“Nunca máis”

Doble casco a los petroleros, doble sentencia a quien ofusca futuros y enferma a nuestra Madre. Nunca más nuestras playas y costas de negro luto. Danos otra oportunidad para que tus hijos cavilen y descansen en el colchón de tus arenas, para que vuelvan conchas y corales, ninfas y ondinas, sirenas y piratas, gaviotas y alcatraces...

Las sirenas ya no arrojan sus redes de cristal, conchas y corales huyen de tan pringoso disfraz, ninfas y ondinas abordan veleros de cartón rumbo a otras aguas de brillo tropical... Los piratas de pata de palo ya no olfatean tesoros de chocolate por las islas del poniente, gaviotas y alcatraces dibujan con pico negro en el encerado de los cielos y el viejo pescador explora, con ojos húmedos, un trozo de mar azul en su horizonte mancillado.

¿Cómo leemos esas inmensas manchas negras? ¿Cómo interpretamos ese contundente mensaje de brea en el poso de nuestra civilización?¿Qué hemos hecho para que las olas empujen tan viscosa y gruesa tristeza? El mar pinta de negro las playas, ¿pero de qué color pintamos nosotros el mar?

Ya vale de echarse la culpa unos a otros. ¿Quién no se desplaza con un motor, quién no calienta sus frías paredes de invierno con el líquido en cuestión? ¡Arriba los corazones! Hacen falta todas las voluntades, todas las palas… Y después, cuando generosidad y medios, esfuerzo y tiempo traguen la marea, secuestremos el viento, robemos a las olas la fuerza, aprovechemos las cascadas, saquemos del astro rey el calor… pero descanse el “oro negro” en las entrañas de subsuelo.

Enciendo ahora, aún con más pudor, la llave de mi coche. ¿Es qué no hay otra forma de movernos por el mundo, que quemando ese petróleo que nubla los cielos, enferma pulmones y castiga los mares? Mientras damos con el nuevo ingenio, bajemos a la plaza en bicicleta el jueves de mercado.

Doble casco a los petroleros, doble sentencia a quien ofusca futuros y enferma a nuestra Madre. “Nunca máis” nuestras playas y costas de negro luto, nunca jamás forajidos con tanto dolor en la panza de sus buques de hojalata. ¡Oh Madre Tierra!, ¡Maculado Océano!, danos otra oportunidad para que tus hijos cavilen y descansen en el colchón de tus arenas, para que vuelvan conchas y corales, ninfas y ondinas, sirenas y piratas, gaviotas y alcatraces…

 
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