Jocelyn Arellano, ayuda más allá de la muerte

"La vida es eterna. No se acaba nunca. No está limitada a un solo pasaje sobre la tierra, sino que forma parte de todo un proceso evolutivo de perfeccionamiento". No quedaba otro remedio que creerla. Si esa mujer mexicana rebosante de bella madurez y rodeada de todo lujo y comodidad había alcanzado tan desapegadas conclusiones, había que darle crédito. Un bello panorama sobre la ciudad más grande del mundo a través de una amplia pared de cristal pareciera convidar también a una mirada más distendida sobre la realidad.

Al fondo, un amenazante Popocatépetl mascando interiormente su lava recuerda a los veinticinco millones de habitantes de la populosa ciudad que Jocelyn Arellano tiene razón: "Morir es menos difícil que nacer. En el primer caso se trata de liberarse y en el segundo de limitarse, en aquél se vuelve al hogar, mientras que en éste se va a la difícil escuela de la vida".

Escudriño sus delicadas manos al servirme el té y me tengo que preguntar sin son las mismas que se posan sobre la frente de los deshauciados por el SIDA, de los presos en la cárcel de Almoloya y otros diferentes presidios de Distrito Federal. ¿Serán las mismas que agarran el volante cuando la escritora y benefactora conduce por las pobres barriadas que rodean a la gran urbe, a la caza de los "fantasmas" de los muertos que agobian a tanta gente?

Su potente tono de voz y sus gestos enérgicos parecen estar más a la altura de las duras situaciones con las que está familiarizada. Se manifiesta como una mujer brava que no se encierra en su cajita de cristal perfumada por finos inciensos. Baja de continuo a la ciudad. Allí ha fijado su compromiso con el sufrimiento de los hombres vivos y de los ya "partidos". Su vivienda-atalaya de cristal no está amurallada, semeja más un lugar de descanso entre salto y salto a cárceles y barriadas que una privilegiada "morada" a espaldas del mundo.

Dos poderosas razones me habían puesto a las puertas de la suntuosa vivienda de Jocelyn Arellano en una de las urbanizaciones más distinguidas de la capital mexicana: el atronador éxito del libro que había escrito con Carmen Sayve, "Una puerta hacia la luz" en el que recogen testimonios de quienes al morir no van de inmediata a las "esferas de gloria" y por otro lado el reciente lanzamiento de la campaña "Ora por el mundo" de la cual ella es la principal responsable.

Amables cazafantasmas

Apenas le dejo caer alguna pregunta. Vive intensamente su cometido de auxilio a vivos y muertos y con ese mismo ardor nos "platica". Es torrente información que no se detiene ni para sorber un té que se va enfriando a lo largo de una viva conferencia.

El punto de arranque es el miedo a la muerte. La respuesta salta de forma automática: "Nace de la sensación equívoca de sentirnos separados. Antes de venir aquí somos parte de Dios, parte de la luz que decide encarnar, para vivenciar la materia. El hombre se reconciliará con la muerte cuando se reconcilie con la vida. La muerte es parte de ella, su graduación".

Sin mediar pausa se lanza a revelarnos esas otras realidades que parece conocer con detalle. Habla con familiaridad de ellas y da por sentado que están inundadas de luz y de amor, pobladas de muchos seres maravillosos, guías y maestros siempre dispuestos a echarnos un "cable" Da por sabido que no somos sólo cuerpo físico, que la vida terrena no es la única y más importante, sino una etapa más en nuestro peregrinaje de evolución, que el infierno lo inventaron los tristes de espíritu

La entrega apasionada y desinteresada a la labor junto a su compañera parece actuar como reclamo en la enorme ciudad en que vive. Están muy solicitadas. Les llaman de los más distintos barrios. Les hablan de presencias extrañas que sienten en sus casas y ellas acuden prestas a "desatascar" a esos muertos que "merodean" la materia por apegos emocionales, materiales, incredulidad Su facultad mediúnica la emplean en colaborar con esos difuntos "nostálgicos" de su anterior vida física: "Hemos aceptado ayudar a las almas que se encuentran estancadas por diferentes razones en ese limbo que está entre el mundo físico y el espiritual". Su infatigable colaboradora, Carmen, se comunica telepáticamente con los otros planos de conciencia y de esa forma entablan comunicación con los desencarnados.

Según nos relata Jocelyn, los "seres de luz" que moran del "otro lado" no pueden establecer relación con los recién desencarnados si éstos tienen puesta aún su atención en este plano físico: "Al estar vibrando en nuestra frecuencia les es más fácil escucharnos a nosotras. Esa es la razón por la que se pide nuestra intervención".

Esta pareja de amables cazafantasmas va bien pertrechada. Su equipo de urgencias es sencillo: un buen repertorio de cantos gregorianos, flores blancas, agua bendita, inciensos y velas. A todo ello le añaden oración y buenas dosis de amor y no hay "espíritu pelmazo" que se les resista. Tarde o temprano acaban "por migrar a la luz".

Sus "maestros y guías espirituales" son los que propician el encuentro con quienes se encuentran en necesidad, ya sean desencarnados, ya familiares a quienes también proporcionan apoyo y consuelo: "Lo que hacemos en conjunto con el plano espiritual es prestarnos como instrumentos para ayudar a los que se encuentran en el atolladero del bajo astral. La enorme diferencia con la práctica espiritista estriba en que ésta busca el contacto con los desencarnados para seguir atendiendo a las preocupaciones del plano terrenal y no para ayudarlos a que se eleven a los planos espirituales que les corresponde".

El mundo después de la muerte no encierra mayor misterio para esta mujer que transita asiduamente entre las "dos orillas": "El individuo que muere se desprende de sus cuerpos perecederos, físico y etérico, para encontrarse en uno tan sólido y real como el que tenía. Esto se debe a que pasa a un plano de realidad diferente: el astral. Su cuerpos más sutiles o espirituales estarían envueltos en la forma o molde energético que daba lugar al cuerpo físico".

Acerca del lapso preciso para el total "desprendimiento de los cuerpos materiales", nos detalla: "Generalmente se necesita un cierto tiempo para que se realice el desprendimiento ya que el ser que acaba de morir tiende, en un principio, a seguir cerca del cuerpo que ha dejado. Hay casos en los que los seres se despegan rápidamente de su vehículo físico y del mundo material, experimentando la dicha inefable del encuentro inmediato con la luz, pero hay otros que se quedan fuertemente apegados a ese cuerpo y a su vida física, quedándose estancados en el mencionado limbo del bajo astral". A propósito del duelo de los familiares y amigos, Jocelyn se manifiesta tajante: "Al llorarlos en demasía podemos retener a nuestros seres queridos en ese limbo que no es ni aquí, ni allá. Esto los inquieta impidiéndoles elevarse a donde deben ir".

Las dos amigas ejercen de verdaderas "zapadoras" entre ese "aquí y allá", tendiendo puentes para "las almas que no avanzan hacia la luz". Sobre esa recurrida imagen que muchas civilizaciones nos presentan de atravesar un río, un túnel o cualquier otra analogía que signifique el paso de un lugar a otro, de una realidad a otra completamente diferente, nuestra interlocutora aclara: "Todo obedece a la frecuencia vibratoria del pensamiento y pasar 'al otro lado', significa el cambio de vibración necesario para alcanzar el mundo espiritual. Los que no lo pasan, no lo logran simplemente porque su atención está puesta en la realidad del mundo terrenal que acaban de dejar y no ven la luz del mundo espiritual a la espera de recibirlos".

Te espera una existencia maravillosa

Tras la experiencia de asistencia a tantos humanos que dejaron el cuerpo, observan que éstas son las razones más poderosas por las que muchos de estos seres no se percatan de su nueva situación: albergar miedo al castigo del que se les ha hablado durante su vida en el plano físico, creer que se encontrarán con la nada o estar sumamente apegados a sus pertenencias o afectos.

Una vez "diagnosticado" el caso, despliegan su estrategia. Establecen el contacto y animan al ser desencarnado a buscar la luz. Utilizan explicaciones como esta: "Como ves ya no tienes cuerpo, ni puedes manifestarte en este plano. Por lo tanto, tu vida debe de continuar en otra parte. La muerte es una ficción. Representa sólo un paso hacia la verdadera vida en nuestro camino de evolución. Te espera una existencia maravillosa si sólo aceptas ir hacia ella".

A veces han de utilizar un formulario más "contundente": "La felicidad no es un lugar específico, sino un estado de conciencia. No fuiste feliz en la tierra, ni tampoco ahora porque sigues atado a tu ego. Es éste el que piensa que tu felicidad depende de algo externo a ti". Una vez agotadas las explicaciones, elevan oraciones, ya que están convencidas de que el rezo es la energía "que ayuda a esas pobres almas aferradas a lo que ya no les corresponde, a elevarse y desapegarse de este plano".

Los testimonios de los difuntos a los que han prestado auxilio están recogidos en el libro mencionado. Uno tras otro se manifiestan insatisfechos del mal uso dado a la oportunidad de la vida física. Jocelyn nos apunta las palabras trasmitidas por un rico comerciante desde el "otro lado del velo": "Me di cuenta de que mi vida había estado regida por mi deseo de poseer todo, de controlar todo a mi alrededor y comprendí que no era correcto Me acordé entonces de cuando en alguna ocasión ayudé a alguien o me compadecí de un amigo o de cualquier persona y el sentimiento que experimenté después. Eso sí me llenaba de paz y satisfacción.

¿Cómo se puede ser tan ciego cuando se está en la tierra, para no darse cuenta de eso. Nos pasamos la vida luchando por obtener cosas que a la hora de la muerte no sirven de nada, en lugar de insistir en las actitudes que provocan la verdadera felicidad".

El concepto de que lo único que vale en la vida es actuar con amor, es una constante que encontramos en esos testimonios que ellas han recogido entre los seres que ya han marchado. He aquí el ejemplo de una persona que murió de forma repentina: "Se abre una rendija luminosa. Voy hacia ella y se hace más grande Sigo avanzando por esta especie de túnel negro en el que al fondo se empieza a ver luz, cada vez más luminosa. Es maravilloso. No entiendo cómo no se dice en el mundo lo que es esto Se siente tal calor de amor, de paz, de felicidad, que es inimaginable mientras se está allá. Ahora comprendo que se diga que Dios es amor. Es cierto y en qué forma Lo único que vale es el amor, todo lo demás, no merece la pena. No entiendo cómo no se explica mejor el proceso de vida y lo que significa la muerte, que no existe Me voy hacia la eterna felicidad, con el corazón henchido de ese amor que sólo conocí esporádicamente en mi vida sobre la tierra".

Decían que había un castigo

Jocelyn quiere dejarnos muy claro que los conceptos que se tienen en la tierra están bastante alejados de la verdadera realidad espiritual. La culpa: ese cuerpo que actuaría como una coraza acallando continuamente anhelos más genuinos. En ese punto su discurso adquiere un tono más visionario: "Siempre existe una sed profunda de algo que no se encuentra ni en el poder, la fama o el dinero, y del que sólo logramos vislumbres en el amor humano. Éste se compone del deseo del alma de unirse a aquello de lo que se ha separado. Es decir, lo que en realidad busca el ser humano en el amor terreno es sentirse en unión con otro alma para eliminar el sentimiento de separación. Se logra momentáneamente pero siempre persiste el vacío de algo que no acertamos a comprender. Ese algo no es otra cosa que nuestro destino final: la unión última con nuestro Creador. La verdadera felicidad reside en ser uno con todo lo que existe".

En propuesta de una mayor concreción, no podemos vencer la curiosidad de preguntarle sobre el "panorama" de la llegada a las tan mentadas "dimensiones de la luz": "Una vez allí, hay más claridad de todo. Se nos pasa la película de nuestra vida en la que podemos observar donde actuamos con amor y donde no. En ese momento tomamos conciencia de que lo que se trató fue de venir a aprender a vivir fraternalmente. Si decidimos volver a encarnar escogemos con nuestros guías y maestros las circunstancias idóneas para posibilitar en la próxima vida física una mayor evolución".

No falta en el discurso de Jocelyn una advertencia a navegantes desnortadaos que se lanzan de forma interesada a las realidades de otros mundos: "Muchos de los llamados brujos han llegado a conocimientos avanzados en la percepción de otras realidades, pero les ha faltado el amor, que intencionalmente excluyen. Tratan de elevarse al infinito pero de forma exclusiva, por lo que han perdido la verdadera ruta que es la unión con todo".

Las experiencias de los múltiples seres que han ayudado en su "ascenso glorioso" tras el último suspiro y que están plasmadas en "En una puerta hacia la luz" constituyen un relato emocionante y aleccionador. "Me habían dicho que había un castigo: no lo veo, sólo esa niebla fría.", comenta un ser que cuyas creencias en vida física se habían enmarcado dentro de la más tradicional ortodoxia católica. A este respecto apostilla la autora: "El Creador no castiga: le da al hombre las oportunidades y las condiciones necesarias para que entienda por sí mismo el camino a seguir. No existen ni el purgatorio, ni el infierno. Son sólo estados mentales que nos creamos con nuestras miedos e ideas equivocadas. Los que se fanatizan por una idea o una religión son los que no tienen valor de cambiar. Cuando se deja el cuerpo mortal y se llega al mundo espiritual ya no hay lugar para el fanatismo. Ahí se ven los propios actos con claridad objetiva que no da la posibilidad de autojustificarse".

Con respecto a los "vivos", la terapeuta del más allá ha elaborado una sabia medicina preventiva: "Es preciso prepararnos para la llegada de la llamada muerte, aceptar las cosas como se nos presentan con desapego absoluto. Es necesario aprender a fluir. La hora de la muerte va a ser eso, un momento más en el que se nos pide una entrega total. En la vida física se nos reclama también esa entrega en cada momento más allá de nuestros apegos".

Las compensaciones a su trabajo no se dejan esperar. Frases como: "Gracias por ayudarme tanto. Sigan auxiliando a quien está atorado. Hay millones como yo.", que salpican todo el libro, dan el suficiente ánimo a esta pareja de mujeres para proseguir en su necesaria labor. De sus páginas Jocelyn me extrae otro testimonio de un ser al que habían asistido: "Veo salir de esa luz que me atrae irresistiblemente a seres que vienen hacia mí, que tienden los brazos para ayudarme a salir de la obscuridad en la que estaba Gracias, gracias mil por vuestra ayuda. Proclamad por doquier de que se trata en verdad la vida".

Los casos en los que participan no siempre encuentran un pronto y feliz final: "Hay seres que por diferentes razones, no van hacia la luz, pero el amor y la misericordia divina siempre están ahí para acoger a quien los desee", apunta con esperanza nuestra interlocutora.

Jocelyn siente que su torrente de palabras se va aquietando. Cuando hago ademán de callar el magnetófono, ella se apresura para dejar grabado en la cinta un guiño hacia el futuro: "Estamos en un proceso de evolución hacia nuestro origen, tanto el planeta Tierra como la humanidad que lo habita. En estos momentos este proceso se está acelerando ya que el planeta cambiará de ser una escuela elemental, en donde hasta ahora manda el ego, a una escuela superior donde reinará por fin la armonía entre los humanos. Esto es lo que se entiende por 'cambio de era'. Es ahora cuando más se facilitará a estas entidades liberarse de los planos densos, puesto que el cambio de vibración de la tierra arrastra en su ascensión a quienes han comprendido la causa de su error".

Llega la religión universal


Jocelyn derrocha fuerza y claridad de ideas. Recientemente ha ampliado los márgenes de su compromiso. Ahora su empeño se centra en colocar "focos de luz" en medio del panorama grisáceo de la gran ciudad, carteles publicitarios llamando a la oración por el mundo. Esta escritora y terapeuta es de esas personas que, una vez fecundadas por una firme convicción, la tienen que encarnar, pues de lo contrario les quema por dentro. La idea ya se ha hecho realidad y está inscrita en grandes paneles en medio de la mayor selva de asfalto del mundo.

La campaña es tan simple, como cargada de vigor y esperanza. Ya en una primera etapa, su lema "Ora por el mundo. Si todos los hacemos podemos cambiarlo." ha sido colocado en anuncios distribuidos por Distrito Federal. Sus buenos contactos con el mundo empresarial mexicano han permitido una colecta al más alto nivel para sufragar los gastos.

La misma pasión que imprimía a sus relatos de otros mundos, la invierte en contagiarnos los fundamentos de tan singular proyecto: "El mundo es un reflejo de nuestros pensamientos ya que éstos crean nuestra realidad. La negatividad que vemos afuera no es más que la que llevamos por dentro. Si queremos un mundo mejor necesitamos purificar nuestra manera de pensar. La oración es la forma de emitir pensamientos positivos más conocida y más antigua que tenemos. Cada quien lo puede hacer a su manera sin importar dogmas ni credos. Si queremos un mundo con más amor, éste tiene que salir de nosotros primero. Al orar expresamos amor. El amor atrae más amor".

Sus agitados brazos se recogen sobre una cabeza pensativa a la espera de la siguiente idea que pronto llega: "El hambre, la guerra, incluso los desastres naturales son consecuencia de pensamientos negativos. La tierra se está sacudiendo de tanta negatividad que la impregna. Un número suficiente de seres que se une con un propósito positivo puede contrarrestar esos efectos. Nosotros creamos nuestra realidad con nuestros pensamientos".

Es posible que haya memorizado el discurso explicativo de la campaña, pero no por ello deja de acentuar con nervio cada una de sus palabras: "Creemos que estamos en un momento propicio para impulsar este mensaje ya que es cada vez más obvio que muchas personas anhelan un cambio de fondo. Hemos olvidado que somos seres de luz y de amor con una capacidad creadora infinita. La oración es un medio que puede ayudarnos a recordarlo".

Jocelyn nos comparte por último con su particular emoción que se está gestando ya la nueva conciencia de una humanidad en la que desaparecen las facciones, en las que todos podemos por fin orar juntos con la multiplicación del poder que esa oración mundial comporta. "Estamos llegando a la religión universal basada en el amor." concluye nuestra anfitriona, deteniendo como satisfechos, que no agotados, sus gesticulantes brazos.

Libre de adentro


Entre difunto y difunto desatorado, entre despacho y despacho recabando ayuda para la campaña "Ora por el mundo", Jocelyn y su amiga Carmen, sacan también tiempo para visitar la cárcel de alta seguridad de Almoloya. Este es el penal de capital mexicana donde permanecen los presos con mayores condenas. Allí se reúnen con ellos para hacerles saber que no son lo que de sí piensan. Una visita tras otra van repitiendo a los oídos del recluido: "Tú no lo que haces, tú no eres ni siquiera lo que sientes. Tú eres un ser de luz maravilloso, más allá de todo lo que has experimentando".

Allí realizan ejercicios para permitirles "accesar a un nivel más real del ser". Empujan a esas personas con muy baja autoestima al constante recordatorio de que son internamente más grandes de lo que siempre han imaginado. Mediante prácticas de meditación les hacen sentir la experiencia del amor. Entre muros, con esos seres que han recibido tan escasa dosis de cariño en sus vidas, entonan canciones como: "Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre". "Cantamos mucho, nos asegura Jocelyn. Son canciones de todo tipo en las que tratamos de que experimenten que son amor y que Dios está en ellos".

Nuestra interlocutora nos comenta que en las cárceles donde se alojan los presos de penas menores, éstos sólo aspiran a la libertad externa. Los de Almoloya sin embargo, que pueden tener rejas de por vida, buscan con mayor ahínco la libertad interna. "¡Quiero ser libre de adentro!" le lanzó a la terapeuta un preso cual reto a atender juntos. Por eso el objetivo principal de su presencia entre los muros es hacer ver a esos hombres aún sufrientes la idea de que no importa donde estén, pues ellos pueden gozar de la más plena libertad interna.

Jocelyn tiene también reservado un trozo de su gran corazón para los enfermos de SIDA. Está familiarizada con los pacientes terminales: "Es un trabajo muy bello. Al perder la noción de futuro comienzan a vivir intensamente el presente. Su lema más o menos consciente es: 'Como no sé si voy a vivir mañana, voy a vivir lo mejor posible hoy'".

No es difícil imaginar a esta mujer generosa y valiente a pie de cama o en el "vis a vis" del "reclusorio", tomando unas escualidas manos con cariño y repitiendo las frases lapidarias que a mi me trasmite : "No hay nadie que tenga que morir en el resentimiento por creer que su sufrimiento no sirve para nada. Ningún sufrimiento carece de sentido si se acepta con humildad o si se dedica al alivio del sufrimiento de otros".

                               

 
   |<  <<    >>  >|
NUEVO COMENTARIO SERVICIO DE AVISOS

 
  LISTA DE COMENTARIOS