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"ARANTXA LASA. MEMORIA DE ACOGIDA"

Nuevo libro. Memoria histórica-  
Fragmento: "No muy lejos de Arantxa, en otro barrio donostiarra, en otro ancho y confortable sillón de espaldas a otra gran cristalera descansa una mujer también anciana. Nació a la par, en su mismo tiempo y geografía. Pasó quizás menos angustias, pero hubo de crecer en aquella misma atmósfera tan poco amable y a menudo asfixiante. Su “heroísmo” limitó con las paredes del hogar, se ceñía a sus siete hijos que educó con sobrada entrega. No le dio para otros combates y socorros más arriesgados. Guardaba en su corazón sin embargo la misma, firme y sólida fe que Arantxa y debajo de la ancha cama que compartía con su compañero del alma, los mismos colchones siempre dispuestos a ser extendidos cada vez que llegaba el forastero. Éste podía ser un preso recién salido de prisión, un amigo vendimiador en ruta hacia Francia, el portugués que mendigaba en las puertas de San Ignacio o el joven proveniente de la comunidad alternativa de Lakabe con ganas de chapuzón en la Kontxa... Aún con la fe si no perdida, sí en corto maniatada, yo también asistí a menudo al milagro de la proliferación del pan y las alubias, vi crecer el número de los platos a las dos del mediodía...

Si algo nos enseñaron estas mujeres ejemplares es a dejar abiertas las puertas, a esconder siempre colchones de sobra enrollados bajo las camas, a guardar platos de más, a no contar las alubias... Los valores que fueron el sostén de nuestros mayores, seguramente tenían visos de permanencia, uno se atrevería decir de eternidad. Somos los herederos de una gloriosa generación cuya exclusiva prédica se limitó al tan discreto como inolvidable ejemplo. Necesitamos más de su servicio reservado y silente, menos aireado y televisado.

Están volviendo, estamos trayendo a este confuso presente a quienes “marcharon sin épica” (Xabier Lete). Difícilmente les devolveremos ese reconocimiento que tienen sobradamente merecida. Se acomodaron al silencio y desde la gloriosa atalaya en la que se encuentran quizás les baste el sencillo recuerdo. Pienso mucho en una Loren que vivió sus últimos días en la Residencia de Zorroaga. No hay moviola hacia atrás, no podemos llevarles las flores y laureles que en vida no recogimos, pero podemos recordarles, reconocerles, apurar al límite la memoria. Ése ha sido el exclusivo móvil del breve trabajo que aquí finaliza.

La épica quiso quedarse junto a quienes probablemente no la merecían. Nos sobra el juicio, no hallamos en él ni razón, ni motivo, ni aliciente. Cada quien es dueño de sus glosas, “aurreskus” y cantos, pero un pueblo que olvida la verdadera épica, la de la discreción y la humildad, en definitiva, la de la falta de ego, es un pueblo amnésico, privado de pasado y por ende desnortado. Podamos sacar a la luz más memorias abandonadas, recuperar poco a poco más Arantxas, Natis y Lorens en otros barrios, en otros pueblos de nuestra querida Euskal Herria y por supuesto allende ella; podamos recuperar aquí y allí, más silencios, más épicas de quienes “marcharon sin épica”.

* Presentación en el convento de Santa Teresa de Donosti el próximo 28 de Septiembre de 2013. Siete de la tarde.

 
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