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Despertares

Todavía hay quien piensa que la realidad no varía, que la humanidad se encuentra atascada e incluso iniciada en un proceso involutivo. Todavía hay quien siente que no desperezó la esperanza.
Los despertares siempre fueron silenciosos. No hay sobresalto cuando la semilla se despereza y empuja la tierra que soporta, cuando poco a poco la flor se abre y envía a los cuatro vientos su fragancia. No agitamos campanas para anunciar el nuevo día cuando por la mañana el despertador nos saca de un patada del astral. Los despertares son tímidos, callados, al principio incluso imperceptibles.

El amanecer interno de tantos hermanos es la cosa más grande y maravillosa que podamos observar a nuestro alrededor. Al fin y al cabo vivimos por y para ese despertar. Todo en la vida se confabula para que un día se accione el trascendental dispositivo. Ese estirar los brazos de la conciencia, ese desperezamiento de un sopor milenario se puede manifestar de las mil y un formas. No hay un despertar igual al otro y eso hace que cada uno sea grande, mágico y único.
Aquel pintó sus ojos de algo risueño; aquella dejó su trabajo y puso una camilla sobre la que se lanzan las energías sanadoras del cosmos; el otro candó sus despacho y se calzó mochila al hombro; el de más allá olvidó chuletones y se puso a devorar ensaladas; Fulanito ficha los fines de semana en un hospital donde susurra a los moribundos que la vida nunca se acaba; Menganita ha hecho colegas en el más allá que la tienen todo el día de escribana; Zutano se da cuenta que sus manos sanan y las va plantando aquí y allá al primero que pilla; Mengano ha revolucionado una oficina en la que resuena un "Om" de cinco minutos cada mañana; Macarena se ha desmelenado y se ha agenciado una casita en la sierra donde ha instalado su taller de flores secas; José Carlos se ha comprado una bicicleta y ha dejado los bocadillos de chorizo frito al mediodía; Andrés se pasa las tardes enviando poemas y cuentos de final feliz por “Interné”; Angustias se ha cambiado de nombre y fundado una ONG de ayuda con las "marujas" de su barrio… ¿Quién no puede dibujar un panorama semejante a éste que acontece a su alrededor?
Todavía hay quien piensa que el planeta no cambia, que la realidad baila sólo al son que tocan los titulares de los medios de comunicación. El verdadero acontecer siempre discurre por dimensiones más profundas. La radiografía más auténtica de nuestro mundo habría que obtenerla fotografiando realidades más soterradas, escaneando corazones, explorando miradas…
Nuestra humanidad no es para nada la de hace unas décadas. Nuestro itinerario evolutivo ha alcanzado ya elevadas cotas, por más que la sombra patalee aquí y allá llamando la atención. Ninguna geografía se libra de esta fiebre de despertares. Acontecen por millones, en todos los paralelos, en todas las latitudes. El reloj cósmico, de puntualidad inglesa, sonó a la hora acordada. Minutos más aquí o más allá todos fuimos corriendo las gruesas cortinas del "maya" (ilusión). Sueño más aquí o más allá todos empezamos a comprender un día el auténtico sentido de nuestro paso por la tierra.
Desde arriba monitorean estos amaneceres personales. Es su tarea preferida. A la hora acordada vieron encenderse y extenderse el mapa de los despertares. ¡Puede haber panorámica más estimulante! Los observan uno a uno, los anotan en cuaderno de oro, los catalogan, los estimulan… Los Hermanos de las estrellas se agolpan antes sus sofisticadas pantallas de 3D para observar despertares: "¡Por fin Fulanito!, ¡Hombre, ya le llegó la hora a Zutanito!, ¡Hummm, Menganita con ese nuevo novio se nos está retrasando…! ¡Cuidado que Periquito va hecho una bala y se nos va a espatuflar!…" A veces se oye el eco de su aliento, cuando ya no pueden con tanto silencio, cuando se saltan las barreras dimensionales y nos susurran a más de uno: "¡Bueno, bueno vagoneta, ya es hora! ¿Para qué te crees que aterrizaste en la tierra?"
Pocas cosas habrá más bellas que ver en nuestros hermanos despuntar un rictus más amable, un brillo en su mirada, o sentir afinada la música de su sonrisa… Quizá no hay noticia más grande que aquella que nos reporta el alumbramiento de un nuevo foco de luz en la tierra, el alistamiento de un nuevo servidor de la Aurora. Aquí y allá otra mirada, otro oído, otro tacto…; aquí y allá seres tocando fondo, ensanchando su conciencia, devorando con agradecimiento la vida; aquí y allá la emoción de vivir un momento único de Graduación y Ascensión… Aquí y allá un nuevo entusiasmo de entrega y servicio barriendo la monotonía del pasado…
Si a tu lado alguien duerme con especial sopor, desplaza, empuja suavemente tu hombro… Hazlo con cariño, sin que apenas se de cuenta tu vecino dormilón. Lanza el silencio, la palabra, el gesto, la mirada… apropiados. Ese hermano correspondía seguramente a tu "ámbito de gestión", a tu territorio de alumbramiento.

 
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