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Mapa del avance de la conciencia de unidad

El ser humano va tomando conciencia de lo efímero de la experiencia de separatividad en su paso por la materia. Gotas de un mismo Océano, chispas de un mismo Fuego, rayos de un mismo Sol..., aliviados del peso en la materia , de la necesaria experiencia corporal, superada la falsa “ilusión” de habernos creído separados, iremos retornando al Gozo de sentirnos de nuevo uno con todos, uno con el Todo, Uno en la Morada Eterna del Absoluto.

Los medios de comunicación nos asaltan diariamente con la crónica de la fragmentación y de la división entre los humanos. No es una crónica lejana o falsa, sin embargo tan real como ésta, es aquella que nos da cuenta del esfuerzo convergente e integrador en el que también estamos empleados muchos seres humanos. De la primera crónica acerca de la división y el odio no nos ocuparemos en este breve mapa, evidentemente breve e inconcluso. Ese parte de la confrontación nos es ya conocido. Optamos por dar cuenta del futuro no del pasado, de la esperanza que se gesta, no del fracaso que expira.

El hombre (en su definición genérica que por supuesto se refiere por igual a la mujer y al varón) va por fin adquiriendo conciencia de inclusividad, unidad con el Cielo y unidad con el resto de los seres, comenzando por sus propios hermanos, los humanos. El ideal de fraternidad encarna ya entre nosotros a gran escala. La conciencia de unidad de sentirse “uno” con el Todo ya vuele, salte, rapte, ande, o permanezca detenido, es simplemente la conciencia de unidad con Dios, Origen de toda vida. De ello nos hablan sobradamente los místicos.

Todo lo que acerque y eleve pertenece al Plan de Dios sobre la Tierra. El esfuerzo titánico por el encuentro y la unidad se libra a muchos niveles. He esbozado este mapa en el que pretendo apuntar algunas de las áreas en las que los seres humanos, de forma más o menos consciente, libran esta auténtica cruzada de unidad, y de esta forma van sentando las bases del nuevo tiempo de fraternidad en la Tierra.

Medios de transporte y comunicación: Si la unidad es hoy posible en todas las áreas que a continuación describiremos es gracias al enorme adelanto experimentado a lo largo de los últimos años en el desarrollo de los medios de transporte y comunicación. Todas las barreras físicas que a lo largo de milenios han mantenido separados a unos hombres de los otros están desmoronándose en nuestros días. La señal ha sido dada desde lo Alto. Han sido cedidas las herramientas y tecnología precisas, pues hemos alcanzado la suficiente conciencia y madurez, para comenzar a experimentar esa familia de hermanos, ese Reino de Hijos de Dios sobre la Tierra.

Ya llega a nuestros hogares, reflejada en la pantalla del ordenador personal, cualquier información de cualquier lugar del mundo, con sólo “cliquear” con el ratón. Internet va tejiendo una tupida red virtual que nos acerca aún más unos a otros. Ya no hay más universos cerrados que aquellos que nosotros mismos preservamos para conservar nuestro equilibrio y paz interior.

Hace ya más de 2000 años, cuando el apóstol Pedro quería comunicarse con sus apóstoles que a los largo del entonces pequeño mundo civilizado, pregonaban el alto ideal de fraternidad humana y filiación divina, el hombre-correo de su absoluta confianza podía tardar hasta tres años en realizar su cometido. Al cabo de ese tiempo había entregado ya las epístolas del ya anciano Pedro y a su vez, éste tenía por fin noticias de la obra redentora de sus apóstoles.

Todo tenía un ritmo diferente, lento despertar de conciencias de una humanidad más primitiva. Hoy los mismos mensajes de amor y fraternidad pueden saltar en milésimas de segundos de un lado a otro de la Tierra. El hombre va tomando conciencia de cuál es el destino verdadero de tan preciados adelantos, infantil ensayo aún de la todavía inconcebible tecnología celeste.

Economía: El comercio fue el primer trasgresor de las fronteras, el que antes se percató de la complementariedad entre los seres humanos. La lógica se impulso ya en lejanos tiempos: “Yo te doy esto, que tengo en abundancia, que extraigo o produzco en grandes cantidades y a cambio tú me proporcionas ese otro producto del que yo carezco”. El comercio y la economía han entrado en una fase definitivamente universal. La unidad monetaria es ya una realidad en Europa, y no tardará en serlo en más regiones del mundo. El reto del comercio no es ya saltar, ni comerse más fronteras, ha acabado con prácticamente todas, sino de establecer unas bases justas de ese comercio.

Más allá del avance que supone la expansión de los mercados, el verdadero progreso estriba en hacer que estos sean más solidarios y menos competitivos. El comercio necesita de gentes altruistas que manejen sus hilos. Urge orientarse ya de forma definitiva hacia el beneficio de todos y no sólo del de una sola parte.
De forma más concreta es preciso acabar con los injustos mecanismos que siguen dando mayor beneficio a los países del Norte con respecto a los del Sur, impidiéndoles el despegue de su subdesarrollo. La economía y el comercio necesitan en esta nueva etapa de universalización, de hombres y mujeres con renovadas miras, con generosos impulsos que no busquen su exclusivo enriquecimiento, sino el progreso material y espiritual del común de los humanos.

Política: Los seres humanos se percatan de que una cada vez más amplia unidad política y administrativa, es garantía a su vez de una mayor seguridad, estabilidad, armonía y progreso. Los vínculos políticos que vamos poco a poco estableciendo, basados en el mutuo respeto y cooperación son base de la nueva era de unidad. Los Estados nacionales van mermando en beneficio de las estructuras transnacionales, tal como corresponde a un estado de conciencia también más evolucionado. América, Asia, incluso África, van ya tomando ejemplo de la experiencia europea de unidad. Diversos países, en uno y otro área, ensayan nuevas fórmulas de unidad política.

Las grandes decisiones se comienzan ha adoptar en los foros comunitarios, en detrimento del margen de maniobra de las políticas nacionales. La limitada conciencia nacional se ve complementada con una más abarcante conciencia planetaria, el principio cósmico de “unidad en la diversidad” va ganando, también en este terreno, adeptos.

Cultura: A lo largo de la historia hemos negado a menudo el maravilloso acerbo cultural del que el otro también, como hijo de Dios, es portador.

Va cediendo el espíritu competitivo igualmente en este ámbito. El ser humano se percata de que más allá de sus fronteras, no hay una amenaza, sino una ocasión de enriquecimiento cultural. Se ensanchan las miras de los humanos, dotados hasta ahora de una visión tan parcial, limitada y condicionada de la vida y el mundo. El desarrollo de los medios de transporte y comunicación han sido claves en este proceso de internacionalización de la cultura. Hoy los seres humanos tienen acceso al legado cultural de cualquier otro pueblo o continente. Las culturas se fecundan unas a otras en un mutuo enriquecimiento que redunda en el progreso de todos.

Universalización sin embargo no es sinónimo de uniformidad. La diversidad enaltece aún más al Creador. El hombre repara en Su infinito Amor y Sabiduría al crear universos diferentes pero a la vez complementarios.

Religión: Hay tantas formas de re-ligarse al absoluto como carácteres, culturas, civilizaciones... existen o han existido sobre la Tierra. El hombre moderno va tomando conciencia de que no hay religiones, ni grupos particulares, ni pueblos elegidos por Dios. Va paulatinamente abandonando ya esa idea poco evolucionada de una Divinidad con preferencias. “Todos somos iguales a los ojos de Dios”, independientemente del lugar en que en esta ocasión hemos venido al mundo, de la religión en la que nos hemos formado, del credo al que nos hemos adherido, de los maestros, “gurús” o sacerdotes con los que nos hayamos instruido.... Sólo los fundamentalistas de uno y otro signo mantienen esa falsa idea de exclusividad. El hombre redescubre que las formas exteriores y medios de los que el otro hace uso para llegarse más cerca de Dios, pueden resultarle también enriquecedores.

Cada vez es más común en el seno de los movimientos espirituales emergentes el compaginar la riqueza y diversidad de las tradiciones, con fórmulas, rituales y oraciones de carácter universal. Lo realmente importante es la unidad en el fondo e intención. Lo que verdaderamente cuenta es la comunión en el Espíritu.

Ciencia: Los gobiernos se percatan de que los grandes desafíos de la ciencia y la técnica sólo se pueden abordar en el marco de una estrecha colaboración entre científicos de uno y otro país. Los grandes laboratorios y centros de investigación reúnen ya bajo sus techos a científicos de los más variados países.

Una vez más constatamos que sólo en el marco que genera la estrecha relación y colaboración de la comunidad científica internacional se pueden abordar los grandes retos que tiene el hombre pendiente, como pueda ser la búsqueda de energías no contaminantes, así como cuestiones derivadas de la mejora de la calidad de vida de la población más necesitadas...

Más allá de nuestra propia dimensión, Inteligencias Superiores, van trasmitiendo las claves científicas y tecnológica que los humanos podemos asimilar y que redundan en nuestro progreso.

Evidentemente no se nos otorga más de lo que, en nuestro estado actual de conciencia somos merecedores.

Lengua: Tras los intentos fallidos del “esperanto”, el inglés se afianza como lengua universal en la que nos podemos entender y comunicar todos los seres humanos. Sin tener que renunciar a las lenguas propias, se nos proporciona un valioso instrumento que nos sirve para encontrarnos a todos los seres humanos. En ningún lugar del planeta, nadie se encontrará perdido, o con problemas de comunicación con unos mínimos conocimientos de inglés. El inglés es el idioma interrelaciona a los humanos y que más que ningún otro encarna la unidad que poco a poco vamos alcanzando.

Unidad biológica: El orgullo y la conciencia de superioridad de los pueblos y las razas han retrasado hasta nuestros días, la fase del Plan Divino que preveía el cruzamiento y mestizaje biológico. Las razas humanas tienen a su vez sus orígenes en diferentes planetas, diferentes injertos que se implantaron en los continentes. Superados los prejuicios del pasado, la unidad biológica es estímulo para alcanzar la unidad superior en el espíritu.

 
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