversas comisiones de trabajo, la creación de una Fundación de carácter internacional, el establecimiento de sendos calendarios espirituales de la Red iberoamericana, la gestión de un terreno donado a OROMU en tierras mayas, la elección de Argentina para los encuentros del 2004 y de España para un magno encuentro planetario en el 2006… Al término del encuentro se sumaron Amyn Dayha y su compañera Karina, quienes vinieron a apoyar con su presencia la candidatura española para este futuro evento de carácter mundial. Si el Cielo así lo quiere en ese año organizaremos una cita planetaria abierta a todos los servidores del nuevo mundo. El 2005 queda reservado a Brasil, siempre y cuando se encuentre el grupo o movimiento idóneo para organizar allí el encuentro.

En las fotos adjuntas se puede constatar la alegría y el espíritu de trabajo que reinaron en esos días. Reseñar entre todas las imágenes la de nuestro entrañable e infatigable Balo, rodeado de todas las chicas. Alejandra Guerra de Chile, Grace Argüelles de Argentina, Maite Pardo y Marylar Bernat de España, Karina Dayha de Inglaterra y Sandra Cortes de Colombia arropan a un Balo entusiasta, que se hace acreedor de todos los afectos. Son mujeres de diferentes naciones fundidas en una y arrolladora sonrisa, son muestra de satisfacción por el trabajo grupal y aunado, calor humano en torno a un ser entregado desde su pantalla de cuerpo y alma al servicio.


En “grand comité”
El 13 de Noviembre, de Cali nos embarcamos en un especial autobús que con músicos y rumba incluidos nos llevaría hasta el Instituto Mayor Campesino de Buga, a unos 80 kms. de la gran ciudad sureña, donde íbamos a celebrar el IV Encuentro de la Red Iberomericana de Luz. Era éste un recinto sumamente cuidado, con unas instalaciones humildes, pero confortables y rodeadas de suprema belleza natural. Esta naturaleza excelsa, desbordante, acogía con todo su esplendor floral, con toda su orquesta de grillos y pájaros a los servidores del mundo llegado desde los más distantes puntos de la geografía iberoamericana. En ese paradisíaco rancho de capacitación agrícola, nos citamos más de doscientas personas de quince países, imbuidas de un mismo afán de compartir, crecer y construir un nuevo mundo. Los cinco largos días se quedaron pequeños para dar cabida a la multitud de talleres, cursos, propuestas, eventos, ceremonias y actividades varias que se proponían. .

Peligroso aquello de empezar a nombrar las mil y un sorpresas de esas entrañables jornadas, por el riesgo de dejar a tantas iniciativas fuera. De cualquier forma uno siente las ganas de mencionar aquellas actividades en las que estuvo presente, consciente de que sólo constituyen una pequeña parte del conjunto del programa global. Quería apuntar las danzas de Sylvia y Fernando que nos trasportaron una vez más a una dimensión de fraternidad en acompasada acción y movimiento, las danzas también de Víctor Viento de Medellín, quien nos hizo descubrir en inolvidable velada, lo tremendamente divertido que puede ser el “Sendero del Mago”, el laberinto de Abjini que nos elevó también a esferas de suprema solemnidad en compañía del fuego, el taller de Horacio que nos hizo apurar el gozo del juego, la música de Deby que nos transportó a dimensiones de puro éxtasis compartido, las conferencias apasionantes de Guillermo Herrera, Dante Franch, los ejemplos siempre estimulantes de la gente de comunidades y eco-aldeas, la “buena vibra” en el quehacer de la cuadrilla de jóvenes de Cali…

Mención aparte merece la fiesta caribeña y la ceremonia de activación planetaria del domingo a la noche. ¿Por último, cómo no recordar el teatro de las antorchitas (de esa simpática forma se bautizó a toda la cuadrilla de peques del encuentro) y la ceremonia de cierre con el traspaso del bastón al equipo de Argentina?
Tras una larga semana de intenso trabajo, había tentación y plan de rumba en Cali, pero un lago por nombre Calima, a una hora de carretera, a la sazón uno de los vórtices espirituales más importantes del país, según nos compartió Guillermo Herrera, reclamaba nuestra presencia.

Lago y selva de asfalto
Dormimos en una casa de madera y ensueño que nos cedieron a la orilla de ese especial lago. A la mañana siguiente éste amaneció con sorpresiva paz. Embarcamos al mediodía, precisamente cuando habitualmente la superficie se agita y toca a arrebato de corrientes y olas. Sin embargo todo era sosiego en ese día. Leonardo, nuestro guía y acompañante, que llevaba años al borde de esas aguas, no conocía tampoco esa balsa de aceite. Mientras hincaba el remo en las tranquilas aguas del lago Calima, nos aseguraba que había dejado definitivamente el trago y no corría tras ninguna falda, que su vida había dado un vuelco, que se había trasformado totalmente, prueba de ello era la devoción que profesaba a su mujer, Rosario.

En mitad de aquellas aguas, en las que se reunían visiones y profecías, ofrendamos los cristales bendecidos en los encuentros. Maite dirigió una ceremonia tan sencilla como bella y emotiva en la pequeña barca. Allí oramos y pedimos por el libre flujo de elevadas energías a través de ese portal. Comimos con Leonardo y Rosario en su austera, pero envidiable cabaña a la orilla de las aguas. Leonardo guardaría bien aquel portal. No en balde, él también había vuelto a nacer, al igual que el lugar sagrado. Nadie mejor que él y su compañera para custodiar ese punto que parece revelarse de importancia para el futuro.

Encendido el motor del coche, era preciso olvidarse de aquel paraje donde con gozo nos hubiéramos anclado también por muchos días. Aguardaban citas en Pereira y Bogotá y era necesario ponerse ya el obligado “chip” de asfalto. Conferencia y círculo de pipa en Pereira dirigido nuevamente por Maite y a la mañana siguiente, tras programa en la radio “Caracol” de alcance nacional, de nuevo carretera hacia Bogotá. En la larga semana de estancia en la capital colombiana resaltar varios especiales encuentros. Todas estas citas no hubieran sido posibles sin el buen hacer y excelentes contactos de Enita Zirnis, que no sólo nos arregló la agenda, sino que tuvo la paciencia de albergarnos a Maite y servidor en su casita de hadas en Tabio, a 20 kms. de la capital, justo debajo de la poderosa montaña de Juaica.

El primero de estos encuentros fue con Williams Feragotto y Mónica , guardianes de la tradición tolteca, con quienes compartimos pipa y momentos de especial fraternidad en su casa ecológica, a los pies también de la mencionada montaña. El segundo gran encuentro fue con Santiago Rojas Posada, activista de nueva era, promotor de festivales espirituales que han reunido a decenas de miles de personas y conocido popularmente como excelente médico y abanderado de la terapia de las esencias florales en todo el cono sur americano. El doctor Rojas es el médico del ex-presidente Pastrana y uno de los más importantes referentes mundiales en el ánimo de acercar la medicina oficial con la natural o alternativa.


Otro encuentro que marcó a quien suscribe estas líneas fue la larga entrevista mantenida con Fernando Malkún y su mujer Josefina Murillo en su apartamento de la capital. Esta entrañable pareja dirige la productora que ha realizado los vídeos sobre “Las profecías mayas”, “La conexión atalante” y “El ojo de Horus”, para el canal espiritual “Infinito”. Sus esmerados trabajos se han visto por toda Sudamérica, llegando a más 100 millones de telespectadores. En estos momentos ultiman una película de animación en 3D, cuyas pruebas tuvimos el privilegio de ver, sobre las antiguas ceremonias que se celebraban en los templos sagrados egipcios. Esta cinta en inglés se presentará en el próximo festival de Cannes de Marzo. Al calor de la chimenea, Fernando y Josefina, no sólo nos deleitaron con su profundo conocimiento de las antiguas civilizaciones, sino que nos compartieron su más absoluta vocación de servicio, su compromiso con la evolución humana, desde el pleno conocimiento de su lugar en el Plan y de los importantes medios audiovisuales que manejan.


La última de las sorpresas fue la fugaz visita al maestro de maestros, al faro del que se nutren innumerables gentes, allá en el corazón de la gran urbe de Bogotá. Tuvimos ocasión de saludar a Gerardo Schmedling y asistir a una de sus multitudinarias conferencias en su amplio centro, en un miércoles corriente por la mañana. El conocimiento de las leyes divinas y su aplicación en la vida diaria se está difundiendo en Colombia a gran escala gracias a las publicaciones y disertaciones de este hombre tan nutrido internamente por la Jerarquía.
Programas de radio, charlas en diferentes centros, alguna zambullida en aguas termales, un paseo inolvidable a caballo y danzas con las mujeres de Tabio, constituyeron las últimas actividades de una estancia en una Colombia pegada ya al corazón.

Agradecimientos
Cada viaje, y éste por supuesto nos lo ha demostrado, es una oportunidad de tejer red de almas, cada salida al mundo una ocasión de realizar nuevos contactos y así establecer vínculos de mutua cooperación y de servicio, de ir anclando la nueva alianza sobre la tierra. Ahora nos toca de nuevo ser testigos en medio de nuestros entornos de esa fraternidad en ciernes. Sí, es cierto, se hace difícil la vuelta a un mundo.

No tanto por la higuera y los bosques desnudos, por los campos inundados de agua, por el frío que penetra los huesos en el paseo vespertino…, se hace difícil la vuelta a un mundo en el que tantas cosas siguen al revés. Mas que no cunda el desánimo. Sabemos ya que los grandes retos son señales para redoblar nuestros esfuerzos. Sigamos uniendo allá donde los muros separan, sigamos clamando por el diálogo y el encuentro allá donde se imponen vías de coerción y violencia, sigamos proclamando la tolerancia y armonía, allá donde siguen campando las espadas, donde no se desfundaron los arados.


Hemos aprendido mucho en Colombia. Hemos aprendido que en la vorágine de un mundo convulsionado, puede amanecer con los colores más límpidos y puros, hemos aprendido que no es preciso aguardar al mañana para ver florecer la Aurora. Hemos aprendido que los nuevos espacios se conquistan milímetro a milímetro, pero que al cabo de un tiempo, tenemos lugar suficiente para edificar los más elevados sueños.


Hemos tropezado con demasiado gente extraordinaria como para que pueda caber en estas líneas. De algunas de esas gentes ni siquiera conocemos el nombre. Héroes anónimos que se pierden en la selva del asfalto. Recuerdo con especial simpatía aquella mujer joven que con sonrisa tan sincera, como profunda, mendicaba en los semáforos. Con el rostro pintado de payaso pedía para un bulto que arropaba en medio de la fría noche de Bogotá. Con la sonrisa de payaso de oreja a oreja alargaba su mano por la última criatura de la larga prole que el Cielo le acababa de encomendar en este mundo.


Y por supuesto los rostros conocidos. Gracias de corazón Sandra, Jorge, María Elena y a todo el equipo de GAP de Cali, por la entrega de un año en pos de unos encuentros genialmente organizados y valorados como tremendamente positivos por la totalidad de la asistencia. Gracias de corazón Enita, Sylvia, Fernando, Gloria y toda la familia de Luz de Tabio, por su acogida en esa comarca en la que se siente ya el nuevo tiempo. Gracias de corazón a cuantos maestros líderes hemos mencionado, porque son ya parte de nuestro camino.

Gracias a Eliana, a Stella Durán, a Claudia Rego, a Amparo Tirrá, a Elsy, a María y Helmer Zuluaga …a cuantos nos abrieron las puertas de sus centros y hogares y nos permitieron peregrinar por este país mucho más mágico que trágico. Gracias a José Ignacio Sánchez de Cali, otro florido francotirador de cámara en ristre que con sus documentales va creando un escudo de protección para los más desamparados.
Gracias de corazón a Colombia, la de los cien años de soledad y ensayo, la del trópico exuberante de esperanza. La tarea continúa. Nos mantenemos por siempre unidos.

Koldo
www.portaldorado.com

Zubielki Diciembre de 2003

 
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