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“En el verdadero paraíso el amor nunca se acaba”

Otro Islam también es posible, aunque a sus abanderados les cueste cuanto menos el descrédito, aunque su credo inflamado de amor y poesía no goce precisamente del apoyo de los fieles a la Yihad más beligerante, al otro Islam más radicalizado.
Hisham Kabbani pertenece a la comunidad musulmana-sufí de América y es firme defensor de un Islam basado en la paz, la tolerancia y el amor. Clérigos musulmanes más tradicionales marcan con él distancia, pero no por ello se arredra este incansable sabio sufí. No hay más que darse una vuelta por Internet de la mano de Google para comprobar hasta que punto es denostado esta “Desviación esotérica del Islam”.

Sin embargo en Europa y América se ha sentido muy bien acogido este líder sufí de mirada y sabiduría profundas, de mente abierta. Por eso le reclaman para impartir conferencias y cursos desde las universidades americanas y ahora también desde los centros académicos en España, en su actual gira. Por eso ha mantenido también en nuestro país entrevistas en el Misterio de Asuntos Exteriores al más alto nivel, con la finalidad de contribuir al progreso de nuestra convivencia multicultural. Nació en Líbano, tiene cuatro hijos y a comienzos de los noventa, a requerimiento de su maestro Shaykh Nazim, se trasladó a los Estados Unidos. Allí ha abierto un total de 13 centro sufíes.

Las puertas se le cierran en diferentes ámbitos del Islam, y sin embargo se le abren en los espacios de espiritualidad abierta y no doctrinaria. Su Islam cargado de hermosos cantos, de mística y de voluntad de confraternización es muy bien acogido en círculos de nueva conciencia o nueva espiritualidad.

No obstante los ataques del Islam más fundamentalista hacia sus postulados, Hisham Kabbani trabaja incansablemente por la paz. Ha contribuido a programas de ayuda y socorro en Bosnia, Kosovo, Afghanistan, Iraq, Somalia y su Líbano natal. Ha respaldado iniciativas de paz en Oriente Medio, Bosnia, Kashmir, Afghanistan y Kosovo. Kabbani trabaja también con gobiernos musulmanes en aras a restaurar las antiguas prácticas islámicas y prevenir el incremento del radicalismo.

El encuentro que con él mantuvimos se desarrolló en un domicilio particular en el centro de Madrid. A él acudieron, además de su particular séquito, personas de Iglesia motivadas por el diálogo interreligioso. Concretamente había jesuitas, franciscanos y gentes de comunidades de base.

Hay barbas blancas de pega y las hay de auténtica y genuina sabiduría. Hisham Kabbani vestía las genuinas, tal como pudo comprobar Fundación Ananta, a lo largo de esta charla informal. El diálogo arrancó con reflexiones metafísicas sobre el espacio y el tiempo, en las que este hombre culto, a caballo ente la tradición y la modernidad, hizo valer los argumentos de la propia física cuántica y subrayó la importancia de la “unión íntima con Dios”. Para Kabani, tal como reza la propia tradición islámica, el santo es “el amigo íntimo de Dios”.

Tras estas disquisiciones metafísicas, ya surgieron las primeras preguntas más comprometidas:

¿Se puede ser a un mismo tiempo cristiano y sufí?
Por supuesto, nadie te puede pedir que renuncies a tu amor por Jesús. El sufismo cree en Jesús. Los sufís que no aman a Jesús están fuera del sufismo. Jesús vino a la tierra en un momento crítico de la historia con una misión de salvación. Vino a ayudar a los hombres y a evitarles caer en males mayores.

Si dejamos de amar a Jesús dejamos de amar el camino de Dios. El sufismo no te pide que te quites la cruz. Hay musulmanes, que con su comportamiento, han traicionado a Mahoma.

¿Anunció Jesús la llegada de Mahoma?
“Después de mi vendrá Otro…” dijo el propio Jesús. El mismo ángel Gabriel que se le manifestó a la Madre de Jesús, es el que inspiró a Mahoma el Corán, el que le indicó cómo rezar. Hemos de tener en cuenta que Mahoma era iletrado.

Los musulmanes admitimos la existencia de toda una cadena de verdaderos profetas. Mahoma es el que sellaría esa cadena.

¿Hay alguien que no este incluido en la misericordia de Alá?
Dentro del propio Islam hay diferentes opiniones. Nuestra opinión concreta es que Su misericordia engloba a todo el mundo, pues todos los humanos son creados a través de Él. El Señor nos ha dado vida con su infinito amor y no podemos pensar situarnos fuera del alcance de esa misericordia sin límites.

Cuando un hijo se porta mal su padre no lo tira al fuego. Igualmente ocurre con los hijos de Alá. No puede castigar a sus amados.

¿No importa el credo que profesemos?
Todos seremos benditos. El profeta Mahoma intercederá por todos nosotros, tanto para los que lleguen a la meta, como para los que no la alcancen.

¿Si Dios es unidad, por qué hablamos como si estuviéramos separados?
Somos gotas en medio de un Océano de unidad. Por más que en determinados momentos nos podamos sentir separados de ese Océano, de Dios venimos y a Dios retornamos. Al retornar a Dios ya no seremos más gota, sino Océano.

¿Hay un solo camino para llegarnos a Dios?
Los caminos hacia Dios son tan infinitos como las respiraciones del hombre.

¿Qué sabemos desde la tierra del Paraíso?
Vivimos un mundo imaginario, un paraíso de comida plástico. Sin embargo hay un Paraíso de comida pura y fresca que no se puede comparar de ninguna de las formas a éste. En el verdadero paraíso el amor nunca se acaba. Todo lo que allí existe es fuente de placer sin fin en presencia del Señor.

¿Tenemos que ir, por lo tanto, a por la “comida fresca”?
Así es. Somos como niños que aún no sabemos distinguir la comida fresca y nutritiva, de la “comida basura”.

Pautas sencillas llegar a Dios…

Tres pautas.
Primero, dile a Dios todos los días: “Creo en ti, Tu eres mi Creador y yo soy tu siervo”. Segundo, ama a todos los seres, a toda la Creación. Tercero, destierra de ti todo mal sentimiento y di con convencimiento “Yo perdono a todo el que ha hecho daño”.

Si cumples con esos tres sencillos preceptos, no será siquiera necesario que acudas a la mezquita o sinagoga.

Pautas sencillas para demostrar ese amor por Dios…

Cuando te despiertes haz una postración mientras que dices: “Oh Dios, Tú eres mi Señor y yo soy tu siervo”. Igualmente otra postración al mediodía, antes de la caída del sol y después de la caída del sol. Si no puedes postrar tu cuerpo, simplemente inclina tu corazón.

El sol va también avanzando en esa tarde de los credos que se reencuentran en una apretada sala de estar. La tertulia va llegando también a su fin. Cuando ya parecían las palabras agotadas, es cuando surge el canto sufí en toda su poesía reveladora, con su ritmo creciente y cautivador. Dos jóvenes del séquito de Hisham Kabbani nos deleitan con finísimas melodías, cuyas estrofas todos los presentes acompañamos con gozo.

Tu eres un rayo de Sol.
Yo soy un rayo de Sol.
No existimos. Solo hay el Sol.
La y la y la y la la…

 
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