Hay momentos en los que el campamento se revela en toda su magia transformadora. No detalló de qué guerra venía, pero no es difícil adivinarla. La enconada y prolongada lucha imprimió su mirada. La batalla talló su semblante con facciones duras. “Hay cosas que no se pueden contar…” me decía en voz baja ante la pila de pucheros y vajilla que una vez más se prestaba él a limpiar. No quería hablar, sólo, sólo deseaba servir. He visto derretirse en el círculo del amor fraterno a los hombres más duros, transformarse en el fuego de la comunión a hermanos que han invertido buena parte de su vida en el combate. Me he fijado en él. Le he contemplado en las excursiones acompañar al más impedido sin abandonarle un momento. A la hora de cortar la verdura viene el primero y se va el último… La transformación que experimentan hombres duros, es de los aspectos que más satisfacción reportan estos intensos días. Por supuesto no mentaré su nombre. No deseo desvelar pista alguna. Dejó en el exilio la mayor parte de su vida y recala en el campamento desde una villa marinera donde rehace sus días en buena compañía. Al mismo tiempo estamos conviviendo codo con codo, corazón con corazón con un oficial del ejercito destacado en el País Vasco en los llamados “años de plomo”. ¿Qué mayor aspiración podríamos abrigar quienes creemos profundamente en el poder sanador, redentor del círculo de la comunión? ¿Qué mayor satisfacción que la de la alquimia de la transformación interior que observamos operar en todo su potencial? Artaza 12 de Julio de 2023 * Círculo matutino. Urbasa 2023 |
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